Cuando la condesa supo del regreso de Titus al castillo, lo mandó llamar de inmediato y escuchó de su boca el relato de cómo el calor lo había abrumado y cómo había perdido la memoria y que, transcurrido no sabía cuánto tiempo, se encontró solo en la linde del bosque de Gormenghast.
Mientras Titus le contaba aquellas mentiras, ella se limitó a mirarlo sin hacer comentarios, a excepción de preguntarle, tras un prolongado silencio, si, a su regreso, había visto a Fucsia.
—Digo a tu regreso —había añadido—, puesto que al marcharte no estabas en condiciones de reconocer a nadie. ¿Estoy en lo cierto?
—Sí, madre.
—Y ¿la viste en el camino de regreso o después de llegar al castillo?
—No.
—Haré correr tu historia por el castillo. Antes de una hora, se informará a los Tallistas de tu pérdida de memoria. Tu amnesia fue muy inoportuna. Puedes retirarte.