Capítulo 25

El silencio es el guardián de la sabiduría, pero las bromas pesadas y la frivolidad llevan al hombre a su propia ignorancia.

Donde hay ignorancia no puede haber el conocimiento de Dios.

Dichos de los ABATES

—Demuestra una encomiable moderación —dijo el Abad—. Lo observo en él: una encomiable moderación. No juega con sus poderes.

El Abad se hallaba sentado en un taburete delante de su chimenea y Macrithy estaba de pie, detrás de él, con el último informe sobre Orne.

A pesar de las palabras esperanzadoras, había tristeza en la voz del Abad.

Macrithy, que había percibido este tono triste, dijo:

—Yo también he observado que no ha llamado a aquella mujer a su lado, ni por otra parte ha hecho experimentos con la Gran Máquina. Dígame, Reverendo Abad, ¿por qué no está satisfecho por esta conducta?

—Orne reflexionará por sí mismo, si se le da tiempo. Verá que no necesita la máquina para hacer lo que quiera. ¿Y entonces, qué, querido amigo?

—¿No duda usted de que él sea el dios que había llamado?

—Ni la menor duda, en absoluto. Y cuando descubra sus enormes poderes…

—Vendrá a buscarle a usted, Reverendo Abad.

—No se le puede detener. Ni quiero que se intente. Sólo hay otro reto por el que rezo para que pueda superarlo.

—Hemos eliminado la Piedra que Habla —aventuró Macrithy.

—¿De verdad? ¿O fue él, que se rió divertido, viendo que detrás había otro propósito?

Macrithy se llevó las manos a la cara.

—Reverendo Abad, ¿cuándo se acabarán estas terribles exploraciones en regiones a cuyo acceso no tenemos ningún derecho?

—¿Ningún derecho?

—¿Cuándo acabaremos?

Macrithy bajó las manos y dejó ver rastros de lágrimas en sus mejillas.

—Nunca acabaremos, a menos que ocurra nuestra total extinción —respondió el Abad.

—¿Por qué? ¿Por qué?

—Porque lo empezamos así, querido amigo. Esto ha empezado. Tuvo un principio. Este es el otro significado del descubrimiento. Significa poner a la vista lo que siempre había existido, lo que no tiene ni principio ni fin. Nos engañamos nosotros mismos, ¿lo ve? Cortamos un trozo del siempre y decimos:

"¡Mira! ¡Aquí es donde empieza y aquí es donde acaba! Pero sólo es nuestro limitado punto de vista el que lo dice.