Introducción

La Aulularia o «Comedia de la olla» es la historia del caso de un viejo avaro, que a fuerza de un miedo neurótico a perder un tesoro encontrado, acaba, como no podía ser de otra manera, por perderlo en la realidad. Pero la Aulularia es una comedia: el viejo recupera el tesoro y, según lo que sabemos —no se conserva el final de la pieza—, sin intervención de un psiquiatra, también la salud mental: «Ni de noche ni de día tenía un momento de tranquilidad; ahora podré volver a dormir», exclama en un grito de liberación después de haber hecho entrega de la dichosa olla de oro a Fedria, su hija, y al esposo de ésta, Licónides.

El dios lar de la casa, harto de la indiferencia para con él de más de una generación de sus habitantes y conmovido por las ofrendas de Fedria, la hija del actual pater familias Euclión, ha hecho descubrir a éste el tesoro que le confió uno de sus antepasados, sólo en atención a ella, Fedria, para que tenga su padre con qué dotarla y poderla casar. Pero Euclión, que según parece tiene ya una cierta predisposición al ahorro, pierde la cabeza con el hallazgo y vive bajo el continuo miedo de su pérdida, y se siente obligado a controlar una y otra vez, no sea que quizá haya desaparecido.

Fedria espera un hijo; nadie lo sabe aparte de su aya Estáfila, la vieja esclava. Ella no conoce al padre, pero el padre, Licónides, el joven y adinerado vecino, sí sabe que es Fedria la muchacha que violó por culpa del vino y del amor en la noche de la vigilia de Ceres. Eunomia, madre de Licónides, quiere convencer a su solterón, otoñal y patriarcalista hermano, el ricachón Megadoro, de que se case; Megadoro consiente, pero ha de ser con la vecinita Fedria, a pesar, o precisamente por su pobreza; el motivo es claro: dineros, gracias a Dios, le sobran, y así será él quien tenga el bastón de mando. Lleno de recelos y sospechas de que sea su tesoro lo que induce a Megadoro a emparentarse con su familia, accede al fin Euclión a concertar la boda. Ante el alboroto organizado en su casa por los cocineros que Megadoro ha hecho venir para preparar la cena nupcial, decide Euclión sacar la olla de su escondrijo y la lleva primero al Templo de la Fidelidad.

Desgraciadamente no resulta en su caso verídico aquello de nomen omen: un esclavo de Licónides lo ha visto y Euclión lleva entonces el oro al bosque de Silvano, a donde le sigue el esclavo, que consigue al fin hacerse con la olla. Fedria entre tanto está a punto de dar a luz y Licónides ruega a su madre que interceda con Megadoro para que le ceda la joven como esposa. Sigue el lamento de Euclión por el tesoro perdido. Lícónides lo oye y, como no sabe nada de la olla, piensa que el motivo es su propia trastada. Euclión es informado y entra en casa para cerciorarse de todo. El esclavo de Licónides comunica a su amo el feliz hallazgo, que intenta luego negar ante su reacción de ira y sus amenazas. En este punto termina el texto llegado hasta nosotros. Por fragmentos y otras noticias se sabe que la pieza termina bien: Licónides consigue recuperar la olla y se la entrega a su dueño, que, curado de su mal, se desprende voluntariamente de ella en favor de Fedria y Licónides.

La Aulularia es en cuanto a su temática mucho menos una obra de producción en serie que la mayoría de las comedias de Plauto: no hay joven enamorado y sin recursos, ni muchacha en poder de un chulo o una alcahueta, ni chulo perjuro y avaricioso, ni parásito bufón.

El personaje central de la obra es Euclión, a cuyo carácter se le ha puesto la etiqueta de «el avaro», aunque en sí es más bien el motivo de su miedo neurótico lo que queda en primer plano, y no es tampoco Euclión un tipo desagradable ni una mala persona; tendrá la manía de no gastar, pero unas coronas de flores y un poco de incienso compra para el lar, que conceda felicidad a su hija.

Escenas famosas de la Aulularia son por ejemplo el duetto de Eunomia y Megadoro por la perfección y la propiedad en el desarrollo del diálogo: femenina y hábilmente persuasiva ella, deferente, cortés, caballeroso para con el sexo débil el hermano; insuperable la comicidad de los diálogos entre Euclión y Megadoro; típica la escena de los cocineros y casi al final, el diálogo entre Euclión y Licónides, en el que —cada loco con su tema—, durante treinta versos consigue el poeta hacer hablar a sus personajes sobre lo que para ellos es una y la misma cosa, pero en realidad son dos: Euclión se refiere a la olla del oro, Licónides a la hija de Euclión.

La Aulularia es también notable por la riqueza de sus partes líricas. En cuanto al original griego, se está por lo general de acuerdo en atribuirlo a Menandro. La fecha de estreno de la Aulularia es desconocida, pero seguramente pertenece al período medio de la actividad literaria del poeta, primer decenio del siglo II, antes del Pseudolus (191). El más famoso descendiente literario de la Aulularia es L'Avare de Moliére.