La temporada de las grandes convulsiones comenzó con la dimisión de Antonio Fazio, gobernador del Banco de Italia, acusado de favorecer ilegalmente a un grupo de financieros corruptos. A principios de 2006 se supo que la Fiscalía de Nápoles investigaba la sociedad General Athletics (GEA), a través de la que el director general de la Juventus, Luciano Moggi, ejercía como representante de numerosos futbolistas y entrenadores. La policía grabó conversaciones telefónicas en las que resultaba evidente que Moggi, el hombre más astuto del calcio, manipulaba la Federación y las asociaciones arbitrales. Las conversaciones fueron filtradas a la prensa y estalló un escándalo monumental.
A falta de los procesos penales, la justicia deportiva condenó a la Juventus a descender a la Serie B con una penalización de 30 puntos (luego reducida a nueve), más la pérdida de los títulos de 2005 y 2006. Milan, Lazio, Florentina y Reggina, las otras sociedades implicadas en los manejos de Moggi, mantuvieron la categoría pero sufrieron penalizaciones. Dimitieron los máximos dirigentes federativos y arbitrales y la familia Agnelli renovó la junta de la Juventus. Tras las condenas, el scudetto fue atribuido al Inter, seguido de Roma, Milan y Chievo.
Entre tanto, otro vuelco: Silvio Berlusconi perdió las elecciones y el centro-izquierda de Romano Prodi accedió al Gobierno.
La selección italiana llegó al Mundial de Alemania en las peores condiciones posibles. Italia, lógicamente, fue campeona del mundo. Cannavaro, traspasado por la Juventus al Real Madrid, ganó el Balón de Oro.