Una vez más, estoy en deuda con todas las personas que hacen posible la serie de «Los secretos del inmortal Nicolas Flamel». La lista crece con cada libro publicado, pero hay nombres que se repiten una y otra vez:
Siempre estaré en deuda con Beverly Horowitz, Krista Marino y Coleen Fellingham, de Delacorte Press, quienes me conceden el tiempo y el espacio que necesito, además de ofrecerme un apoyo continuo.
Quisiera dar las gracias a Barry Kiost y Richard Thomson por intentar, en general con gran éxito, mantenerme en el camino y no desvariar.
No quisiera olvidarme de Sherrod Turner y Jim Di Bella, quienes siempre me proporcionaron una huida.
Gracias a Jill Gascoine y Alfred Molina por el retiro y el refugio seguro que me facilitaron.
Y muchas gracias a un gran número de personas que, de una forma u otra, han hecho posible este libro, en especial a Colette Freedman, y Robert y Sharon Freedman. Mi más sincero agradecimiento a Melanie Rose, Julie Blewett Grant, Michael Carrol, Patrick Kavanagh y Farth Nichols.
Y, por supuesto, muchas gracias a Claudette Shutherland.