Allí donde hay amor, también está Dios.
Satyagraha in South Africa, 1950, p. 380
La no-violencia es una fuerza activa de la más alta clase: es la fuerza o poder de la Divinidad en nosotros. Nos volvemos semejantes a Dios en la medida en que nos tornamos no-violentos.
Harijan, 12-11-’38, p. 328.
Los científicos nos dicen que sin la presencia de una fuerza cohesiva entre los átomos que comprenden nuestro planeta, éste se desmoronaría y nosotros dejaríamos de existir. Así como hay una fuerza cohesiva en la materia muerta, del mismo modo la hay en todas las cosas animadas: el nombre de dicha fuerza cohesiva entre los seres animados es Amor. La observamos en la relación padre e hijo, hermano y hermana y amigo y amiga. Sin embargo, tenemos que aprender a usar esa fuerza de todo lo viviente, ya que nuestro conocimiento de Dios dependerá del uso que de ella hagamos.
Young India, 5-5-’20, p. 7
El empeño más alto del hombre consiste en tratar de encontrar a Dios, dijo Gandhi. A Dios no puede hallárselo en los templos, los ídolos o los lugares de adoración construidos por manos humanas, y tampoco se habrá de llegar a Él por el camino de las abstinencias. Se puede hallar a Dios sólo mediante el amor, pero no el terrestre sino el divino.
Harijan, 23-11-’47, p. 40
Sostengo que incluso ahora que la estructura social no está basada en la aceptación consciente de la no-violencia, en todo el mundo la humanidad vive y los hombres retienen sus posesiones por el consentimiento y la tácita aceptación mutua. Si así no fuera hubieran sobrevivido únicamente un número muy reducido de los más feroces. Pero ése no es el caso. Las familias están unidas por lazos de amor, como también lo están esos grupos que se denominan naciones en la llamada sociedad civilizada. Sólo que no reconocen la supremacía de la ley de la no-violencia. En consecuencia, se deduce que no han investigado sus vastas posibilidades. Digamos que hasta ahora, excepto la total inercia, hemos dado por sentado que la no-violencia completa sólo es posible para los pocos que han formulado el voto de no-posesión y las abstinencias con él relacionadas. Si bien es cierto que únicamente quienes han formulado ese voto pueden ocuparse del trabajo de investigación, declarando de cuando en cuando cuáles son las nuevas posibilidades de la gran ley eterna que gobierna a los hombres, a todos les concierne su aplicación puesto que se trata de una ley. Los numerosos errores que vemos no-deben atribuírsele a la ley sino a sus seguidores muchos de los cuales ni siquiera saben que de grado o por fuerza se encuentran bajo esa ley: La madre que muere por su hijo sin saberlo obedece esa ley. Durante los últimos cincuenta años he estado abogando por la aceptación consciente de esa ley y por su celosa práctica, a pesar de los fracasos. La labor de cincuenta años ha dado resultados maravillosos y ha contribuido a fortalecer mi fe.
Harijan, 22-2-’42, p. 48
He sugerido en estas columnas que la mujer es la encarnación del ahimsa. El ahimsa entraña un amor infinito, que a su vez implica una infinita capacidad de sufrimiento. ¿Quién sino la mujer, la madre del hombre, es capaz de demostrar esta capacidad en su más alta expresión? La demuestra cuando lleva en sí al niño y lo alimenta durante nueve meses, extrayendo alegría del sufrimiento que eso implica. ¿Qué puede sobrepasar al sufrimiento causado por los dolores del parto? Sin embargo la mujer los olvida en la alegría de la creación. ¿Quién, de nuevo, sufre cotidianamente para que el bebé crezca día a día? Hagamos que transfiera ese amor a la humanidad entera, hagamos que olvide que siempre fue y continúa siendo objeto de la lujuria del hombre, y ocupará un orgulloso lugar junto al varón como madre suya, su artífice y conductora silenciosa. A ella se le ha dado el don de enseñar el arte de la paz a un mundo en guerra, sediento de ese néctar.
Harijan, 24-2-’40, p. 13