Agradecimientos

El autor expresa su gratitud a History of the Town of Exeter, New Hampshire (J. E. Farwell & Co., Boston, 1888), y a Phillips Exeter Academy in New Hampshire: A Historical Sketch (William B. Morrill, News-Letter Press, Exeter, N. H., 1883), ambas obras de Charles H. Bell; en mi novela, todas las referencias a «Historia de Gravesend, N. H, de Wall» provienen de estas fuentes. Otro valioso libro de consulta fue Vietnam War Almanac (Facts On File Publications, New York, 1985), de Harry G. Summers, Jr.; también agradezco al coronel Summers su amable correspondencia. La reverenda Ann E. Tottenham, directora de The Bishop Strachan School, me prestó una ayuda inestimable; valoro especialmente su atenta lectura del manuscrito. Asimismo señalo mi reconocimiento a estudiantes y cuerpo docente de dicha escuela; en numerosas ocasiones fueron pacientes conmigo y generosos con su tiempo. Soy un agradecido lector de Your Voice, de Robert Lawrence Weer (Keith Davis, New York, 1977), revisado y corregido por Keith Davis; Mr. Davis, maestro de canto y vocalización justamente respetado, padeció muy cordialmente mis intentos de aficionado con la «respiración para cantantes». El consejo del personaje de ficción «Graham McSwiney» se corresponde verbatim et literatim con las enseñanzas de Mr. Weer; agradezco a Mr. Davis haberme introducido en el tema. Debo un reconocimiento especial a los escritos de mi antiguo maestro Frederick Buechner, sobre todo a The Magnificent Defeat (Harper & Row, New York, 1966), The Hungering Dark (Harper & Row, New York, 1969) y The Alphabet of Grace (Harper & Row, New York, 1970). La correspondencia del reverendo Buechner, sus críticas al manuscrito y la constancia de su estímulo han significado muchísimo para mí: gracias, Fred. Y estoy en deuda con tres viejos amigos, minuciosos lectores con conocimientos especiales: el doctor Chase E. («Skipper») Bickel, maestro del granito; el general de brigada Charles C. («Brute») Krulak, mi héroe; y Ron Hansen, el «escolta» de cadáveres. Y gracias, por supuesto, a mis primos hermanos del «territorio norteño», Bayard y Curt.