Probemos con la historia del profesor Julio Denis (Carreras y Ruiz Carnicer, op. cit.), que de entrada muestra indicios razonables de raíz novelesca (¿por qué lo detuvieron y expatriaron? ¿Adónde fue expatriado? ¿Qué tipo de error pudo cometer la policía? ¿Cuáles fueron esas inverosímiles acusaciones?). Las preguntas a formular, sin embargo, son otras. ¿Seremos capaces de construir una novela que no mueva al sonrojo al lector menos complaciente? ¿Sabremos convertir la peripecia de Julio Denis en un retrato de la dictadura franquista (pues no otro será el objetivo de la posible novela) útil tanto para quienes la conocieron (y olvidan) como para quienes no la conocieron (e ignoran)? ¿Conseguiremos que ese retrato sea más que una fotografía fija, sea un análisis del período y sus consecuencias más allá de los lugares comunes, más allá del pintoresquismo habitual, de la pincelada inofensiva, de la épica decorada y sin identidad? ¿Será posible, en fin, que la novela no sea en vano, que sea necesaria?