El agente Spike Stoker pertenecía a OE-17, Eliminación de Vampiros y Hombres Lobo, la más solitaria de las divisiones de OpEspec. Los agentes de OE-17 trabajaban en el mundo crepuscular de los semivivos, polimorfos, vampiros, licántropos y aquellos inclinados a hacer el mal. Spike había sido condecorado más veces de las que yo había leído Tres hombres en una barca, pero claro, él era el único cazador de todo el suroeste: nadie en su sano juicio hubiese realizado su trabajo por un sueldo de OpEspec, excepto yo. Y en mi caso sólo lo hacía cuando necesitaba desesperadamente dinero.
THURSDAY NEXT,
Mi vida en OpEspec
Reflexionando profundamente, llevé a Friday de vuelta al coche. Las apuestas habían aumentado y cualquier posibilidad que yo hubiese podido tener de influir de algún modo en el resultado de la Superhoop se había vuelto mucho más imposible. Con la Goliath y Kaine interesados en que los Mazos de Swindon perdiesen, lo más probable era que nuestra victoria hubiese pasado de ser «muy improbable» a ser «completamente imposible».
—Eso explica —dijo una voz— por qué la Goliath se está pasando a un sistema de gestión empresarial basado en la fe.
Me volví. Mi acechador, Millon de Floss, caminaba muy cerca de mí. Debía tener una razón muy importante para violar la orden de alejamiento. Me paré un momento.
—¿Por qué lo crees?
—Una vez convertida en religión, ya no será una «compañía llamada Goliathe», como dice la profecía de Zvlkx —dijo Millon—, y evitará que la Revelación se haga realidad. La hermana Bettina, la precog corporativa de Goliath, debió preveer algo así y los avisó.
—¿Significa eso —pregunté lentamente— que se toman en serio lo que dice san Zvlkx?
—Es demasiado preciso para no tenerlo en cuenta, señorita Next, por improbable que pueda parecer la predicción. Ahora que conocen la Séptima Revelación de cabo a rabo, intentarán evitar por todos los medios que Swindon gane… y seguirán con lo de la religión, por si acaso.
Tenía sentido… más o menos. Papá debía saberlo, o una versión aproximada. No pintaba demasiado bien, pero mi padre había dicho que la probabilidad de esta Armagedón era sólo del 22%, así que tenía que haber una solución.
—Esta tarde visitaré Goliathpolis —dije pensativa—. ¿Has descubierto algo sobre Kaine?
Millon buscó el cuaderno de notas en el bolsillo, dio con él y fue pasando las páginas llenas de números.
—Está por aquí en algún sitio —dijo disculpándose—. Me gusta apuntar el número de serie de las aspiradoras y estaba con una Hoover XB-23E muy poco habitual cuando recibí la llamada. Aquí está. Ese tal Kaine es el sueño de un paranoico de las conspiraciones. Apareció hace cinco años, sin pasado, sin padres, sin nada. Obtuvo su número de seguridad social en 1982 y parece que sólo ha trabajado en su editorial y luego como parlamentario.
—Entonces, no hay mucho para empezar.
—Todavía no, pero seguiré buscando. Puede que te interese saber que le han visto en varias ocasiones en compañía de Lola Vavoom.
—¿Y a quién no?
—Cierto. ¿Querías saber cosas sobre el señor Schitt-Hawse? Dirige el Departamento de Tecnología de la Goliath.
—¿Estás seguro?
Millon pareció dudar un momento.
—En la industria de las conspiraciones la palabra «seguro» posee la propiedad de la plasticidad, pero sí. Tenemos un topo en Goliathpolis. Claro que sólo trabaja en la cafetería, pero te sorprendería la cantidad de información importante que uno oye mientras sirve pastas de mantequilla. Aparentemente Schitt-Hawse ha estado implicado en algo llamado Proyecto Ovitrón. No estamos seguros, pero podría ser un plan de desarrollo del ovinador de tu tío. ¿Podría ser algo del estilo de Los cuclillos de Midwich?
—Sinceramente, espero que no.
Tomé algunas notas, le di las gracias a Millon por su dedicación y continué caminando hacia mi coche, con la cabeza llena de futuros posibles, ovinadores y de Kaine.
Diez minutos más tarde estábamos en el Speedster, corriendo en dirección norte hacia Cricklade. Mi padre me había dicho que Cindy fracasaría tres veces en su intento de matarme antes de morir ella, pero era posible que el futuro no se desarrollase de esa forma… después de todo, en un futuro alternativo un tirador de OpEspec me había matado y yo seguía con vida.
Hacía más de dos años que no veía a Spike, pero me alegró saber que había abandonado su apartamento cochambroso para mudarse a una nueva dirección, en Cricklade. Pronto di con la calle. La finca era una construcción nueva de piedra de Cotswold que, a la luz del sol, tenía un cálido resplandor ocre. Mientras avanzaba despacio por la calle comprobando los números, Friday me fue señalando los puntos de interés.
—Ipsum —dijo, señalando un coche.
Tenía la esperanza de que Spike no estuviese en casa para poder hablar con Cindy a solas, pero no tuve suerte. Aparqué tras su vehículo blanco y negro de OpEspec y bajé. Spike en persona estaba sentado en la tumbona del jardín delantero, y se me cayó el alma a los pies cuando me di cuenta de que no sólo estaba casado con Cindy sino que además tenían descendencia… Una niña de un año aproximadamente estaba sentada en la hierba junto a su padre, jugando bajo una sombrilla. Maldije para mis adentros mientras Friday se ocultaba detrás de mi pierna. Tendría que conseguir que Cindy cooperase: la alternativa no sería muy halagüeña para ella y sería peor para Spike y su hija.
—¡Hola! —gritó Spike. Indicó a la persona con la que conversaba por teléfono que esperase un momento y se levantó para darme un abrazo—. ¿Cómo te va, Next?
—Estoy bien, Spike. ¿Y tú?
Abrió los brazos, indicando los elementos de la vida del centro de Inglaterra en las afueras. Las ventanas dobles, el césped bien cuidado, el camino de entrada, la puerta de hierro forjado.
—¡Mira todo esto, hermana! ¿No es lo mejor?
—Ipsum —dijo Friday señalando una maceta.
—Chico guapo. Pasa. Estaré contigo enseguida.
Entré en la casa y me encontré a Cindy en la cocina. Llevaba un delantal y el pelo recogido.
—Hola —dije, intentando que mi voz sonara normal—. Tú debes ser Cindy.
Me miró directamente a los ojos. No tenía pinta de ser una asesina profesional que había matado en sesenta y siete ocasiones, sesenta y ocho si se había encargado de Samuel Pring. Aunque la verdad es que eso pasa siempre con los realmente buenos.
—Bien, bien, Thursday Next —dijo lentamente, inclinándose para sacar algunas prendas húmedas de la lavadora y tocarle la oreja a Friday—. Spike te tiene en mucha estima.
—Entonces, ¿ya sabes a qué he venido?
Dejó la ropa, recogió un Webster de Fisher-Price que amenazaba con hacer caer a alguien y se lo pasó a Friday, quien se sentó a examinarlo con toda atención.
—Lo supongo. Un chico guapo. ¿Qué edad tiene?
—El mes pasado cumplió dos años. Y me gustaría darte las gracias por fallar ayer.
Me dedicó una sonrisa amplia y salió por la puerta de atrás. Le di caza y se puso a colgar la ropa.
—¿Es Kaine quien intenta matarme?
—Siempre respeto la confidencialidad del cliente —dijo en voz baja—, y no fallaré eternamente.
—Entonces déjalo ahora mismo —dije—. ¿Por qué tienes que hacerlo?
Colgó un babero azul.
—Por dos razones: primero, no voy a dejar de trabajar simplemente porque esté casada y tenga una hija y, segundo, siempre cumplo un contrato, pase lo que pase. Si no lo hiciera, tendría que devolver el dinero. Y la Revendedora no hace devoluciones.
—Ya —respondí—. Siento curiosidad por un detalle: ¿por qué te pusiste Revendedora?
Me miró fijamente y con frialdad.
—Los impresores cometieron un error en el papel de carta y hubiese sido demasiado costoso corregirlo. No te rías. —Colgó una almohada—. Cumpliré mi contrato, señorita Next, pero no lo intentaré hoy… Así que tienes tiempo de sobra para recoger tus cosas e irte para siempre a un lugar donde no pueda encontrarte. Y ocúltate bien… soy muy buena en mi trabajo.
Echó un vistazo a la cocina. Yo colgué una enorme camiseta de OE-17.
—Él no lo sabe, ¿verdad? —dije.
—Spike es un buen hombre —respondió Cindy—. Simplemente es un poco lento de entendederas. Tú no se lo vas a decir y él no lo sabrá nunca. ¿Agarras el otro extremo de la sábana?
Así el extremo de la sábana seca y la doblamos entre las dos.
—No voy a ir a ninguna parte, Cindy —le dije—, y me protegeré con lo que haga falta.
Nos miramos fijamente un momento. No parecía servir de nada.
—¡Jubílate! —le dije.
—¡Jamás!
—¿Por qué no?
—Porque me gusta y se me da bien… ¿Te apetece un poco de té, Thursday?
Spike había llegado al jardín cargando con la niña.
—Bien, ¿cómo están mis dos damas favoritas?
—Thursday me echaba una mano con la colada, Spikey —dijo Cindy, reemplazando su dura profesionalidad por una especie de infantilismo—. Voy a calentar agua… ¿Dos terrones de azúcar, Thursday?
—Uno.
Entró en la casa.
—¿Qué te parece? —preguntó Spike en voz baja—. ¿No es lo más bonito que has visto nunca?
Era como un quinceañero enamorado por primera vez.
—Es encantadora, Spike, eres un hombre afortunado.
—Ésta es Betty —dijo Spike, agarrando el diminuto brazo del bebé con una mano enorme y agitándolo—. Un añito. Tenías razón en lo de ser sincero con Cindy… No le importó que me dedicase a toda esa mier… quiero decir a asuntos de vampiros. Es más, creo que se siente un poco orgullosa.
—Eres un hombre con suerte —repetí, preguntándome cómo me las iba a arreglar para no dejarlos a él viudo y a la niña sin madre.
Volvimos a la casa, donde Cindy estaba atareada en la cocina.
—¿Dónde has estado? —preguntó Spike, dejando a Betty junto a Friday. Se miraron con suspicacia—. ¿En la cárcel?
—No. En un lugar extraño. En otro lugar.
—¿Vas a volver allí? —preguntó Cindy toda inocencia.
—¡Acaba de llegar! —exclamó Spike—. Todavía no queremos acabar con ella.
—Acabar con ella… claro que no —respondió Cindy, dejando la taza de té en la mesa—. Tomad asiento. Hay galletas en esa lata de ahí.
—Gracias. Bien —dije—, ¿cómo va el negocio de los vampiros?
—Más o menos. Han estado tranquilos últimamente. Igual que los hombres lobo. La otra noche me enfrenté a unos zombis en el centro municipal, pero el trabajo de contener Seres Malvados Supremos prácticamente se ha terminado. Se han visto algunos espectros, apariciones y fantasmas en Winchester, pero no son mi especialidad. Se habla de cerrar el departamento y contratarme como autónomo cuando sea preciso ocuparse de algo.
—¿Eso es malo?
—En realidad no. Puedo cobrar lo que quiera cuando corren los vampiros, pero en las épocas de tranquilidad iría un poco corto de fondos. No quisiera que Cindy tuviese que trabajar a tiempo completo, vamos.
Se rio y Cindy rio con él, dándole una galleta a Betty. Ella le dio un tremendo mordisco desdentado y pareció sorprendida de no obtener resultado. Friday se la cogió y le demostró cómo se hacía.
—Bien, ¿a qué te dedicas ahora? —preguntó Spike.
—A poca cosa. Me he dejado caer de camino a Goliathpolis… mi marido todavía no ha vuelto.
—¿Has oído lo de la Revelación de Zvlkx?
—Estaba allí.
—Entonces la Goliath va a precisar todo el perdón que pueda conseguir… No vas a encontrar un mejor momento para obligarlos a devolvértelo.
Charlamos unos diez minutos hasta que llegó la hora de irse. No logré volver a hablar a solas con Cindy, pero ya había dicho lo que quería y esperaba que lo aceptase, aunque dudaba de que así fuese.
—Si en algún momento necesito un colaborador autónomo, ¿te unirás a mí? —preguntó Spike mientras me acompañaba a la puerta, cuando Friday ya se había comido casi todas las galletas.
Pensé en mi descubierto.
—Por favor.
—Bien —respondió Spike—, estaremos en contacto.
Fui por la M4 hasta Saknussum International, donde tuve que correr para pillar el gravetubo hasta el gravepuerto James Tarbuck de Liverpool. Friday y yo almorzamos un poco antes de tomar el transbordador a Goliathpolis. Goliath me había quitado a mi marido y podía devolvérmelo. Y cuando tienes una queja contra una empresa, vas directamente a lo más alto.