Notas

[1] Tras varias ediciones parciales, la editorial Suhrkamp ha publicado en un solo volumen las más importantes cartas de Wittgenstein a Russell, Moore, Keynes, Ramsey, Tecles, Engelmann y L. von Ficker. Cfr. L. W.: Briefe, Frankfurt, Suhrkamp, 1980. <<

[2] El trabajo de G. H. von Wright «La génesis del Tractatus» apareció en el volumen L. W.: Briefe an Ludwig von Ficker, Salzburgo, Otto Müller Verlag, 1969. Posteriormente ha sido reproducido como «Introducción histórica» a la edición del Prototractatus editada por McGuinnes, Nyberg y el propio von Wright en Londres, Routledge and Kegan Paul, 1971. La última versión, revisada y ampliada, aparece en el libro del mismo autor: Wittgenstein, Oxford, Basil Blackwell, 1982, pp. 63-109. <<

[3] Entre estos trabajos preparatorios hay que citar los Tagebücher escritos entre 1914 y 1917, las «Notas sobre lógica» de 1913, las «Notas dictadas a G. E. Moore en Noruega» de 1914, y la propia versión inicial del Tractatus, con elucidaciones y adiciones, publicada en 1971 con el título de Prototractatus (vid. sup.) y que von Wright encontró en Viena en 1965. <<

[4] Briefe, pp. 85 y 251 (13 de marzo de 1919). <<

[5] Cfr. N. Malcolm, L. W.: A. Memoir, Londres, Oxford Univ. Press, 1966, pp. 8-42. <<

[6] Briefe, pp. 85-87. <<

[7] Ibid., p. 87. <<

[8] Ibid., p. 72. <<

[9] Ibid., pp. 88 y 252 (carta a Russell del 19 de agosto de 1919). <<

[10] Ibid., p. 103. <<

[11] Ibid., p. 87; cfr. pp. 87 , 94, 99-100. <<

[12] Llevado de una inicial inclinación a la ingeniería aeronáutica, Wittgenstein cursó estudios, entre 1906 y 1908, en el Instituto Politécnico de Berlín, trasladándose seguidamente —con igual objeto— a la Universidad de Manchester. Comenzó aquí a interesarse de modo creciente por los fundamentos de la matemática, lo que le llevó —a la vez que leía a Frege— a Cambridge, donde profesaba a la sazón Bertrand Russell, famoso ya como el primer lógico y filósofo de la matemática de Inglaterra. Wittgenstein permaneció en Cambridge, en cuya Universidad llegaría él mismo a profesar un día, entre 1911 y 1913. Sobre el encuentro entre Russell y Wittgenstein, vid. Russell, B.: Autobiografía, 1914-1944, vol. 2, México, D. E, Aguilar, 1975, pp. 148 ss. <<

[13] El 6 de octubre de 1919 escribe a Russell: «Mantengo relación epistolar con Frege. No entiende una palabra de mi trabajo y ya estoy completamente agotado por tantas aclaraciones» (Ibid., p. 93). <<

[14] Ibid., pp. 99-110; cfr. p. 94. <<

[15] Ibid., p. 95 (carta a von Ficker a mediados de octubre de 1919). <<

[16] El 27 de noviembre de 1919 escribía a Russell: «Han comenzado de nuevo las dificultades con mi libro. ¿Recuerdas cómo me presionabas siempre para que publicara algo? Y ahora que deseo hacerlo, la cosa no sale. ¡Que el diablo se lo lleve!» (Ibid., p. 100). <<

[17] De acuerdo con un testimonio indirecto y posterior de Heinrich Scholz, Wittgenstein debió rogar a Frege por estas fechas que gestionara la publicación de su tratado en los Beitrüge zur Philosophie der deutschen Idealismus, revista con cuyo editor mantenía relación el lógico alemán. El propio Frege había publicado en ella, en 1919, su trabajo «Der Gedanke». La gestión no dio resultado. <<

[18] Briefe, p. 105. <<

[19] Ibid., pp. 107 y 109. <<

[20] Ibid., pp. 109-110. <<

[21] Ibid., pp. 110-111. <<

[22] Ibid., p. 113. <<

[23] Cfr. L. W.: Letters to C. K. Ogden, Oxford, Blackwell, 1973. <<

[24] El 28 de noviembre de 1921 escribía, en efecto, Wittgenstein a Russell: «Sinceramente, me alegra que se publique mi cosa. Aunque Ostwald sea un archicharlatán. ¡Con tal de que no la mutile! ¿Corriges tú las pruebas? En tal caso sé amable y cuida de que se imprima tal y como yo lo he escrito. Creo que Ostwald es capaz de modificar el trabajo a su gusto, p. ej., de acuerdo con su estúpida ortografía. Lo que realmente me gustaría es que la cosa saliera en Inglaterra» (ibid., pp. 122-123). <<

[25] Cfr. la carta a Engelmann de 5 de agosto de 1922, en la que se lamenta de las «muchas faltas» de la edición de Ostwald (ibid., p. 123). <<

[26] En octubre de 1919 escribe a von Ficker sobre su manuscrito: «Se trata, con toda propiedad, de la exposición de un sistema» (Briefe, p.94). <<

[27] Cfr. N. Malcolm, op. cit, p. 69. <<

[28] Cfr. Prólogo a las Philosophische Untersuchungen. <<

[29] Briefe, p. 78. <<

[30] Ibid., pp. 88 y 252. <<

[31] Ibid., pp. 96-97. <<

[32] Una cosa sería, en efecto, la mostración lógica (mediante el lenguaje) y otra la mostración mística (sin lenguaje alguno). Las proposiciones de la lógica, por el hecho precisamente de que son tautologías —por el hecho de que no dicen nada—, muestran la lógica esencial del mundo y del lenguaje (6.12) común a ambos, que posibilita y fundamenta toda relación figurativo-descriptiva entre ellos. A estos niveles lógicos fundantes ninguna proposición o figura, en general, puede decir o figurar nada de sí misma (2.172, 4.041). Aunque hable de otra cosa, el lenguaje, a estos niveles, muestra esa estructura lógica común al mundo que posibilita su decir algo; de modo que, esencialmente (lógicamente) , todo decir es un mostrar; todo lo que se dice, porque se muestra se dice: «La proposición muestra lo que dice» (4.461, 4.022). Estas relaciones íntimas entre decir y mostrar, sin embargo, no se dan en lo místico (ético, estético, religioso), que no tiene soporte lógico alguno, ni lingüístico ni mundano. Lo místico se muestra, simplemente, en la desaparición de todo lenguaje y mundo lógicamente ordenados; es sentimiento e intuición puros —sub specie aeterni— del que del mundo (de que el mundo siquiera sea —lo que sea—) o del mundo como todo: «Existe, ciertamente, lo indecible. Ello se muestra, es lo místico» (6.522, 6.44 ss.).

Habría, pues, una mostración intrínseca al lenguaje, y otra extrínseca. La primera pertenece por derecho propio al mismo ámbito del lenguaje y del mundo, y a su lógica. La segunda, no; ella misma, como sentimiento o intuición, está más allá del lenguaje y de su lógica; y su objeto, más allá del mundo y de su lógica —la misma que la del lenguaje—. La primera está contenida de algún modo en el lenguaje (carta citada a Engelmann) o se realiza de algún modo mediante él (carta citada a Russell). La segunda sólo se patentiza en el silencio (carta citada a Ficker); pero ¿cómo? ¿en el silencio absoluto del puro sentir e intuir sin condicionamientos lógicos de lenguaje o mundo? ¿o en el vacío, también, que deja el hablar de otras cosas o que aparece al hablar de otras cosas? (6.52)… Es asunto oscuro todo esto, decíamos, no tanto en sí mismo como en el discurso del Tractatus. Wittgenstein lo dejó inaclarado, en esa ambigüedad que manifiestan, también, modélicamente las citas traídas. <<

[33] Mind LX, 239 (July 1951), p. 298. <<

[34] Briefe, p. 101. <<

[35] Cfr. ibid., pp. 72-73. <<

[36] Como es sabido, el Tractatus recoge, directa o indirectamente, en sus páginas gran parte de esos Tagebücher. El trasfondo problemático es en ambos el mismo. <<

[37] Notes on Logic (1913), en Schriften 1, Frankfurt a. M. , Suhrkamp, 1969, pp. 186-225, p. 187. <<

[38] Cfr., por ej., 1, 2.172, 4.0312, 4.114, 4.461, 4.466, 5.123, 5.471-5.473, 5.511, 5.542, 5.552, 5.6-6, 6.12, 6.124, 6.22, 6.34, 6.4-7. Recordemos, en general, para esta genealogía, aquella autoconfesión wittgensteiniana del 2-8-1916: «Sí, mi trabajo se ha extendido desde los fundamentos de la lógica a la esencia del mundo» (Tagebücher, en Schriften 1, ibid., pp. 85-185. v.172). <<

[39] En este mismo sentido escribirá más tarde: «La obviedad del mundo se manifiesta precisamente en el hecho de que el lenguaje sólo le significa a él y sólo a él puede significar. En efecto, dado que el lenguaje recibe el modo de su significar sólo de su significado, del mundo, no puede imaginarse lenguaje alguno que no represente a este mundo» (Philosophische Bemerkungen, Schtriften 2, ibid., 1970, p. 80).

Ese sano sentido común supone asimismo, para completarse, que si el lenguaje no expresa también el pensamiento (del mundo) ¿qué va a expresar?, o, mejor, que si el pensamiento no es lo que expresa el lenguaje ¿qué va a ser? (5.542, 3.5, 4, 4.1121). <<

[40] No entramos aquí en cuestiones como las que plantea modélicamente esta proposición y su contexto: la diferencia entre hecho (Tatsache) y estado de cosas (Sachverhalt, Sachlage), o entre mundo (Welt) y realidad (Wirklichkeit). Sin aducir para ello prolijas razones, diríamos: un hecho es un estado de cosas existente; un estado de cosas es una combinación de cosas que puede existir o no. Los estados de cosas, existentes o no, formarían la realidad (2.06) como ámbito lógico de posibilidad de mundos, por así decirlo; los hechos, esto es, los estados de cosas existentes, y el hecho de que sean todos (la categoría de totalidad es imprescindible al mundo para una descripción completa de él como optimum del análisis), formarían el mundo. Sachlage, que traducimos por estado de cosas igual que Sachverhalt, se usa como sinónimo de éste, quizá con un cierto matiz de generalidad y composición que éste no tiene: como si una Sachlage se compusiera, a su vez, de Sachverhalten. <<

[41] La forma es siempre posibilidad de estructura (2.033). <<

[42] Wittgenstein escribirá más tarde: «La armonía entre pensamiento y realidad, como todo lo metafísico, hay que buscarla en la gramática del lenguaje» (Philosophische Grammatik, Schriften 4, ibid., 1969, p. 162; Zettel, Schriften 5, ibid., 1970, pp. 283-429, p. 301). <<

[43] Esto sugieren, obviamente, las proposiciones del Tractatus que venimos citando, sobre todo la interrogación, nada más que retórica, de la 4.1121 y el básico aserto analítico de la 5.542: «Pero está claro que “A cree que p”, “A piensa p”, “A dice p” son de la forma “‘p’ dice p”». Para el análisis, estados anímicos supuestos como el pensar, la creencia o el propio decir, no son sino texturas lógico-lingüísticas tras las que no hay sujeto alguno (5.5421, 5.631). <<

[44] Cosa que ya había intentado Sheffer en 1913 —y que aprovecha el Tractatus para su forma general de la proposición—, demostrando cómo los Principia de Russell y Whitehead podían haberse escrito valiéndose sólo de la incompatibilidad, es decir, prescindiendo de la negación y la disyunción. <<

[45] La cuestión de la verdad efectiva de las proposiciones elementales y, por tanto, de la existencia en el mundo de estados de cosas, esto es, la cuestión verificacionista dura, pertenece sólo a la aplicación de la lógica (5.5521,5.557) y no es una cuestión intrínseca a ella ni al análisis lingüístico que permite. Sólo así puede entenderse la máxima wittgensteiniana de que el sentido mismo de una proposición es su método de verificación. El análisis lógico del Tractatus es un análisis formal del sentido de las proposiciones como condición y posibilidad de verdad suya y no genera, por tanto, más que un método de verificación, no establece ni constituye la verificación misma, esto es, la detección puntual de los objetos y hechos mundanos correspondientes (4.063). Se trata de un análisis intrínseco al lenguaje y a su sentido, donde aparece la posibilidad (o no) de un mundo (4.2), que se supone (o no) existente, tal cual lo describe el lenguaje, por razones oscuras que ya apuntábamos: predeterminación divina, sentido común, trascendentalidad lógica, etc. Sea lo que sea lo que exista (o no) en el mundo, como correspondencia de lo que dice una proposición cualquiera, ha de cumplir las condiciones lógico-formales que el análisis establece para el sentido de ésta. De este modo la verificación de una proposición viene prefigurada metodológicamente en su sentido: el sentido es posibilidad de verdad. De este ámbito lógico —o de este enfoque «sintáctico» si se prefiere— no sale el Tractatus, y ello explica las reticencias de Wittgenstein con respecto al Círculo de Viena y a su interpretación verificacionista del libro, él, que nunca dio, ni quiso dar, un ejemplo de proposición elemental o de cosa. <<

[46] En los Tagebücher el día 1-8-1916 llega, incluso, a dar de Dios una definición semejante a la que en Tractatus 4.5 da de la forma general de la proposición, que el día 22-1-1915 ya había equiparado en principio, como esencia de la proposición, a la esencia de todo ser (!). Cfr. Schriften 1, pp. 171 y 129. <<

[47] También podría considerarse lo místico, en cuanto lo inexpresable sin más (6.5-6.522), como epígrafe general que incluya lo ético y estético —que son lo mismo (6.421)—, y lo religioso —que, aunque no lo nombre así expresamente, así lo trata, esbozando típicos temas suyos: muerte e inmortalidad (6.431 ss.), Dios y mundo (6.4321 ss.)—. De no hacerlo así, lo místico designaría lo específicamente religioso, pero la generalidad con que habla siempre de aquello aconsejaría, quizá, la primera opción <<

[48] Aunque a ninguna de ellas se le considere teoría o doctrina (4.112, 6.13), el no haber tematizado con más pormenor las relaciones entre filosofía (sin lenguaje propio) y lógica (con lenguaje tautológico), es una de las insuficiencias claras del Tractatus. En general parece que la filosofía no es más que el ejercicio/uso de la lógica para la crítica/análisis del lenguaje (científico). El problema está en cómo es ese ejercitar y cuál es exactamente lo ejercitado. <<

[49] Estas proposiciones podrían dividirse temáticamente así: planteamiento general de la cuestión ético-mística (6.4 y 6.41), ética (6.42 ss., incluida la 6.43), mística (6.43 ss., muerte e inmortalidad 6.431 ss., Dios y mundo 6.432 ss.) y lo que podíamos llamar epistemología mística general (6.5-6.53). Las tres últimas proposiciones son revisiones conclusivas sobre la filosofía (6.53), la propia labor realizada en el libro (6.54) y, en general, sobre todo el sistema del saber (7). <<

[50] Ya aparece aquí —porque de hecho ya lo sentía, como demuestran sus diarios y cartas de la época — lo que más tarde Wittgenstein explicará claramente y que —a pesar de todos los peligros y hasta malos recuerdos que conlleva— tendría que repensarse en la ética hoy, una ética fantasmal y apologética que ya aburre, agobia, con tanto y tan reiterado civilismo, dialogismo y consensualismo práxico: el único basamento fuerte de la ética es —y ha sido siempre— la religión, Dios mismo; otra cosa es la legalidad positiva, pero los preceptos éticos, modélicamente, son mandatos divinos; sin creencias de base —siempre religiosas en definitiva— no hay ética digna de ese nombre. «La ética, si es algo, es algo sobrenatural» («Lecture on Ethics», PhilosophicalReview 74, 1965, pp. 3-12, p. 6). «Si algo es bueno, es también divino. En ello, curiosamente, se resume mi ética» (Vermischte Bemerkungen, Suhrkamp, Frankfurt a. M . , 1977, p. 15). «Dios Padre ha creado el mundo, Dios Hijo (o la Palabra que proviene de Dios) es lo ético» (Schriften 3, p. 118). «Si hay una frase que expresa exactamente lo que pienso es ésta: bueno es lo que Dios ordena» (idem, p. 115)… En cualquier caso nunca es posible una teoría ética (ídem, pp. 116-117). «Me parece que no se puede decir más que: ¡vive feliz!» (Tagebücher, p. 170). Todo lo demás, en el mejor de los casos, no es más que un absurdo (pero inevitable, o viceversa) «arremeter contra los límites del lenguaje», y, en el peor, mera «palabrería» (Schriften 3, pp. 68-69). <<

[51] La proposición 6.4, con toda esta carga teórica que conlleva, supone —de aceptarla— el golpe de gracia a toda ideología ingenuamente asumida por sí misma. <<

[52] Para las relaciones (equivalentes) entre ética y estética, así como —en general— para todo este tema ético-místico, cfr. Tagebücher, pp. 165-182; para lo primero, las pp. 176 y 179 sobre todo. <<

[53] La proposición 6.522, a la que esto se refiere («Lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo místico»), por su generalidad, laconismo y contexto, parece equiparar sin más lo místico a lo inexpresable y viceversa. De ahí que antes (cfr. supra p. 29, nota 47) dijéramos lo que dijimos al respecto. Si se compara esta proposición con el primer párrafo de la 6.471 —que habla también de la ética como inexpresable, aunque sin sustantivarlo— se comprenden los matices a que nos referimos. Otras razones para lo mismo se basan en el carácter neutro con el que siempre habla de «lo místico», así como en la categoría de totalidad mundana que refiere tanto a la ética (6.43) como a lo místico (6.45). <<

[54] Pocas veces se habla de sentir o de sentimiento en el Tractatus a parte de estas dos que comentamos. Es interesante confrontar en qué otras ocasiones: 4.1213, 6.1223, 6.1232, 6.53. <<

[55] Intuición sub specie aeternitatis, característica también, que explica los días 7 y 8 de octubre de 1916 en su diario. Cfr. Tagebücher, p. 176. <<

[56] Ésta es la fina observación que, refiriéndose a Wittgenstein, Russell hace a su amiga Ottoline al respecto: «Ha penetrado profundamente en los modos místicos de pensar y de sentir, pero creo (aunque él no estaría de acuerdo) que lo que más valora del misticismo es su capacidad de apartarle de pensar» (en carta del 20 de diciembre de 1919 desde La Haya, ya citada, Briefe, p. 101). A algo semejante parece referirse años antes el propio Wittgenstein en carta a Russell del 22 de junio de 1912: «Cuando tengo tiempo leo ahora las “Variedades de la exp. religiosa” de James. Este libro me hace muchísimo bien. No quiero decir que pronto sea un santo, pero… me ayuda a liberarme de la Sorge (en el sentido en que Goethe usó la palabra en la 2.º parte de Fausto)» (idem, pp. 2 y 231). <<

[57] Cfr. Briefe, pp. 98, 99, 112, 113, 125… <<

[58] Cfr. Schriften 1, pp. 186 y 187. <<

[59] Cfr. carta citada a Ficker: Briefe, pp. 96-97. <<

[60] En cuanto números de cada una de las proposiciones, los números decimales indican el peso lógico de las proposiciones, el énfasis que en mi exposición se pone en ellas. Las proposiciones n. 1, n. 2, n. 3, etc., son observaciones a la proposición n.° n.; las proposiciones n.m 1, n.m 2, etc., observaciones a la proposición n.° n.m; y así sucesivamente. <<