V

Pasan los días, cambia el nombre de los meses, las cuatro estaciones se entierran la una a la otra y vuelve a ser primavera. Los pequeños torrentes que discurren por las escarpadas laderas de la Montaña de Gormenghast están crecidos por la lluvia y los días empiezan a alargar; el verano despliega por la campiña todas sus variedades de verde, su dorada y bochornosa corona, su modorra y el arrullo de las palomas; las mariposas y las lagartijas y los girasoles, una y otra vez, las palomas, las lagartijas, los girasoles; cada uno un eco del anterior, mientras la fruta madura y los oblicuos rayos del sol motean los troncos retorcidos de los viejos manzanos y el aire huele a esa dulce podredumbre que da hambre al corazón y lo convierte en un lecho marino. Y una lágrima, el fruto de la sal y el agua, madura alimentada por un dolor de verano, madura y cae…, cae lentamente por las mejillas y vaga por los yermos, abatida, como hermoso emblema del estado del alma.

Pasan los días, cambia el nombre de los meses, las cuatro estaciones se entierran la una a la otra, y el campesino recurre a su despensa. El aire está ensombrecido y el sol parece una herida abierta en la sucia carne de un mendigo; los harapos de las nubes están manchados de su sangre coagulada. Han apuñalado al cielo y lo han dejado morir sobre el mundo, sucio, vasto y ensangrentado. Y entonces soplan los grandes vientos y el cielo queda desnudo y un pájaro salvaje grazna desde la tierra centelleante. La condesa está de pie junto a la ventana de su habitación, con los blancos felinos a sus pies, y contempla el paisaje helado que se extiende ante ella. Un año más tarde vuelve a estar allí de nuevo y un cuervo descansa sobre su hombro imponente, pero los gatos están fuera, en los valles.

Y cada día, una miríada de sucesos. Una piedra suelta cae desde lo alto de una torre. Una mosca cae muerta desde una ventana rota. Un gorrión gorjea en una caverna de hiedra.

Los días agotan los meses y los meses agotan los años y, como una marea inquieta, un flujo de momentos erosiona la negra costa del futuro.

Y Titus Groan vadea su niñez.