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La tierra más cercana dista trescientas millas, recordó de pronto Dennison.

El lento avance del capitán lo rechazó lejos también de las jarcias de mesana. Ahora estaba en la cubierta de popa. El queche seguía inmóvil en el mar negro y muerto. En el cielo las estrellas parecían más pálidas.

El capitán James saltó de pronto sobre el puente. Las piernas casi se le doblaron, pero consiguió mantener el equilibrio. Ahora podía impedir a Dennison que tratara de escabullirse corriendo en torno del queche. Podía continuar su avance, y a Dennison le quedaba sólo un metro y medio de puente, tras la cubierta de popa. Luego estaba el agua.

Dennison retrocedió aquel último metro y medio, decidido a no moverse de allí. Se apoyó en la borda y se encogió dispuesto a la lucha. El capitán avanzaba lentamente, y sólo tenía tiempo para…