Sin que el autor sea víctima de ese afán de realidad que enturbia tantos relatos, esa etiqueta concesiva (Basado en Hechos Reales) que puede transparentar algunas inseguridades del autor ante el siempre implacable examen de realidad de los lectores menos crédulos, ese encubrir ficciones con máscara de reportaje y que demasiadas veces acaba por falsificar realidades que son maltratadas en su paso a la novela; sin que el autor sea víctima de ese afán, sí cree necesario, o al menos recomendable, una breve aproximación bibliográfica al elegido personaje (llamémoslo ya como lo que es, un personaje), la curiosidad que nos lleva a contrastar nuestro inicial hallazgo en otros índices onomásticos del período, sólo por asegurar su insignificancia histórica, su completo olvido, para evitar así el citado afán realista y poder centrarnos en la ficción; pero también por aprovisionarnos con cualquier resquicio de verdad que pudiera enriquecer la escasa imaginación del autor —o, al contrario, templar su exceso imaginativo—. Así, comprobamos que no hay mención alguna al seleccionado Julio Denis en las obras de primera consulta (la ya citada Historia de Tuñón, pero tampoco en Tusell, La dictadura de Franco, Alianza, 1988; y La oposición democrática al franquismo, Planeta, 1977; Payne, El régimen de Franco, 1936-1975, Alianza, 1987; Fontana, España bajo el franquismo, Crítica, 1986; Preston, Spain in crisis. The evolution and decline of the Franco Regime, Sussex, 1976). Pero tras varios días de disciplinada visita a la biblioteca nuestra pesquisa alcanza un minúsculo éxito, pues nuestro profesor es nombrado, sólo nombrado, por Hermet (L’Espagne de Franco, Gallimard, 1971, pág. 278): «A conséquence de leur participation aux incidents du campus de Madrid, les professeurs Aranguren, Tierno Galván, García Calvo, Aguilar Navarro, Montero Díaz et Denis ont été sanctionnés et expulsés de l’Université.» Lo cual, pese a seguir ajenos a esa ansia por entregarnos al relato real, nos decide a ampliar el plazo de búsqueda durante varios días: jornadas en las que el autor enlaza títulos a partir de las bibliografías recomendadas de cada período (también algunos días el autor se distraerá, inevitablemente, en lecturas que nada tienen que ver con nuestro propósito, pero una biblioteca es siempre un espacio de estruendosos reclamos, escritores recordados o descubiertos, azares librescos, sillones mullidos para la poesía, la prensa del día disponible, o la sirena puntual de los momificados tomos del Espasa, con la gozosa lectura de ciertos artículos). Decidimos al fin centrarnos en la sección correspondiente al movimiento estudiantil y una vez más la búsqueda resulta inútil (ninguna mención en Maravall, Dictadura y disentimiento político. Obreros y estudiantes, Alfaguara, 1978; Nieto, La tribu universitaria, Tecnos, 1984; Garrigo, La rebeldía universitaria, Guadarrama, 1975; Ruiz Carnicer, El Sindicato Español Universitario (SEU), 1939-1965, Siglo Veintiuno de España Editores, 1996), hasta que un par de referencias animan nuestra intención narradora y nos hacen rozar cierta euforia. En primer lugar, Farga (Universidad y Democracia en España: 30 años de lucha estudiantil, Era, 1969, pág. 356): «La disolución de la denominada Asamblea Libre de Estudiantes y Profesores, el apartamiento de los profesores de sus cátedras y la expatriación del profesor Denis, sólo permitieron una falsa calma en la universidad madrileña en los meses siguientes, mientras la conflictividad se extendía a Barcelona y a otros núcleos universitarios en España.» Por su parte, Montoro (La Universidad en la España de Franco, CIS, 1981, pág. 193), aporta un destino inevitablemente literario: París: «El 13 de agosto se hizo efectiva la separación definitiva de la universidad de los catedráticos Aranguren, Tierno y García Calvo. Para Aguilar Navarro y Montero Díaz se decidió una suspensión por dos años. El profesor Denis, detenido pese a no haber tomado parte en las asambleas, fue obligado a dejar el país con destino a París. En la universidad de la capital francesa se instaló igualmente García Calvo, mientras que Tierno regresó a Princeton y Aranguren marchó a California.» Fin de la búsqueda, adelante la ficción.