Parte de nuestros problemas tienen su origen en el esfuerzo que hacemos para introducir un control exterior en un sistema-de-sistemas que debería estar mantenido por sus propias fuerzas equilibradoras internas. No intentamos identificar, para abstenernos de inhibirlos, estos sistemas autorreguladores de nuestra especie, de los que depende la misma supervivencia de la especie. No hacemos caso de nuestra realimentación interna de datos.
LEWIS ORNE de su Informe sobre Hamal
Para Orne había un período indeterminado que había transcurrido dentro de niebla negra; después, una etapa de dolor y el progresivo percatarse de que estaba en una incubadora.
Tenía que ser así.
Podía recordar la repentina explosión disruptiva, en Sheleb… Una explosión como si una fuerza silenciosa tirara de él, ningún sonido, sólo un estar envuelto en la nada.
Querida incubadora. Le hacía sentirse a salvo, resguardado de los peligros exteriores.
Pensó que aún había cosas que llegaban hasta dentro de él.
Recordaba… ¿Sueños, tal vez?
No estaba seguro de que fueran sueños.
Había algo relacionado con una azada y con los mangos.
Intentó atrapar aquel recuerdo que se le escapaba. Percibía su unión con la incubadora, y antes que esto, una conexión con alguna especie de sistema despiadado que le manipulaba, un efecto masivo que reducía toda su existencia a un nivel básico.
"¿Es posible que el hombre haya inventado la guerra y esté atrapado por su propia invención? —discurría Orne—. ¿Quiénes somos los del I-A para establecernos, como un comité de ángeles, para mediar en los asuntos de todas las clases de vida inteligente que se pongan a tiro?
"-¿Es posible que estemos influidos por nuestro Universo en una forma que desconozcamos?"
Le pareció notar que su cerebro, su mente y sus percepciones se mezclaban violentamente y visualizaba esta actividad como una manera peregrina de simbolizar todas las motivaciones y deseos de todas las clases de vida.
Sabía que, en alguna parte, dentro de él, existía una función atávica, algo de las antiguas tendencias que permanecía constante a pesar de las marcas de la evolución por la que había pasado.
De repente, se encontró frente a un pensamiento sobrecogedor.
"Los esfuerzos peor encaminados de la inteligencia son el intento de alterar el pasado, de eliminar las discrepancias y el insistir en la felicidad de todo el mundo a cualquier precio. El evitar hacer daño a los demás es una cosa; pero planear y ordenar la felicidad de los demás empleando la fuerza para conseguirlo, origina siempre una reacción igual y de signo contrario."
Orne se sumió en un profundo sueño, pero este pensamiento daba vueltas y más vueltas en su conciencia.