A Javier González Santos, profesor titular de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, por sus informaciones sobre el Barroco español. A Pura Ramos, del departamento de prensa de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, por haberme abierto las puertas de la institución. A José Gómez Frechina y Fernando Benito Doménech, director del Museo de Bellas Artes de Valencia, por sus datos sobre las pintoras valencianas. A Carme Riera, profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, por sus ánimos y su colaboración en mi capítulo sobre María de Zayas. A Belén Villa, del Instituto Universitario Feijoo de Estudios del Siglo XVIII de la Universidad de Oviedo, por haberme facilitado siempre con su mejor sonrisa toda la bibliografía que le solicité. A Juan Adrianssens, Alfonso Benito e Isabel Sánchez, por haber puesto generosamente a mi alcance, sus libros y sus conocimientos. A Teresa Caso, Ana Gavín, Rocío Juesas, Janick le Men, Carmen Ramírez, Tomás Sánchez y Alejandro Vargas, por aguantarme, leerme, corregirme, debatir conmigo y apoyarme en los momentos de desánimo. Y a Ricardo Artola, mi editor, por su paciencia y su contagiosa serenidad.