La teosofía es una ciencia espiritual en un doble sentido: expone un cuerpo de conocimientos religiosos (o dogma) adquirido por medios físicos y enseña técnicas espirituales encaminadas a promover la iluminación (incluido el estudio), la plegaria y la meditación. Leadbeater impulsó ambos aspectos en el trabajo de la Sociedad; pero si bien alentó a los miembros ordinarios a que desarrollaran su capacidad de devoción, los poderes psíquicos se los reservó casi enteramente para él. Como Blavatsky, sabía lo importante que era controlar el acceso a los Maestros.
En el núcleo de su enseñanza estaba la idea del «Sendero»: el camino que las personas deben seguir para desarrollar su vida espiritual[128]. Esta idea siempre fue importante en la teosofía, incluso con Blavatsky. Pero mientras ella tendía a subrayar lo difícil que era para los mortales seguir el Sendero, Leadbeater dio una vuelta completa a la fórmula, dando a entender que nadie que estuviera relacionado de cerca con él podía ser un miembro ordinario y que, por tanto, todos los miembros de su círculo estaban de facto en el Sendero. Consecuencia de esto fue la aparición de una especie de sistema de honores espirituales entre la élite teosófica, en la cual los amigos y discípulos (venían a ser lo mismo) de Leadbeater estaban constantemente buscando su promoción. Para desesperación de sus enemigos en la Sociedad —y eran muchos— Annie no sólo aprobó esto, sino que lo apoyó activamente.
Al mismo tiempo, Annie dio rienda suelta a su pasión por fundar nuevas organizaciones dentro de la Sociedad. Entre su elección como presidenta en 1907 y el estallido de la guerra en 1914, estableció o apoyó activamente la Orden del Servicio Teosófico, los Hijos de la India, las Hijas de la India, la Oficina de Actividades Teosóficas, la Orden del Sol Naciente, la Orden de la Estrella de Oriente, el Comité de Ayuda a Estudiantes Indios Necesitados, el Temple de la Rosa Cruz, la Orden de la Sannyasis Teosófica, la Liga Preparatoria de Sanadores, la Liga de San Cristóbal, los Servidores de los Ciegos, la Liga Imperial de Servicios del Pensamiento Moderno, la Orden de la Paz Mundial, la Hermandad de las Artes, la Liga de la Oración, la Liga de la Redención, la Liga de la Investigación Humana, una docena de escuelas budistas y el Banco Teosófico de Finlandia.
El resultado del entusiasmo fundacional de Annie, junto al interés de Leadbeater por los sacramentos, órdenes y vestiduras, fue un aumento descomunal de la parafernalia teosófica. Aunque en sus primeros escritos (como en los de Anna Kingsford) puso el acento en la interioridad y advirtió de la necedad de tomar la apariencia como realidad, Annie Besant no descuidaba su propia apariencia y gozaba vistiendo las galas de las diversas órdenes teosóficas que ella y Leadbeater habían fundado. Con el paso de los años, ambos se volvieron aún más locos con las ceremonias y uniformes, cargos y condecoraciones.
Leadbeater se sintió igualmente libre para hacer predicciones de inminentes maravillas. HPB, desenfrenada con sus fenómenos, siempre se mostraba circunspecta cuando tenía que hacer profecías de acontecimientos espirituales importantes, diciendo que «Ningún Maestro de Sabiduría del Este aparecerá o enviará a nadie a Europa o América… hasta el año 1975»[129], en cuya época ella, con toda seguridad, ya no estaría viva. Su autonombrado discípulo no estaba de acuerdo y no temía desafiar la autoridad de Blavatsky cuando le convenía. Creía —decía él— que el Señor Maitreya —un ser a quien identificaba vagamente con Cristo— estaba a punto de «manifestar» el comienzo de una nueva era y que Leadbeater estaba vigilante a la espera del vehículo de esa manifestación: el nuevo Mesías o Maestro del Mundo[130]. Esto le dio la oportunidad de probar para este papel a una serie de muchachos atractivos. A uno —Hubert van Hook— se le preparó como futuro salvador.
Era el más indicado. El padre de Hubert, el doctor van Hook, de Chicago, había sido el más ferviente defensor americano de Leadbeater durante el proceso de 1906, y en noviembre de 1909 la señora Van Hook llevó al joven Van Hook a Adyar para hacerse cargo de su misión, pues requería la proximidad de Leadbeater, que tenía que supervisar cada uno de sus movimientos. Pero cuando los Van Hook llegaron a Madrás con la señora Russak en noviembre de 1909, los sucesos se habían adelantado y Hubert se vio obligado a compartir sus lecciones con un muchacho que lo había suplantado antes de que llegara. Porque Leadbeater había encontrado otro vehículo que le parecía más prometedor.
La historia del descubrimiento de Krishnamurti ocupa la parte central de la mitología teosófica. Es como sigue: Poco después de febrero de 1909, cuando Leadbeater regresó a Adyar desde Europa, Annie se ausentó en un largo viaje a Londres, dejando en su lugar a Leadbeater. Sus dos ayudantes, Ernest Wood y Johann van Manen, acostumbraban a bañarse en el mar al atardecer, y Leadbeater los acompañaba en ocasiones, aunque siempre permanecía en la playa mientras los otros nadaban. Entre sus poderes psíquicos figuraba la capacidad de percibir el aura, el campo coloreado de fuerzas magnéticas que, según Mesmer, acompaña a cada objeto, aunque es invisible a simple vista. Una tarde de la primavera de 1909, Leadbeater observó el aura extraordinaria que rodeaba a uno de los muchachos indios que chapoteaban en el agua. El chico estaba sucio y despeinado. También había llamado la atención de algunos testigos, entre ellos Wood, que ya lo había ayudado en sus trabajos escolares en casa, pues era casi bobo, lo cual hace creíble que Leadbeater no cediera a sus preferencias de pederasta sino que se atuviera a su visión interior. Fuera como fuera, se encaprichó del muchacho y a los pocos días Leadbeater anunció a sus seguidores que este niño estaba destinado a ser un gran maestro, incluso más sabio que la propia señora Besant.
Jiddu Krishnamurti era hijo de Jiddu Narianiah, funcionario jubilado y ferviente teosofista, que vivía muy pobremente en los aledaños del complejo de Adyar. Leadbeater le pidió a Narianiah que un sábado le trajera a Krishna (como se le conocía). El muchacho y su nuevo protector se sentaron juntos en un sofá y Leadbeater puso su mano en la cabeza de Krishna mientras investigaba las vidas pasadas del muchacho. Las investigaciones se prolongaron durante varios sábados, y Leadbeater escribiría después a Annie, entonces en Europa, que Krishna tenía «una serie de vidas mejores incluso que las de Hubert, aunque no creo que sean tan sensacionales»[131]. Convencido de que el muchacho era de verdad el avatar del Señor Maitreya, Leadbeater se hizo cargo enseguida de Krishna. Lo frotaron, limpiaron y fue sometido a un estricto régimen higiénico y educativo dentro del complejo. También se puso ocultamente a prueba con el Maestro Koot Hoomi, a quien Krishna visitaba cada noche en su cuerpo astral para recibir quince minutos de instrucción.
Entretanto, Leadbeater dictó los resultados de las sesiones sabatinas a Wood y Van Manen, y los dictados sirvieron para una serie de artículos que se publicaron en The Theosophist bajo el título de «Rasgaduras en el velo del tiempo», y que luego se recogieron en un libro titulado Vidas de Alción. Estas «rasgaduras» llegaron más allá de lo que hasta entonces había descubierto Leadbeater, y fueron pronto el tema de conversación en la Sociedad. Había un total de treinta vidas, desde el año 22662 a.C. hasta el 624 d.C., y cada una se presentaba como una biografía de Alción (el nombre que Leadbeater le dio al ser que supuestamente habitaba entonces el cuerpo de Krishna), completada con la lista de sus parientes y amigos. Porque resultaba que, en cada una de estas vidas anteriores, figuraban todas las personas que conocía Leadbeater, con identidades distintas y sexos diferentes en algunos casos. Alguno había sido un famoso personaje histórico. Otros habían vivido en la Luna y en Venus.
De esta forma, Leadbeater había sido esposa de Annie, y Krishna, hijo de ambos, en el año 40000 a.C.; mientras que en el año 12000 a.C. Leadbeater se casaba con Francesca Arundale en Perú y tenían como vástagos a Bertrand Keightley y a A. P. Sinnett. En otras edades, la señora Besant se casaba con doce esposos a quienes preparaba ratas asadas, y Julio César se casaba con Jesucristo. Las encarnaciones finales son como la apoteosis de una comedia de enredos cósmica, con más de doscientos personajes. Era inevitable que en una tarea tan complicada se produjeran contradicciones o discrepancias. Siempre que los ayudantes de Leadbeater encontraban una, se lo advertían al maestro, que inmediatamente entraba en un breve trance y rectificaba el error.
Tanto éxito tuvo aquello, que los miembros de la Sociedad iban de un lado para otro preguntándose entre ellos: «¿Estás en las Vidas?». Vidas de Alción amenazó con convertirse en el Debrett[132] del mundo espiritista y los teosofistas empezaron a luchar ferozmente por ocupar un puesto en la Banda de los Servidores, espíritus eternos que siempre acompañaban al Señor Maitreya y que se encarnaban en cualquier cuerpo que encontraban a mano. Esto tuvo sus problemas. Los miembros temían aparecer entre los villanos de la comedia, todos los cuales eran fácilmente reconocibles como antiteosofistas o críticos de Leadbeater en el escándalo de 1907. También se observaron anomalías inquietantes[133]. Cada vez que Leadbeater se interesaba por un nuevo muchacho, éste aparecía súbitamente en las Vidas; en efecto, el papel de Krishna fue adquiriendo mayor importancia, con encarnaciones cada vez más lejanas, a medida que Leadbeater se encaprichaba más de él. Pero también Wood y Van Manen encontraron pruebas de la falsedad en los aposentos del jefe: notas y mapas detalladamente preparados con anterioridad a las supuestas revelaciones astrales espontáneas del Archivo Akashic. Tan condenatorias eran las pruebas, que persuadieron a la Theosophical Publishing House para que suspendiera definitivamente la publicación del libro (El fiel Jinarajadasa publicó finalmente Vidas en 1923, pero para entonces no interesaba a nadie).
El entusiasmo de Leadbeater por Krishnamurti no era correspondido. El primero era un maestro impaciente y autocrático y el segundo, para decirlo con palabras amables, era un muchacho soñador, que en el colegio había sido cruelmente castigado por su estupidez y falta de atención. En una ocasión, el mismo Leadbeater llegó a abofetear al muchacho y éste nunca lo olvidó. Ciertamente era un mal estudiante. Después de veinte años en la Sociedad, confesó que nunca pudo leer de cabo a rabo cualquiera de los libros teosóficos y que únicamente recordaba los índices, aunque esto no debiera sorprender mucho a cualquiera que se las haya tenido que ver con La doctrina secreta o La luz astral.
Sí que tenía, en cambio, talento para la comunión oculta con los Maestros, a quienes veía constantemente, desde las primeras sesiones con Leadbeater hasta el día en que, años más tarde, se cruzó con uno de ellos mientras paseaba, y decidieron no aparecérsele más. Gracias a este talento, Leadbeater estaba dispuesto a perdonarle casi todo. Las visitas de Krishna a Koot Hoomi dieron como fruto la publicación en diciembre de 1910 de un librito, A los pies del Maestro, en el cual Krishna relata las enseñanzas de KH. Ni que decir tiene que fue toda una hazaña para un muchacho atrasado de dieciséis años que dominaba mal el inglés; sólo podía explicarse por causas sobrenaturales o porque Leadbeater hubiera escrito el texto. Como observaría amargamente Wood después, el libro estaba escrito «muy en el estilo del señor Leadbeater»[134], aunque su antiguo jefe protestó diciendo que era natural que así fuese en un muchacho que estaba bajo su supervisión e influencia, lo cual no menoscababa la autoridad y autenticidad del libro. Los lectores estuvieron de acuerdo con Leadbeater. A los pies del Maestro alcanzó en muy poco tiempo cinco ediciones en inglés y veintidós en idiomas extranjeros, dando a conocer a Krishnamurti a un público más amplio. Hoy, ochenta años después, el libro se sigue editando.
Los progresos de Krishna en el ocultismo fueron muy rápidos. Aceptado para la Prueba, tardó sólo cinco meses en convertirse en discípulo —«la Prueba más corta de la que he oído hablar», según Leadbeater—[135]. Bajo la poderosa influencia de su maestro, Krishna también «recordaba» varias visitas a los Maestros y dictó o escribió detallados relatos de ellas a la señora Besant, que viajó entusiasmada de Inglaterra a Adyar para conocer al nuevo prodigio. Porque parecía que, una vez más, los instintos ocultistas del querido Hermano Leadbeater eran infalibles: aquí, en efecto, estaba el nuevo Mesías, el Maestro del Mundo.
Cuando volvió en noviembre de 1909, Annie se hizo cargo inmediatamente de Krishna y de su hermano pequeño Nitya. Krishna correspondió plenamente al afecto de ella. Annie había estado privada durante mucho tiempo de sus propios hijos y perdió a su madre cuando tenía diez años. Cualesquiera que fueran las diferencias doctrinales y políticas entre ellos, ambos permanecieron fieles a este amor, hasta la muerte de Annie Besant veinticinco años después.
Pero si Krishna y Nitya encontraron en Annie a una sustituta de la madre muerta, la usurpación que hizo Leadbeater del papel paterno fue menos aceptable, sobre todo para el padre que vivía. Inevitablemente, la nueva vida de los niños los alejó de Narianiah. Aunque era un ferviente teosofista, también era un hindú piadoso, molesto por la violación de los ritos y costumbres hindúes que la educación de sus hijos comportaba. En particular, los métodos higiénicos europeos chocaban con la tradición hindú y el sentido nativo del pudor. Conocedor de la escandalosa reputación de Leadbeater, Narianiah se sintió aún más descontento con la influencia que ejercía en los muchachos. Para colmo, la exagerada reverencia que los teosofistas, por orden de Leadbeater, tributaban a Krishna, amenazaba con convertir al muchacho y a su familia en el hazmerreír de los indios normales, más conocedores de su enorme panteón de deidades que los piadosos occidentales.
Los problemas empezaron a agravarse en marzo de 1910, cuando Annie convenció a Narianiah de que le cediera la custodia legal de Krishna y su hermano. Arrepentido casi inmediatamente, Narianiah empezó a quejarse de la influencia de Leadbeater en sus hijos. Annie ignoró las quejas y se llevó a los muchachos a Shanti Kunja, su casa cerca de Benarés, donde estuvieron rodeados de un grupo selecto de compañeros. Recibieron instrucción de Leadbeater, de George Arundale, ahora director de la Universidad Central Hindú, y de A. E. Wodehouse, hermano de P. G. y profesor de inglés en la universidad. Además de estudiar, jugaron al tenis y al cricket, hicieron largas excursiones en bicicleta y leyeron a Kipling, Shakespeare y la baronesa de Orczy. Salvo en la formación ocultista, su educación respondía al modelo de la escuela pública inglesa: muchos juegos, algunos clásicos y pocas asignaturas.
Llevada por su pasión fundacional, Annie fundó en Benarés el exclusivo Grupo del Chal Amarillo y, dentro de él, la todavía más exclusiva Orden Púrpura, con Krishna al frente de las dos organizaciones. Cada una tenía su insignia distintiva, un chal amarillo y una cinta púrpura, bastante para hacer el ridículo. Formados por los pocos miembros destinados a ayudar a Krishnamurti en su misión de Maestro del Mundo, en un papel muy parecido al de los apóstoles de Jesús, estos dos pequeños grupos se completarían en 1911 con la fundación por Annie y George Arundale de la más ambiciosa Orden del Sol Naciente, cuyo nombre se cambiaría más tarde por el de Orden de la Estrella de Oriente (conocida normalmente por la OSE [Order of the Star in the East]), dedicada específicamente a la preparación de la misión mundial de Krishna, la OSE admitió miembros ajenos a la Sociedad, si bien lo normal es que los miembros de una lo fueran de la otra.
Con el fin de promover esta misión, Annie propuso llevar a los muchachos a Londres, para lo cual necesitaba la autorización del padre. Es fácil imaginarse cómo se sintió Narianiah cuando se la pidieron. Primero lo habían separado de sus hijos en Benarés para educarlos en una cultura y una fe extrañas. Ahora iban a llevarlos al otro lado del mundo, separándolos de él todavía más. Pero, por otro lado, era una gran oportunidad para dos muchachos pobres, y Narianiah, de mala gana, autorizó dos viajes, en 1911 y en 1912, con la condición de que sus hijos no estuvieran bajo la siniestra influencia de Leadbeater. Annie aceptó las condiciones, pero inmediatamente incumplió su promesa.
La responsabilidad de Leadbeater con Krishna y su hermano suponía una estrecha supervisión personal que regulaba todos los detalles de sus vidas: dictaba sus dietas, organizaba las actividades diarias e incluso les enseñó a nadar. Cuando fueron descubiertos, sufrían de malnutrición, y este régimen pretendía curarlos. Pero aunque su salud mejoró en general, no todos los cambios fueron para bien. Convencidos de las virtudes de una dieta nutritiva británica, Besant y Leadbeater los atiborraron de gachas de avena, huevos y grandes cantidades de leche, causa durante años de dolorosas indigestiones en unos muchachos no habituados a unos alimentos tan pesados. El omnisciente Leadbeater supervisó también la higiene de los chicos, lo que causó otro tipo de problemas. Dada la necesidad de absoluta pureza en todos los Iniciados, Leadbeater se ocupó tanto de la limpieza física como de la mental y puso su empeño en que los muchachos no se mancharan con el contacto femenino, estando presente en sus abluciones. No es de extrañar que Narianiah se quejara.
Los acontecimientos se precipitaron cuando los muchachos regresaron de su primera visita a Inglaterra. En una reunión de la nueva OSE, celebrada en diciembre de 1911 en Benarés, se sugirió que Krishna la presidiera y entregara a los asistentes el certificado de pertenencia a la Orden. Según Leadbeater, durante la ceremonia se produjo una gran transformación en la sala, algo como el descendimiento del Espíritu Santo en Pentecostés, y lo que habría sido una reunión mundana se convirtió en una demostración divina. Muchos miembros de la Sociedad, entre ellos Nitya, se postraron a los pies de Krishna, reconociendo que había ocurrido algo extraordinario, aunque hubo algunos que dijeron que sólo habían visto «a un muchacho indio muy nervioso que repartía papeles entre una multitud de gente que se comportaba de manera extraña»[136], y otros observaron que mientras la señora Besant obligaba a los demás a ponerse de rodillas, ella y Leadbeater permanecían sentados.
En febrero de 1912, Annie y los muchachos hicieron su segundo viaje a Inglaterra con el consentimiento del cada vez más reacio Narianiah; pero la farsa de la reunión de la OSE —como tal la consideró Nanianiah— junto a la clara evidencia de que Leadbeater seguía controlando a sus hijos, le obligó a tomar medidas. Fue animado por los nacionalistas extremistas hindúes, que ahora se oponían ferozmente a la teosofía por considerarla un medio más de la represión cultural blanca. Muchos incluso desaprobaban las campañas políticas de Annie, tildadas de comprometidas y paternalistas. Y tenían toda la razón. El fervor de Annie por la autonomía india estaba atemperado por su patriotismo británico y su manía de hacer las cosas a su manera. Apoyado por el periódico nacionalista Pioneer, Nanianiah decidió revocar su autorización de custodia y fracasó en su intento ante los tribunales de recuperar la patria potestad. Fue un proceso extravagante, con acusaciones de deificación y sodomía.
Siempre deseosa de pleitos, Annie no dudó en defender el caso. La experiencia y los conocimientos legales estaban de su lado, además de los grandes recursos de la Sociedad para apoyarla. No creyó ni por un momento que fuera equivocado o imprudente separar a los hijos de su padre, y puso la causa en la que creía por encima de cualquier vínculo natural. Y por mucho que creyera en la fraternidad universal, por mucha simpatía que sintiera por las razas nativas, por más que apoyara una independencia limitada de la India, la señora Besant era, a su manera, una patriota monárquica incondicional, que veía Londres como el centro del universo, sin importarle lo que pensara la Hermandad de los Maestros del Himalaya. A pesar de sus aventuras ocultistas y de sus opiniones progresistas, era una mujer sin imaginación, suficientemente convencional como para querer que Krishna se graduara en Oxford y se sintiera a gusto entre la buena sociedad europea, curiosos requisitos para un futuro Mesías. Por consiguiente, en el proceso de prepararlo para su papel futuro, arrancó al muchacho de sus raíces.
Pero este desarraigo nunca fue completo ni podía serlo. Krishnamurti ocuparía su sitio entre los millones de personas sacadas de su ambiente, pero nunca se encontraría a gusto en otro. Había perdido a su madre; ahora iba a perder a su padre, su familia y su país. En el futuro no pertenecería a nada ni a nadie, libre por entero, sin lazos ni obligaciones. Esta condición sería la fuente de su enorme autoridad moral y espiritual. También fue la fuente de una gran malicia y de indecibles sufrimientos.
Las madres sustitutas jugarían un papel decisivo en la vida de Krishnamurti. Cuando Annie y sus discípulos llegaron a Inglaterra el 11 de mayo de 1911, entre la multitud que los esperaba en la estación de Charing Cross estaba lady Emily Lutyens, esposa del famoso arquitecto Edwin Lutyens. Lady Emily, nacida en 1874, ya estaba relacionada de alguna manera con el ocultismo y la India. Era hija del primer conde de Lytton, virrey de la India, y nieta de Bulwer Lytton, cuyas novelas tanto habían inspirado a Madame Blavatsky.
Mujer fea, tímida y torpe, a quien disgustaba su propio ambiente distinguido, era también, en su modo aristocrático, una versión menor de Annie Besant. En su infancia, la pequeña Emily había sido una fervorosa devota y creía que la Segunda Venida se produciría durante su vida, e incluso llegó a mantener correspondencia sobre su fe con un clérigo anciano que fue publicada muchos años después. Ya mujer, aburrida y frustrada por las exigencias de los hijos, el hogar y la vida profesional del esposo, se dedicó a las buenas causas y a la reforma social, interesándose por la educación sexual, las leyes de la prostitución y visitas a los hospitales de enfermedades venéreas. Fue miembro de la Sociedad Fabiana y decididamente favorable al sufragio femenino, igual que su hermana lady Constance Lytton, que fue encarcelada y alimentada a la fuerza por haber lanzado piedras contra las ventanas en una manifestación de sufragistas.
Fue entre los fabianos, en 1910, cuando lady Emily escuchó por primera vez en una conferencia a Annie Besant. Había ingresado en la ST el año anterior, pero le decepcionaron las reuniones, pues le pareció que estaban obsesionados por los detalles mezquinos de la Sociedad cuando ella lo que buscaba era inspiración. Pero la señora Besant, ataviada con un vestido blanco y suelto, haciendo juego con su cabello blanco y rizado, revivió con su discurso todo su entusiasmo; a partir de aquel momento y durante casi veinte años, Emily Lutyens se dedicó a la teosofía en cuerpo y alma.
A pesar de su devoción por Annie, fue Krishnamurti quien atrajo su atención, y el día en que por primera vez la mujer de treinta y seis años vio en la estación de Charing Cross al muchacho de dieciséis, surgió un amor a primera vista. Sus fibras maternales se estremecieron ante aquella frágil y exótica figura que llevaba sobre sus hombros el destino espiritual de la humanidad —y de ella misma—. Pero si su amor era romántico y maternal, había también en él un poderoso elemento erótico, aunque tuvieron que pasar años antes de advertirlo. No era feliz con su esposo, un hombre de mundo, ingenioso y encantador, pues sus gustos e intereses eran tan dispares, que sólo fue una fiel esposa y, a veces, apenas eso. Krishnamurti era moreno, exótico, vulnerable, hermoso, poderoso, exigente y generoso al mismo tiempo.
Había también una especie de seguridad en este amor. Como potencial Maestro, Krishna estaba sometido a una abstinencia total derivada de la pasión sexual y para el futuro Maestro del Mundo no había posibilidad de amor o matrimonio. Las mujeres, por lo tanto, podían dedicarse a él completamente sin ningún riesgo, o eso parecía. Inspiraría esta pasión confusa, mezcla de adoración, dependencia y protección, en muchas mujeres a lo largo de sesenta años. Annie Besant fue la primera en sentirla, Emily Lutyens la segunda.
El sentimiento fue recíproco. Krishna enseñó una vez a lady Emily una página que había cortado del Daily Mirror. Mostraba la imagen de un muchachito sentado en el banco de un parque, soñando que estaba en el regazo de su madre. Krishnamurti sintió que él era aquel muchacho. Tenía entonces cerca de diecisiete años.
A pesar del disgusto de Leadbeater, desde un principio las mujeres de más edad desempeñaron un papel importante en la vida teosófica de Krishna. Además de Annie y Emily, dos recientes conversas de lady Emily ayudaron a guiarlo en los primeros años. Lady Muniel Brassey, otra señora tiránica de la teosofía, estaba separada de su marido lord De La Warr y fue descrita por Emily como una persona «más bien aficionada a dirigir la vida de los demás»[137]. Krishna no fue una excepción. Si bien le ofreció su hospitalidad, lo sometió a una estricta dieta y una rígida rutina, sin admitir ninguna contradicción.
La señorita Dodge, una americana inválida e inmensamente rica, amiga de lady De La Warr, con quien vivió en St James’s Place y en Wimbledon, era mucho más sosegada y excepcionalmente generosa, pues se lo podía permitir.[138] Se rumoreaba que su renta anual sobrepasaba el millón de libras, herencia de su padre, un rey de los ferrocarriles y las inmobiliarias. Hasta con una décima parte de esa suma se era muy rico en aquel tiempo. La señorita Dodge sufragaba las publicaciones teosóficas, contribuía a la construcción de edificios e hizo donaciones personales a Krishnamurti, como una cantidad anual que lo independizó de la Sociedad. Otras contribuciones, para responder a una riada interminable de peticiones, no merecieron tanta alabanza, como facilitar ropa interior de seda a los hombres de una de las filiales de la Sociedad.
Aunque fue la más generosa de sus protectoras, la teosofía atrajo a muchas mujeres ricas que aportaron grandes sumas a sus fondos. En 1927, una seguidora dejó un legado personal a Annie Besant de 25.000 libras. Otras mostraron su generosidad con su hospitalidad y ayuda, como la antigua amiga de Annie de los tiempos de la Sociedad Secular, Esther Bright, en cuya casa de Londres se alojaron a menudo los muchachos; Francesca, tía de George Arundale, alojó a Krishna durante la Primera Guerra Mundial. Y la doctora Mary Rocke.
No todas estas mujeres eran de mente poderosa, pero sí eran voluntariosas, discutiendo con frecuencia sobre la educación de Krishna y la rutina doméstica. Casi todas eran solteras, viudas o divorciadas, y muchas disponían de medios privados. Buscaban un fin a la vida y estaban dispuestas a pagar por ello. Pero algunas esperaban privilegios espirituales y personales a cambio de su generosidad. Cada una guardaba celosamente a Krishna cuando estaba a su cargo y, aunque sus peleas nos parecen hoy risibles, debió de ser una existencia desdichada la de aquel joven sacado de la oscuridad para encabezar una religión mundial en un continente extraño. Por eso no es sorprendente que con frecuencia se lamentara con quien quisiera escucharlo: «¿Por qué tuvieron que elegirme a mí?».
Sus poderosas compañeras estaban resueltas a que recibiera la educación académica y social de un caballero europeo. La reverencia que les merecía la enseñanza de la religión oriental nunca hizo mella en una inexplicada creencia en la superioridad de la civilización occidental. La formación social no fue ningún problema. En la segunda visita a Londres, un antiguo abogado, Harold Baillie-Weaver, se encargó de enseñar modales a los muchachos y de comprarles las ropas adecuadas en Savile Row y Jermyn Street. Los zapatos eran de Lobb, los trajes de Meyer & Mortimer (Krishna cambió después a Huntsman), las camisas de Beale & Inman, y las corbatas de Liberty. Inevitablemente, se cortaron el cabello en Trumper’s. Krishna siguió vistiendo elegantemente durante el resto de su vida, cuidando especialmente los zapatos a causa de sus delicados pies. Lady Emily observó aprobadoramente el contraste entre su porte aristocrático y sus finas ropas, y el gusto por los tweeds y las sandalias, tan corrientes entre casi todos los teosofistas.
En general, los muchachos llevaron una versión relajada de la vida de la clase media-alta de la época. Baillie-Weaver llevó a Krishna y a su hermano al teatro, que les gustó mucho, en especial los musicales y las comedias ligeras entonces populares. También montaron a caballo en el parque y, más adelante, en motocicleta; jugaron al golf, al croquet y al tenis. Y flirtearon con muchachas, atraídas con tanta facilidad como las señoras mayores. Tanto Krishnamurti como su hermano correspondieron a tales afectos, pero como todo el mundo sabía que no había posibilidad de que Krishna se casara, por ser la castidad absoluta conditio sine qua non de la iniciación (al menos, mientras alguien no dispusiera lo contrario), las mismas prohibiciones que hicieron posible las relaciones con las mujeres mayores, hizo que con las muchachas jóvenes fueran seguras e irreales, dotadas al mismo tiempo de una intensidad agridulce.
Los estudios fueron un problema. Continuaron las lecciones de aritmética, álgebra, sánscrito y redacción literaria que ya comenzaron en Adyar. Nitya era brillante y pasó fácilmente los exámenes, pero Krishna, por más que se esforzó, no pudo pasarlos de ninguna manera, por lo que hubo que abandonar la idea de que fuera a la universidad. Quizá fue lo mejor que pudo ocurrir. Como Mary Lutyens, la hija de Emily, dijo más tarde, el Oxford de la década de 1920 difícilmente habría aceptado a un hombre de piel oscura que no sólo había sido proclamado Mesías, sino que estaba acusado de sodomía por su propio padre[139].
Entretanto, Leadbeater y Annie Besant continuaron tejiendo un laborioso marco organizativo que apoyara a Krishnamurti y transmitiera su mensaje. La Sección Esotérica de la Sociedad ya había aumentado su importancia, con sus miembros constituidos en un cuerpo de élite comprometido a responder directamente a la Presidenta y preparar así la llegada del Maestro del Mundo. La forma de esta preparación no se había especificado de antemano. Ahora que se sabía quién sería el Maestro del Mundo, la SE se dedicó a su servicio, dividida en un sistema de grados, cada uno con su propia orden, cinta, medalla y etapa de iniciación. La Orden de la Estrella de Oriente incrementó su número de miembros, igual que la Sociedad, que de trece mil afiliados en 1907 pasó a los dieciséis mil en 1911, con nuevos aspirantes cada semana. Pronto fue evidente que el Maestro del Mundo favorecía espectacularmente el prestigio de la teosofía. Hacia 1920, la fama de Krishnamurti había ayudado a elevar el número de miembros a treinta y seis mil, y en 1928 había alcanzado la increíble cima de cuarenta y cinco mil.
A pesar de este impresionante aumento, muchos antiguos teosofistas vieron alarmados que Annie, incitada por Leadbeater, transformaba la Sociedad en una serie complicada de representaciones teatrales disfrazadas de complejos rituales y petrificada por costosos uniformes y baratijas extravagantes. Sin duda respiraron aliviados cuando en 1914 Leadbeater, acosado por la prensa hindú e irritado por depender de Annie en todo, decidió abandonar Adyar y establecerse en Australia. Pero pronto descubrieron que su maligna influencia alcanzaba a más de medio mundo.
En Sydney, Leadbeater se hizo amigo de James Wedgwood. Ambos habían sido antes enemigos, quizá porque Wedgwood era una horrible parodia del mismo Leadbeater, igualmente aficionado a la magia, las ceremonias y los muchachos, y la misma influencia inexplicable sobre las mujeres maduras. Inquieto, bien educado, nacido en Inglaterra en 1883 y ayudado por una pequeña renta, Wedgwood reaccionó contra el ateísmo y el agnosticismo de su clan, compuesto por las más distinguidas dinastías intelectuales de Inglaterra, los Huxley, Darwin y Arnoid. Después de interesarse por las iglesias ortodoxas con vistas de ordenarse, entró en la Sociedad Teosófica, de la cual llegó a ser secretario inglés en 1911.
Como Leadbeater, Wedgwood echaba de menos los ritos anglocatólicos y la teosofía le pareció muy poco colorista. En 1912, trató de animar la cosa fundando el Temple de la Rosa Cruz, un renuevo del rosacrucismo con un complicado ritual supuestamente inspirado por el Maestro conde de Saint-Germain. Halló la voluntariosa ayuda de lady Emily Lutyens y de la señora Russak, la vieja amiga de Olcott que ahora vivía en Londres. Los miembros acudían a las ceremonias vestidos de largas túnicas de satén blanco, con espadas y sombreros templarios, y encendían velas a varias deidades: actividades lo bastante inofensivas para que George Arundale dijera que el lema del Temple, Lux Veritatis, debiera traducirse por «Looks Very Silly» [«parece muy tonto», pronunciado en inglés lux verisili][140].
Es asombroso cómo podían interesarse los líderes de la Sociedad por las cosas más triviales. Cuando Annie Besant no estaba preparando entrevistas con el Rey del Mundo, andaba preocupada por el tono exacto de la cinta azul que exigía para los miembros de la Orden de la Estrella de Oriente. Le costó dieciocho meses encontrar tres mil yardas del color adecuado en París, informando de esto a lady Emily en una carta que muestra con exactitud la combinación de entusiasmo, sentido de los negocios, carácter dominante y candidez de la Presidenta:
Por favor, pon a mucha gente a cortarla, la que haga falta, en trozos de un cuarto de yarda. Luego pide a Krishnamurti que magnetice todos los trozos juntos. Que cada secretario-a de correspondencia reciba cuantas yardas necesite, a razón de una yarda por cada cuatro miembros. Cóbrales un 25% sobre el coste de la cinta, que ya te notificaré; se ha de vender a los miembros a un penique el cuarto de yarda. Esta cinta sólo puede llevarse con las insignias de los tres grados[141].
Edwin, el marido de Emily, que se sentía aturdido por la total entrega de su esposa a los aspectos más estrafalarios de la teosofía, observó que no le gustaban «las cintas magnetizadas, fueran azules o de cualquier otro color»[142]. No sintió más entusiasmo por el Temple de la Rosa Cruz. Tampoco lo sintieron los veteranos teosóficos. Aunque Annie le dio su cautelosa bendición, Leadbeater negó la suya simplemente porque el Temple se había fundado sin contar con él. En 1914 ocurrió lo inevitable, que el Maestro Koot Hoomi ordenó la disolución del Temple, naturalmente, por medio de Leadbeater.
Para entonces Wedgwood ya había emigrado a Australia y cambiado su fidelidad de la Rosa Cruz a la Orden Comasónica, en la que alcanzó un alto rango. La comasonería era otro vástago teosofista, fundado en Francia en 1893. Los comasones resaltaban los elementos ocultistas y rituales de la masonería. También admitieron a las mujeres. Inveterada participante en todo, Annie Besant fue uno de los primeros miembros y alcanzó rápidamente el cargo de Muy Ilustre y Muy Poderoso Gran Comandante de la Jurisdicción Británica; por su parte, Leadbeater se elevaba en las filas de los antípodas al rango de Administrador General de Australia. Según Leadbeater, el Maestro conde de Saint-Germain, inspirador del Temple, tenía también una responsabilidad especial en los comasones.
Más perplejidad produce la relación de la Sociedad con la Antigua Iglesia Católica, una confusa institución de por sí. Esta diminuta iglesia, establecida en 1870 por católicos disidentes, no conformes con el dogma de la infalibilidad papal promulgado aquel año, tenía ramificaciones en Holanda e Inglaterra. Decían tener autonomía y sucesión apostólica y empezaron a tontear con la teosofía cuando el primado de la iglesia, el arzobispo Matthew, acordó considerar a Wedgwood para ordenarlo sacerdote. Al leer la letra pequeña de los estatutos de la Sociedad, Matthew decidió en 1915 que la pertenencia a la Sociedad y al Antiguo Catolicismo quizá fuera incompatible, ante lo cual Wedgwood dio un golpe de estado, arrastrando tras él a la mayoría del clero y fieles de la Antigua Iglesia Católica (unos pocos cientos) a una nueva iglesia, la Iglesia Católica Liberal, mientras que Matthew regresaba al regazo de Roma.
Una vez en Australia, Leadbeater no tardó en llegar a un acuerdo con Wedgwood, prefiriéndolo como aliado útil y no como enemigo peligroso. En 1916 fue ordenado sacerdote por la recién independizada ICL de Wedgwood, siendo consagrado obispo con prontitud medieval justo a los siete años. A partir de entonces, prefirió que lo llamaran Obispo Leadbeater, vistió de púrpura, y llevó una gigantesca cruz pectoral y un anillo de amatista. Ingenuamente, escribió a Annie:
Mi propio Maestro… observó: «Creíste que habías renunciado a toda posibilidad de ser obispo cuando hace treinta y dos años dejaste tu trabajo en la iglesia para seguir a Upásika [es decir, a Blavatsky]; pero te digo que habría sido en este año cuando lo hubieras alcanzado de haber seguido en tu oficio, de modo que no has perdido nada salvo los emolumentos y la posición social, pero has ganado mucho de otras maneras. ¡Nadie pierde nunca por servirnos!». Me pareció curioso, porque nunca se me había ocurrido pensar de esa manera[143].
Wegdwood propuso su iglesia como vehículo adecuado para el Maestro del Mundo, pero muchos teosofistas se opusieron, señalando que HPB había condenado explícitamente la sucesión apostólica como «fraude grosero y palpable»[144]. Pero a Leadbeater le entusiasmó la idea. Bajo la dirección oculta del Maestro conde de Saint-Gerrnain, compuso un libro de himnos y una nueva liturgia. Le costó un gran esfuerzo, porque el conde pensaba y dictaba en latín medieval. La congregación australiana empezó a crecer y se iniciaron las obras de la catedral de Saint Alban y de un gran centro de conferencias en Sydney. Otros destacados teosofistas, como George Arundale, se interesaron por la iglesia, y las sucursales se multiplicaron por Europa después de la Primera Guerra Mundial. Pero Leadbeater ya no se interesaba tanto por Europa. Una vez predijo que la nueva raza del mundo surgiría en California, y ahora trasladó su profecía a los antípodas[145]. Australia sería el hogar de la nueva generación y la Iglesia Católica Liberal su vehículo.
Pero su gloria de obispo le duraría poco. Ya atacado cuando salió de Adyar en 1914, en 1917 era ya el objetivo de varios movimientos Vuelta a Blavatsky, instigados por los teosofistas que no aprobaban su intento de convertir la Sociedad en una iglesia y que estaban dispuestos a que su reputación de inmoral se volviera contra él. La figura más destacada de estos movimientos fue el mordaz H. N. Stokes, director de una importante revista teosófica, la OE Library Critic. Stokes atacaba sobre todo la tendencia de Leadbeater de tomar a HPB como una especie de Juan el Bautista de su propio Jesucristo y criticó duramente a Annie por apoyarlo. Según Stokes, ambos estaban secuestrando a la teosofía para sus propios fines, Annie para promoverse socialmente y Leadbeater para satisfacer sus ambiciones ocultistas. Incluso habían dicho que los miembros nuevos leyeran los libros de ellos (de hecho, sus obras completas) antes de leer una palabra de Blavatsky, y tuvieron la desfachatez de «editar» La doctrina secreta con miles de correcciones a la tercera edición. Los tres grandes objetivos de la Sociedad, según Stokes, habían sido sustituidos por tres nuevos:
Primero. —Formar un núcleo para hablar acerca de la Hermandad Universal de la Humanidad, y dejar que los demás la practiquen. Segundo. —Alentar el estudio de los escritos de Annie Besant y Charles W. Leadbeater, sin que se comparen con otros escritores religiosos, filosóficos o científicos, incluso con los Fundadores de la sociedad. Tercero. —Aceptar sin investigación las afirmaciones no probadas de videntes acerca de las inexplicadas leyes de la naturaleza y los poderes que dicen tener[146].
Stokes no fue el único crítico. Bhagavan Das, antiguo secretario de la Sección India y colega íntimo de Annie, estaba muy alarmado por las ambiciones políticas de ella, las pretensiones de Leadbeater y la deificación de Krishnamurti. Intentó razonar con la señora Besant, pero la encontró inflexible y sacó la conclusión de que, desde que alcanzó la presidencia, su altruismo natural había dado paso al egoísmo[147]. Alice Cleather condujo una vigorosa campaña contra Besant y Leadbeater. Cleather señaló que, aunque Annie se había retractado de sus opiniones sobre el control de natalidad al ingresar en la Sociedad, ahora las apoyaba de nuevo con el fin de defender la masturbación que enseñaba Leadbeater. Despreciaba al mismo Leadbeater como «pervertido sexual y falso ocultista»[148]. También se burló de la necesidad que tenía Annie de intermediarios masculinos con los Maestros y dijo que Leadbeater y su protectora no eran mejores que los vampiros, sedientos de poder y alimentados con la adoración de sus devotos, como Drácula se alimentaba de la sangre de sus víctimas.
No se apresaron rehenes en la batalla teosófica. Katherine Tingley continuó su campaña misionera contra Adyar en general y Leadbeater en particular, desacreditando a varios representantes de la Sociedad India que habían estado relacionados anteriormente con Leadbeater, como Alex Fullerton, condenado por asalto homosexual y luego encerrado en un manicomio por instigación de ella. Y el principal panfletista de Tingley, Joseph Fussell, le hacía la guerra al obispo con enconada ferocidad.
La batalla se intensificó con las deserciones en el propio ejército de la Madre Púrpura hacia las facciones teosóficas rivales, casi todos hastiados de las interminables disputas con Adyar. En 1904 perdió (o expulsó, depende de la versión) a Robert Crosbie, uno de los primeros partidarios de Judge y antes uno de sus más fuertes sostenes, que formó en 1909 su propia Logia Unida de los Teosofistas. Esta organización rechazaba enfáticamente el culto a la personalidad (en su historia oficial no figuraba el autor) y no poseía constituciones ni jerarquías. Pronto atrajo a los disconformes con Tingley y a los refugiados de Adyar y aún sigue funcionando. Crosbie fue imitado por otros.
Pero Tingley tenía menos que perder que Besant en cuanto a miembros y fama, y los más duros ataques continuaron contra Besant, abarcando todo, desde su política a su manera de vestir. La evolución de la señora Besant, de T. M. Nair y Neoteosofía, de F. T. Brooks fueron los panfletos más violentos que atacaron personalmente a Annie. Las críticas eran siempre las mismas: por un lado, la presidenta había mezclado la teosofía con ridículas pretensiones ocultistas, rituales de autobombo e incluso inmoralidad; por otro lado, empleaba el nombre de la Sociedad para sus causas políticas y sociales, las cuales, por valiosas que fueran, nada tenían que ver con la teosofía o con el legado de HPB, que Annie se había apropiado indebidamente. Algunos críticos citaban como evidentemente ridícula la afirmación de Leadbeater: «He estado al lado de vuestra Presidenta en presencia del Supremo Director de la Evolución del Globo… los planes que ella lleva a cabo con nosotros son [Sus] planes para el bienestar del mundo…»[149].
Las críticas y las deserciones no hicieron mella en Annie. Ignoró los ataques y continuó su trabajo político y social en la India, donde en noviembre de 1913 se encontró con el Maestro Rishi Agastya, el miembro de la Gran Hermandad Blanca responsable de la India. Éste le preparó una entrevista en Shamballa con el Señor del Mundo. El Señor pidió a la señora Besant que trabajara para el autogobierno indio y ella le dijo que obedecería. Las noticias de esta reunión sólo sirvieron para aumentar el disgusto de los teosofistas descontentos con el liderazgo de Annie. Recordando airados que HPB había excluido repetidamente la política del trabajo de la Sociedad, Stokes, Das y Cleather creían que su presidenta debía prestar más atención al bienestar espiritual y menos a sus grandiosos planes políticos. Conocían también los desagradables rumores que llegaban de Australia, donde Leadbeater estaba siendo investigado una vez más por inmoralidad, esta vez por la policía.