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Viernes. Agua

Hay sequía, pero yo he visto al policía salir de debajo del agua.

Agua para los sedientos. Agua de lluvia, agua de río, agua de feto.

Él no me vio a mí. Se fue tambaleándose por la calle Ullevålsveien, donde intentaba parar un taxi. Nadie quería llevarlo. Como uno de los espíritus inquietos que pasean por la orilla del río y que el tipo del trasbordador no quiere llevar al otro lado. Yo sé en parte lo que se siente. Al verse ultrajado por aquéllos a quienes has dado de comer. Al verse rechazado cuando uno necesita ayuda, por una vez. Al descubrir que te escupen y que tú no tienes a nadie a quien escupir. Al comprender poco a poco lo que uno debe hacer. Lo paradójico es, naturalmente, que al taxista que se apiada de ti, le cortas el cuello.