Niten se introdujo un auricular con tecnología Bluetooth en su oído izquierdo y pulsó un botón.
—Sí —pronunció mientras escuchaba con muchísima atención. Aoife le observaba muy de cerca y en el asiento trasero, Sophie se agitaba.
—Estamos atascados en el tráfico matutino —informó Niten en voz baja. Después miró por la ventanilla y dijo—: La carretera 101 está embotellada. Creo que tardaremos como mínimo una hora en llegar a nuestro destino; quizás incluso una hora y media, depende de cómo esté el tráfico en el puente.
Sophie se desperezó y se inclinó hacia el frente, a los asientos delanteros. Miró a Aoife y ésta, sin pronunciar palabra, articuló: «Flamel, creo».
—Eso no son buenas noticias… —dijo Niten al diminuto micrófono—. No lo son en absoluto.
Sophie y la guerrera se miraron. El tono del inmortal japonés era adusto.
—¿Tenéis algún control sobre el muchacho? ¿Algún tipo de influencia? —preguntó. Después escuchó a través del auricular y asintió—. Se lo diré —dijo finalmente antes de colgar.
Aoife y Sophie permanecían sentadas, en silencio, en espera de que el inmortal pusiera en orden sus ideas. Cuando al fin habló, utilizó la lengua formal de su juventud.
—No existe una forma sencilla de decir esto, y lo cierto es que te haría un flaco favor si intentara disfrazar u ocultar la gravedad de la situación: el Mago inglés está decidido a sacrificar a Josh a una Arconte. Nicolas, Perenelle y Prometeo están utilizando la calavera para mirar a través de los ojos de Josh. Pueden escuchar todo lo que él oye, pero no tienen moco de avisarle… Y aunque pudieran advertirle, no están seguros de que él los creyera. Dee ha estado manipulándole, envenenándole la mente, y todos sabemos que el Mago puede ser muy persuasivo. Aparentemente, le ha dicho a Josh que una Arconte llamada Coatlicue le convertirá en un nigromante.
—Coatlicue —dijo Sophie casi sin aliento. Aquel nombre le provocó una oleada de recuerdos de la Bruja, y todos eran aterradores—. ¡Coatlicue! —exclamó. Sophie sentía el pecho como s: alguien le hubiera atestado un golpe seco. De repente, e costaba respirar y la vista se le nubló. Se llevó las manos a la boca para no chillar.
—¿Quién es esta Arconte? —preguntó Niten. Miró a la guerrera en busca de una respuesta. Sin embargo, Aoife negó con la cabeza.
—He escuchado afgana vez el nombre, pero sólo vagamente. Es muy anterior a mi época. Creo que hubo una guerra y la desterraron…
—Muchos la denominan la Madre de los Dioses —interrumpió Sophie con \voz temblorosa—. Era una científica Arconte y una criatura hermosa donde las hubiera. Pero experimentó sobre su propio cuerpo y sus ensayos la convirtieron en una bestia espantosa y demente. Ahora es un monstruo con un hambre canina —informó. Después se giró hacia Aoife y concluyó—: Ella creó, precisamente a partir de su propio ADN, a los bebedores de sangre originales que, al final, se convirtieron en tu raza. Coatlicue fue la primera vampira.