leagueTop8

Creo que deberíamos matarla.

Devyn miró a Sway, enfadado. Su amigo estaba sentado al otro lado de la mesa de reuniones, donde estaban tratando de elaborar un plan de acción.

—¿Qué? —Sway consiguió que su mirada fuera inocente de una manera algo fría y brusca—. Me ha fastidiado el día. Ha hecho que discutiera con mi esposa y ahora me dices que es una espía a la que han enviado para meternos a todos en la cárcel. ¿En qué parte de «mata a tus enemigos antes de que ellos te maten» te quedaste dormido? Tu padre era un asesino, igual que el meca. No te me pongas blando ahora. Ya sabes lo que harían ellos si estuvieran aquí. Tu propia madre la desmembraría y escupiría sus trozos sin siquiera parpadear.

—Tiene razón —concedió Alix—. No tenéis ningún motivo para ayudarme. ¿Por qué tendría que importaros?

Tocó la pantalla de la pared y apareció la imagen de una chica adolescente. Se parecía muchísimo a Alix, excepto porque sus rasgos tenían algo de angelical.

—Esta es mi hermana pequeña, Tempest Elenari Gerran. Anteayer fue su cumpleaños. Cumplió los dieciséis en la cárcel, con mi madre. Quizá me equivoque, pero apuesto a que cuando vosotros cumplisteis los dieciséis os organizaron una fiesta con regalos y vuestros amigos os felicitaron.

Pasó a la siguiente foto en la que se veía a una mujer de frágil aspecto, más o menos de la edad de la madre de Devyn. Llevaba el cabello rubio canoso recogido hacia atrás. La desesperación y la derrota se reflejaban en sus claros ojos grises. A diferencia de sus hijas, que aún conservaban fuego en la mirada, la dureza de su vida ya había podido con ella.

Alix se enfrentó a la hostilidad de Sway sin inmutarse.

—No me estaréis matando sólo a mí, las mataréis también a ellas. Tempest es virgen y está en la flor de la vida. ¿Se os ocurre qué será lo primero que le hará su nuevo dueño cuando la vendan? —Miró alrededor de la mesa antes de añadir—: No quiero que conozca nunca un horror como el que conocí yo cuando cumplí sus años.

A Devyn se le encogió el estómago al pensarlo y a Sway se le disparó un tic en la mandíbula.

—¿Cuántos días tenemos para liberarlas?

—Me dieron tres semanas para entregaros, pero quieren algo sobre Devyn pasado mañana.

Este soltó un suspiro de fastidio y dijo:

—La Talia aún funciona a baja capacidad. He contactado con Taryn. Starla y él vienen hacia aquí para servirnos de refuerzos si nos encontramos con algo desagradable mientras estemos de camino.

Sway se burló del eufemismo.

—¿Desagradable… como por ejemplo unos cruceros de guerra de la Liga dispuestos a colgar a una tripulación de idiotas?

Omari soltó un bufido.

—El idiota eres tú. Recuerda que podrías haberte ido a casa con Claria y que has elegido quedarte aquí.

—Cierra el pico, punki: no estoy de humor —dijo el hyshian. Luego miró a Devyn—. Starla viene hacia aquí, ¿eh? ¿Y te parece bien?

—No mucho, pero tampoco puedo hacer gran cosa al respecto.

Alix frunció el cejo al oír ese nombre desconocido. Por la expresión de Devyn, supo que había habido una historia entre ellos.

—¿Quién es Starla?

Sway esbozó una sonrisita irónica antes de contestar.

—La única hija de Darling Cruel y tercera al mando de la Sentella.

Alix se quedó boquiabierta al oírlo. Darling Cruel era un aristócrata con conexiones políticas, que incluso Taryn envidiaría, y dirigía la Sentella, que era la organización más importante de las que se oponían a la autoridad de la Liga. Pero como no violaba abiertamente ninguna ley, no podían actuar contra ellos.

—¿Cómo es que conocéis a los Cruel?

Devyn le sonrió divertido.

—Todos hemos crecido con Starla y todos queremos estrangularla. Es de lo más intensa y va a por todas sin la menor sutileza y con más testosterona que todos nosotros juntos.

Eso confundió aún más a Alix.

—Si no os soportáis, ¿por qué viene?

—Somos una familia y esto es una pelea. No querría perdérselo por nada.

—Ni tú tampoco.

Alix pegó un brinco al oír una nueva voz. Se volvió en la silla para mirar a la inesperada aparición.

¡Oh, Dios!

Era un hombre guapo hasta un punto inhumano. Alto y peligroso, con los ojos grises más fríos que ella hubiese visto nunca. Iba vestido todo de negro, con el cabello recogido en una coleta floja, el cuello de la chaqueta levantado y con botones plateados que le bajaban hasta la cintura. Lo rodeaba un aura de aristocrática elegancia a la vez que de ruda brutalidad.

Al verlo, a Alix se le erizó el vello de la nuca.

Devyn no parecía intimidado y sólo soltó un resoplido de fastidio.

—¿Qué estás haciendo aquí, Nero?

Este apartó la silla que había junto a Omari y se sentó en ella como si fuera el dueño de la nave.

—Tu padre me ha llamado y me ha enviado aquí con una pieza de recambio. No quiere que pares ni un momento. Y también estoy aquí, y lo cito a él textualmente: «Para joder a cualquiera que vaya a por Devyn».

Nero levantó una mano y una botella de agua salió disparada desde la unidad frigorífica que había en medio de la mesa hasta él.

Alix abrió mucho los ojos cuando finalmente comprendió cómo el recién llegado había conseguido entrar en la nave y en la sala sin abrir la puerta.

—¿Eres trisani?

Los trisani eran una raza casi mítica, cuyas habilidades psíquicas se habían convertido en leyenda. Y los trisani macho adultos eran incluso más raros, ya que sus poderes eran tan fuertes que normalmente acababan con ellos antes de superar la pubertad.

Nero bebió un trago de agua antes de responder.

—Encantado de conocerte, Alix.

—¿Cómo es que sabes mi nombre?

—Como has dicho, soy trisani. —Le guiñó un ojo.

Omari resopló.

—Sí y ten cuidado con lo que piensas. Te puede leer el pensamiento sin siquiera intentarlo.

Nero lo miró divertido.

—Sí, y me encantará que por fin eches un polvo y dejes de… Oh, espera. Eres un macho. Nunca dejarás de tener esos pensamientos. Mierda, necesito lejía para los ojos.

Devyn rio.

—¿Y dónde está el recambio?

—Ya lo he instalado. No me serviría de nada traerlo hasta aquí para luego dejarlo en el suelo.

Sway soltó un silbido de admiración.

—Tío, mataría por tener esos poderes.

Y ese era el problema. Que mucha gente lo había hecho.

Nero se frotó el mentón con el pulgar.

—¿Y qué estáis planeando?

—Suicidio. —Devyn se echó hacia atrás en la silla—. Me alegra que puedas unirte a nosotros en eso.

Nero puso los ojos en blanco y miró a Omari.

—¿Cómo van tus estudios, chaval?

—Aún no estoy muerto. Todo va bien.

—Me alegro. Todo eso de la combustión espontánea puede desanimar a cualquiera. Y además también te destroza la ropa. Te lo digo por experiencia. —Luego volvió a mirar a Devyn—. ¿Así que vamos a matar a Merjack?

Alix se quedó parada ante la falta de concentración del trisani y la rapidez con que cambiaba de un tema a otro.

Pero Devyn no era tan sanguinario como Nero. O quizá el término correcto sería «estúpido».

—A no ser que convenzamos a la Liga y podamos conseguir de ellos una orden de asesinato, no podemos.

Nero apretó los labios.

—Bah, eres digno hijo de tu madre. —Escupió las palabras como si fueran asquerosas—. Confía en mí, Dev. Conozco unas doscientas maneras de matar a alguien y todas excepto dos parecerían accidentes.

Alix negó con la cabeza al ver el cejo de burla de Devyn.

—Tus amigos son gente de lo más sanguinaria…

Nero la miró como si fuera lenta de entendederas.

—Es lo que pasa cuando los asesinos se reproducen. Que suelen pasar sus tendencias violentas a sus hijos. —Volvió a mirar a Devyn—. Te digo que podría hacer que tuviera un aneurisma y nadie se enteraría.

Alix lo miró con una mueca de desagrado.

—¿Y esa clase de asesinato no te importa?

Nero la miró crispado.

—Teniendo en cuenta todo lo que la gente me ha hecho durante mi vida, pequeña, sobre todo durante la infancia, cuando no podía defenderme, la humanidad tiene suerte de que no me pase la vida matando. En cuanto a los Merjack… tengo una deuda con ellos que ninguna cantidad de violencia por mi parte podrá saldar. Así que no, no me importa nada matarlo.

—Pero esta no es tu lucha —intervino Devyn, y Nero apartó su glacial mirada de Alix—. Es la mía. Es a mi familia a los que busca y soy yo quien va a resolver esto.

Nero resopló ante esa bravuconería.

—Los aneurismas son más rápidos; sólo lo decía por eso.

A Devyn no le hacía gracia su insistencia.

—Merjack tiene que sufrir por lo que le ha hecho a la familia de Alix. Si muere, ellas siguen siendo esclavas. Propiedades legales. Y serán vendidas al mejor postor… después de que las violen. Primero tenemos que conseguir manumitirlas y después ya nos encargaremos de él.

Nero adoptó una expresión de absoluto fastidio.

—Aún no entiendo por qué no puedo matarlo y luego tú las compras a ella y a su familia. No será que no tienes dinero. La poca gente que podría ofrecer más que tú son de tu familia y no lo harían. Incluso, si lo hicieran, nunca les harían daño a ella o a los suyos.

Devyn tuvo ganas de estrangularlo por su tozudez.

—Scalera, no es tan simple. Primero, el gobierno no tiene por qué venderlas. Puede decidir quedárselas como esclavas y entonces no podríamos hacer nada. Segundo, como son esclavas que les pertenecen, los rits podrían matarlas porque sí. Eliminación de propiedad… algo en lo que esos cabrones tienen mucha práctica.

—Ese es un buen argumento.

Alix miró a Nero.

—¿No podrías teletransportarlas a un lugar seguro, como acabas de hacer con el recambio?

—No. El recambio no era orgánico ni pesaba mucho. No se mueve y me chupa los poderes, ni se resiste. Puedo hacer aparecer un momento a alguien, pero sacar a dos mujeres desde esta distancia… se me achicharrarían las neuronas y me quedaría como un vegetal.

Sway rio.

—¿Y cuál sería la diferencia con tu estado normal?

Omari no le prestó atención mientras se inclinaba hacia adelante.

—Quizá podamos encontrar algo que Merjack quiera e intercambiarlo por ellas.

—Lo que quiere es a tu padre, cachorro —contestó Nero, mientras hacía rodar la botella de agua de un lado a otro ante él—. ¿Querrías hacer esa transacción?

—Hum… hoy no. No me ha hecho cabrear.

Devyn se tocaba la barbilla mientras consideraba las opciones que tenía.

—Tiene que tener trapos sucios. Su familia era demasiado corrupta como para que él sea completamente inocente.

—Los trapos sucios siempre vienen bien —reconoció Nero—. ¿En qué estás pensando?

—No estoy seguro. Déjame que ponga a mi padre en esto y veamos qué puede encontrar sobre el pasado de Merjack. Debe de haber algo que quiera ocultar. Algo que podamos emplear.

Alix deseo poder creerlo.

—¿Y si nos equivocamos? ¿Y si no tiene trapos sucios?

—Oh, yo puedo responder a eso. —Omari levantó la mano como si estuviera en clase y luego la dejó caer—. Morimos todos.

Nero se rio.

—Me encanta la angustia adolescente. Por cierto, chaval, hay cosas peores en la vida que morir.

—¿Como qué?

Alix le respondió antes que él.

—Vivir como esclavo.

Nero le echó una mirada que decía que la entendía perfectamente y eso la hizo preguntarse si habría tenido un pasado similar al suyo para saberlo.

A Devyn se le hizo un nudo en la garganta al oír el dolor en la voz de ella. Deseaba consolarla, pero no era el momento.

—Muy bien, señores y señora. Tenemos un día y medio para prepararlo todo. Merjack quiere pruebas y nosotros queremos a Merjack. Esperemos que gane el mejor equipo.

Omari carraspeó.

—Si no, estamos jodidos.

• • •

Alix llamó a la puerta de Devyn. Seguramente no debería estar allí, pero quería hablar con él a solas y agradecerle una generosidad que no había esperado, sobre todo después de haberle mentido.

La puerta se abrió.

Devyn estaba sentado a la mesa, trabajando en el ordenador.

—¿Qué puedo hacer por ti?

Alix entró indecisa y la puerta se cerró a su espalda.

—Sólo quería darte las gracias por no lanzarme por una esclusa y por ayudarme con mi familia. Nunca lo habría esperado.

—No tiene importancia. Nosotros nos dedicamos a ayudar a la gente.

—Sí, pero a diferencia de los demás, no tengo ningún modo de pagártelo.

Devyn se quedó inmóvil, como si ella acabara de insultarlo.

—¿Crees que me pagan por lo que hago?

—Claro. Por eso haces de intermediario, ¿no? Se saca mucho más dinero que con el transporte de carga.

Él hizo una mueca de desdén.

—Nunca he aceptado ni nunca aceptaré ni un solo crédito por lo que hago. Llevamos a cabo misiones humanitarias para los que no tienen nada. Lo que hacemos es por compasión, no buscando provecho.

Alix se quedó tan anonadada por su indignación como por sus palabras.

—No lo entiendo. ¿Cómo puedes permitirte una nave como esta si no te pagan?

—Estoy forrado, Alix. En el peor sentido de esa palabra.

—No lo entiendo.

Su padre era un ladrón de información retirado y su madre una rastreadora. Aunque más lucrativas que la de su propio padre, tampoco eran profesiones que hicieran rica a la gente, pensó ella.

—Además de ser propietario de parte de la Sentella, mi padre es el dueño de Precision Shipping.

Alix se quedó boquiabierta. Precision Shipping era la compañía de transporte número uno del universo. Tenían contratos con todo el mundo. Literalmente.

—Y mi madre es la copropietaria de Dagan Investment Group.

Eso la dejó aún más atónita. DIG era la organización no gubernamental más importante que existía. Financiaban escuelas, cooperativas, hospitales… lo que fuera.

Él la miró fijamente a los ojos.

—La única persona en esta nave que cobra por lo que hace eres tú, Alix. El resto vivimos de nuestros fondos y los usamos en las misiones humanitarias. Hago lo que hago porque no soporto ver a gente inocente acosada por gobiernos corruptos. No deseo ver a ningún bebé pasar hambre y morir, sólo porque algún político gordo quiera hacer trabajar a sus padres hasta el agotamiento extrayendo algún mineral cuyo nombre la mayoría de ellos ni sabe pronunciar.

Ella se sintió fatal al oírlo por lo mucho que se había equivocado al juzgarlo.

—Lo siento, Devyn. No tenía ni idea. No puedo creer que casi te haya llevado a la muerte.

—Bueno, no eres la primera persona que me ha juzgado mal. Y dudo que seas la última.

—Pero no lo entiendo. Si no vas por ahí cargándote a gente, ¿por qué te persigue la Liga?

—Muy sencillo. Fui un soldado que acabó con su oficial al mando y la mitad de su unidad. El padre de Taryn, el emperador Quiakides, consiguió que retiraran los cargos contra mí, pero eso no significa que la Liga no siga persiguiéndome. Después de todo, romper su bloqueo, que impide la llegada de suministros a la población civil, se considera traición. Si pillan a alguien haciendo eso, está acabado.

—¿Por qué mataste a tu unidad?

—Querían que dejara morir a Omari.

Alix se horrorizó.

—Vik me contó que habías dejado la Liga para salvar a Omari, pero no sabía que los hubieses atacado para defender. Creía que estaba siendo metafórico cuando me dijo que habías echado por la borda tu carrera por él. —Negó con la cabeza—. ¿Cómo pudieron pedirte que abandonaras a tu propio hijo?

—Entonces no era mi hijo. Sólo un niño herido llamando a gritos a su madre, que estaba muerta en la cuneta, junto a él, víctima de un ataque de la Liga. Desde pequeño me enseñaron que no se hace daño a los niños. Hagan lo que hagan, hay que quererlos.

Ella lo miró asombrada.

—¿Tienes algún fallo?

Devyn rio mientras se recostaba en el asiento.

—Más de los que debería.

—¿Como cuál?

Se puso serio.

—Maté a la mujer con la que se suponía que me iba a casar.

—Mientras ella trataba de matarte.

—Sí, pero la mayoría de los hombres no lo hubieran hecho. Tengo un temperamento explosivo que se dispara con nada. Y aunque sigo un código de honor, mataría a cualquiera que amenazara a mi familia o a mí.

—Menos a Merjack.

—Merjack está vivo porque quiero que la rueda pare. Si me lo cargo a él, su hijo viene a por nosotros, etcétera. Mi objetivo es romper esa cadena y asegurarme de que, cuando acabe con él, no le quedará valor ni capacidad para seguir persiguiendo a mi familia.

—¿Y si no puedes?

—«No puedo» no está en mi vocabulario. Conseguiré hundirlo. Del todo. Y acabaré con este asunto de una vez por todas.

Un temblor de respeto mezclado con deseo recorrió la espalda de Alix. Le encantaba verlo tan feroz, sobre todo cuando era para proteger a los suyos, y le hacía desear haber nacido en un momento y un lugar diferentes.

Pero eso eran sueños estúpidos. Devyn era el hijo de un rico armador y ella una miserable esclava.

Abatida, bajó la vista hacia la foto de marco electrónico que él tenía sobre la mesa. Una sonrisa apareció en sus labios al ver a una hermosa mujer pelirroja.

—¿Tu madre?

Devyn asintió. La pantalla destelló y se vio a una pareja.

—Este es mi padre con ella.

—Te pareces a él.

—Me lo dice todo el mundo, pero yo no lo veo. Excepto por los ojos.

La siguiente foto era de Zarina y él, cuando la chica era una niña, luego seguían un montón de fotos de Devyn con dos chicos rubios.

—Los hermanos de Zarina, Adron y Jayce —explicó.

—Tienes mucha familia.

—Dímelo a mí. Cuando era pequeño, no tenía ninguna intimidad. Adron siempre se quedaba en casa porque quería «tener espacio». —Rio—. Ese chico vivía en un palacio diez veces mayor que nuestra casa, que, no me entiendas mal, también era bastante grande, pero, aun así…

Luego vio a Taryn con su mellizo y varias fotos de Omari más pequeño.

Tocó una foto del chico sujetando a Manashe cuando este era un cachorro.

—Omari es estupendo, ¿verdad?

—Sí. No podría sentirme más orgulloso o quererlo más si lo hubiera engendrado.

Alix sonrió al notar el orgullo en su voz y se inclinó para besarlo.

Él la miró arqueando las cejas.

—¿Te estás poniendo juguetona otra vez?

—Me pongo juguetona siempre que estás cerca de mí. Lo cierto es que no creo que pueda agradecerte lo suficiente lo que estás tratando de hacer.

La mirada de Devyn se oscureció mientras ella le abría la camisa.

—No tienes que hacer esto para darme las gracias.

—No lo hago.

Lo hacía porque quería sentirse a salvo de nuevo y sólo entre sus brazos se había sentido así.

Devyn se levantó y comenzó a ir hacia la cama.

La mirada de Alix cayó otra vez sobre las fotos y, de repente, al pasar a otra imagen, su sonrisa y su deseo se desvanecieron al instante. Cogió el marco y detuvo la foto.

No…

No podía ser.

Sin embargo, aquel rostro resultaba inconfundible. Era una versión más joven, pero era el mismo hombre, sin duda.

Miró a Devyn totalmente asombrada y horrorizada.

—¿Por qué tienes una foto del teniente Whelms?

Devyn frunció el cejo.

—Es mi medio hermano, Paden.

—Sí. Paden Whelms. El hombre a quien debía entregarte en Charisis.