NOTA DE LA AUTORA
Los autores siempre dicen de cada uno de los libros que escriben que es especial, que ocupa un lugar destacado en su corazón. Y es cierto, pero algunos despiertan un cariño más particular.
Para mí, este es uno de ellos. Nykyrian y Syn eran mis compañeros de juegos de la infancia. De niña pasaba mucho tiempo sola en casa mientras mis padres trabajaban y a menudo ponía del revés las sillas de la cocina y fingía que estaba volando por el espacio con mis mejores amigos a mi lado. Ya sé que parece una tontería, pero yo estaba enganchada y los adoraba.
A lo largo de los años he narrado muchas de las aventuras que tuve con ellos y cuando estuve en la universidad y decidí escribir mi primera novela «de verdad», es decir, la que iba a tratar de publicar, no había nadie más de quien quisiera hablar.
Me pasé un año preparando un borrador a mano de Hijo de la noche; sí, eso fue muy entretenido. Cualquiera que haya asistido a una de mis sesiones de firmas sabe lo ilegible que es mi caligrafía.
Durante las vacaciones de Navidad de 1986, me senté para descifrar mi terrible escritura y pasarlo a máquina. Naturalmente, no tenía máquina de escribir e intenté conseguir una.
Como tantas otras veces en mi vida, mi hermano mayor acudió a rescatarme y le pidió una prestada a su compañero de habitación. Me pasé todos los ratos libres, cuando no estaba en mis trabajos, mecanografiando el manuscrito. Cuando terminé, mi hermano vino a buscar la máquina de escribir y aún recuerdo su sonrisa cuando me dijo: «Sé que lo lograrás, nena. Ya tengo ganas de leerlo».
Mi hermano murió unas semanas después y no tuve corazón para enviar el manuscrito. Pasaron tres años antes de que recuperara el valor de volver a escribir y eso se lo debo a dos personas muy especiales en mi vida: Diana Porter Hillock, mi mejor amiga desde el instituto, y a mi marido, Ken. De no ser por ellos, no estoy segura de si habría vuelto a la escritura. Sé que si Ken no me hubiera comprado un procesador de textos Brother (no podía permitirse un ordenador), seguro que hoy no estaría escribiendo. Nunca se lo podré agradecer a ambos lo suficiente. Ni los maravillosos regalos de amor, apoyo y compañerismo que mi esposo me ofrece todos los días; sé que no me lo merezco. Espero que todo el mundo tenga a alguien en su vida como mi Ken, porque yo no sé qué haría sin él.
Hijo de la noche se compró en 1992, pero no se publicó hasta 1996. Es una larga historia que quizá cuente algún día. Fue el último libro que publiqué hasta 1999. Otra larga historia que se puede leer en mi página Web.
Es una de las tres únicas novelas que me han descatalogado y que, gracias a St. Martin, volverán a estar en circulación dentro de unos meses. Gracias a SMP, Monique, Matthew, Sally y Jen por darme la oportunidad de volar alto y por todo lo que vosotros, y el resto del equipo, hacéis día tras día para que los libros lleguen a las librerías. No podía pedir un mejor grupo de gente con el que trabajar.
Los que habéis leído o poseéis el original de Hijo de la noche, notaréis una diferencia de tamaño. En esta versión he podido recuperar las escenas originales del libro que se consideraron demasiado duras para el mercado de la época en que salió a la luz por primera vez. Como los libros de la Liga originales fueron publicados por diferentes editoriales, también tuve que dividirlos, cambiar nombres de personajes y cosas así para aparentar que no tenían relación entre sí. Todo eso ha cambiado y ahora se pueden leer como la serie que pretendían ser.
Espero que disfrutes de tu aventura en el universo Ichidian.
Este es el lugar en el que crecí y donde rondé por las calles con un asesino, un ladrón y un cazador de recompensas. Sí, yo era una niña bastante rarita. Y espero que regreses aquí próximamente con Hijo del fuego.
SHERRILYN KENYON