Siendo una adolescente, tuve la inmensa suerte de vivir durante unos años en Japón. Cuando llegué no sabía nada acerca del país, pero no tardé mucho en enamorarme de todo aquello que tuviera que ver con él. Mientras estuve allí, conocí a gente maravillosa y, pese a que no puedo nombrarlos a todos, me gustaría dar las gracias a todos mis amigos y profesores del ASIJ, la Escuela Americana de Japón, que hicieron tan especial el tiempo que pasé allí. Domo arigato, mina-san!
Como siempre, gracias al equipo de la editorial Choc Lit por todo, a mi familia y a mis compañeros de profesión por mantenerme cuerda, y a todos mis amigos de la Asociación de Autores de Novela Romántica, que hacen que ser escritora sea tan divertido.
Y tengo que dedicar un agradecimiento especial a Neil Lloyd por ayudarme a escribir un haiku; ¡espero haber estado a su altura!