(EL QUIRÓFANO)
1. Tomamos al individuo, lo desnudamos, amordazamos y cegamos.
2. Lo tendemos en la mesa con las piernas y la rabadilla sobre la superficie, y el tronco, en su mayor parte, fuera de la mesa, al aire, forzando al individuo a que se mantenga a pulso (ver ilustración en anexo). De esta forma lograremos una tensión adecuada en sus músculos, lo que permitirá una optimización en la energía empleada.
3. Con una vara fina —recomendamos el mimbre por su flexibilidad y resistencia, o el vergajo, también conocido como «verga de toro»— comenzamos a golpear el cuerpo; primero de forma suave aunque constante, incrementando progresivamente la intensidad y la potencia de los varazos.
4. Se aconseja iniciar los vergajazos en la zona genital, distribuyendo desde ahí a los muslos, el estómago, el pecho y la cabeza, aunque siempre sin descuidar la zona genital.
5. Simultáneamente, un segundo operario puede utilizar un travesaño de madera para golpear las plantas de los pies del individuo.
6. Concéntrese el tormento en sesiones rápidas y decididas, cesando a continuación durante unos minutos antes de comenzar una nueva sesión. De esta forma el individuo puede recuperar entereza para mantener la necesaria tensión muscular, y los responsables de la fustigación pueden tener descanso, necesario para evitar pérdidas de frecuencia en los azotes. En casos de necesidad, no obstante, pueden turnarse varios operarios.
(LA BARRA)
1. Tomamos al individuo, lo desnudamos, amordazamos y cegamos.
2. Seleccionamos una barra resistente, que no admita deformaciones, de un diámetro suficiente (entre 5 y 15 centímetros) y suspendida a una distancia del suelo equivalente a 1,6 veces la estatura del individuo. Son especialmente recomendables, por su dureza y por el calor que despiden, las tuberías de los sistemas de calefacción central.
3. Atamos las manos del individuo —preferiblemente con unos grilletes comunes— por encima de la barra de forma que ésta quede entre sus brazos, y el cuerpo cuelgue por debajo de ella (ver ilustración en anexo).
4. Colocamos un taburete bajo los pies del colgado. La altura del taburete —servirá cualquier tipo de asiento sin respaldo— debe ser tal que el individuo sólo llegue a rozar la superficie del mismo con la punta de los dedos de los pies. De esta forma intentará apoyarse de puntillas, lo que conseguirá un estiramiento especialmente dañino en la columna vertebral que, de prolongarse, puede ocasionar lesiones fatales.
5. Tiempo aproximado de empleo: no menos de seis horas. El tiempo máximo está en función de la resistencia del individuo y del objetivo que persigamos: aviso (máx. ocho horas), escarmiento (máx. diez horas), castigo ejemplar (máx. quince horas) o confesión (hasta que ceda).