LOS MACHACADORES DE READING CONFÍAN EN GANAR LA SUPERHOOP
Tras la sorprendente renuncia esta tarde de Roger Kapok y Gray Fergunson, del equipo de croquet de Swindon, los Machacadores aparecen como casi seguros ganadores de la Superhoop este sábado, aunque la profecía de san Zvlkx diga lo contrario. A pesar de las noticias, los locales de apuestas se mostraban cautelosos y redujeron las posibilidades de los Mazos a 700-1. La señorita Thursday Next, la nueva directora de los Mazos, se negó a hablar de fracaso y dijo a los periodistas que Swindon triunfaría. Cuando la presionaron para explicar cómo lo lograría, declaró que la entrevista había terminado.
Swindon Evening Blurb, 18 de julio de 1988
—¿Eres la directora de los Mazos? —me preguntó Bowden con incredulidad—. ¿Qué le ha pasado a Gray Fergunson?
—Le compraron, le sobornaron, le asustaron… ¿quién sabe? —le contesté.
—Te gusta mantenerte ocupada, ¿no? ¿Eso significa que no me podrás ayudar a sacar de Inglaterra los libros prohibidos?
—No temas por eso —le garanticé—. Encontraré la forma.
Hubiese querido sentir tanta confianza. Le dije a Bowden que le vería al día siguiente y me fui caminando, sólo para ser interceptada por el muy concienzudo mayor Drabb, que me dijo con gran eficiencia que él y su escuadrón habían rebuscado de arriba abajo en la biblioteca Albert Schweitzer sin encontrar ni un solo libro danés. Le felicité por su diligencia y le dije que volviese a hablar conmigo al día siguiente. Me dedicó un saludo perfecto, me entregó un informe escrito de treinta y dos páginas y se fue.
Yaya se encontraba en el jardín del Asilo Crepuscular Goliath cuando pasé por allí de camino a casa. Iba vestida con un vestido de guinga azul y regaba las flores.
—He oído la noticia por la radio. ¡Felicidades!
—Gracias —respondí sin entusiasmo, tirándome en una enorme silla de mimbre—. No tengo ni idea de por qué me ofrecí voluntaria para dirigir los Mazos… ¡No tengo ni idea sobre cómo se lleva un equipo de cróquet!
—Quizá sólo hagan falta fe y convicción… —respondió, inclinándose para llegar hasta una rosa—. Dos rasgos de personalidad en los que creo, si me permites decirlo, que destacas.
—La fe no va a hacer aparecer a cinco excelentes jugadores de cróquet, ¿no?
—Te sorprendería lo que puede lograr la fe. Después de todo, tienes de tu lado la Revelación de san Zvlkx.
—El futuro no está decidido, Yaya. Podemos perder, y probablemente perdamos.
Me reprendió.
—¡Bien! ¡Sí que estamos quejicas esta mañana! ¿Qué importa si perdéis? ¡Después de todo, no es más que un juego!
Me hundí aún más.
—Si no fuese más que un juego no me preocuparía. Así lo ve mi padre: Kaine se proclamará dictador tan pronto como el presidente Formby muera, el próximo lunes. En cuanto se haga con el poder ejecutivo se embarcará en una guerra que terminará en un Armagedón de Nivel III que acabará con toda la vida del planeta. No podemos impedir que el presidente muera, pero podemos, insiste mi padre, evitar la guerra mundial simplemente ganando la Superhoop.
Yaya se sentó en la silla de mimbre que había a mi lado.
—Y además tengo a Hamlet —añadí, frotándome las sienes—. Las alegres comadres de Windsor ha lanzado una opa hostil y, si no encuentro pronto a un clon de Shakespeare, no habrá Hamlet al que Hamlet pueda volver. La Goliath ha vuelto a engañarme. No sé cómo lo hicieron, pero fue como si me sorbiesen el libre albedrío por los ojos. Dijeron que recuperaría a Landen; pero la verdad, tengo mis dudas. Y tengo que sacar ilegalmente de Inglaterra diez camiones de libros prohibidos.
Concluida la parrafada, suspiré y guardé silencio. Yaya permaneció pensativa un rato y, tras aparentemente llegar a una conclusión importante, anunció:
—¿Sabes qué deberías hacer?
—¿Qué?
—Retira a Smudger de la defensa y colócale como apoyo al aro medio. Jambe debería ser el golpeador, como siempre, pero Biffo…
—¡Yaya! No has prestado atención a nada de lo que he dicho, ¿verdad?
Me acarició la mano.
—Claro que sí. Hamlet intenta sacar a las alegres comadres de Inglaterra sorbiéndoles los ojos, lo que llevaría a un Armagedón y a la muerte del presidente, ¿no?
—Da igual. ¿Qué tal te va a ti? ¿Has encontrado los diez libros más aburridos?
—Así es —respondió—, pero me resisto a terminar de leerlos porque tengo la sensación de que queda un último momento de epifanía en mi vida que se me revelará justo antes de mi muerte.
—¿Qué tipo de epifanía?
—No lo sé. ¿Quieres jugar al Scrabble?
Así que Yaya y yo jugamos al Scrabble. Pensé que yo iba ganando hasta que ella logró encajar «zoquete» como triple de palabra y a partir de ahí fui cuesta abajo. Perdí con 319 puntos contra sus 503.