Capítulo 14

Tenemos un antiguo refrán que reza: "A mayor Dios, mayor demonio; a más carne, más gusanos; a más propiedad, más ansiedad; a más control, más cosas que controlar."

Los abates de AMEL

Comentarios Psi

La jornada empezó muy pronto para los Bullone. A pesar de ser día de elecciones, el Alto Comisionado se fue a su despacho una hora antes del alba, y al pasar junto al adormilado Orne en el pasillo principal, le saludó con un alegre:

—Buenos días, hijo. ¿Has dormido bien?

Orne admitió que había dormido muy bien. Veía a Diana y Polly que estaban en la puerta del salón principal.

—Debo irme —dijo Bullone—. ¿Ves lo que te decía? ¿Que este condenado trabajo se apodera de uno?

Diana y Polly se acercaron para interesarse por la salud de Orne. Todos salieron a despedir a Bullone, que se iba en la limusina volante.

El cielo estaba sin nubes, y en el aire flotaba un olor de plantas verdes y un débil aroma de flores.

—Hoy vamos a tomarlo con calma, Lew —dijo Diana—. Me lo han ordenado.

Le cogió de la mano al subir los escalones, después de la partida de su padre. Orne disfrutaba al tener la mano de ella en la de él; disfrutaba demasiado del contacto de manos, mucho más de lo que requería su ecuanimidad. Al llegar a la puerta, retiró la suya, se apartó a un lado y dijo:

—Pasa tu delante.

—Primero, vamos a desayunar —dijo Diana—. Has de recuperar las fuerzas.

"He de andar con cuidado —pensó Orne—. Toda la familia es demasiado abierta y encantadora."

De repente se acordó de cuán encantadoras eran las mujeres de Sheleb, antes de que se volvieran contra él. Su cuerpo lo recordaba con dolor.

—Creo que un picnic es lo que tu doctor ha recetado para hoy —dijo Diana—. Muy cerca de aquí hay una laguna con césped en las orillas. Nos llevaremos un televisor y un par de buenas novelas, o lo que quieras leer. Vamos a tener un día perezoso, un día de no hacer nada.

Orne vaciló.

—¿Y qué pasa con vuestra gran fiesta?

—Mamá ya se ocupa de todo.

Orne miró a su alrededor. Polly había entrado en la casa con un último:

—Daos prisa, vosotros dos; tendréis el desayuno preparado dentro de unos minutos.

Orne pensaba en las cosas que podían ocurrir aquel día en aquella casa; cosas que él debía observar. Pero no… Si su estudio de la situación había sido el correcto, Diana representaba un eslabón débil. Además, el tiempo se le estaba acabando. Era posible que, al día siguiente, los nathianos tuvieran el gobierno bajo control.

Sabía que debía tomar una decisión inmediata. Dijo:

—¡Oh, guía de mi destino, mi vida está en tus manos!

Y pensó:

"Confío en que no voy a resultar profeta."