Agradecimientos

Mucha gente me ha ayudado con este libro de muchas formas distintas. Gracias a Max Fatchen; a Domhnall Drislane; a Clare Forster; a Jolyon Blazey; a Penny Blazey; a Paul Toner; a Nick McInerney; a Paul McInerney; a Grant Wyman de la Asociación de críquet de Australia del Sur; a Josh K. Stevens, Chelsea Stevens y Dorothy Rawlins del Bed & Breakfast Alexandria House y a Arlene Lynes y a todo el personal de la librería Read Between the Lynes en Woodstock, Illinois; al doctor James Cashman; a Ursula Brooks; a Suzi Clarke; a Noelene Turner; a Paul Buchanan; a Jeannie y Richard Vallence; a Maria Dickenson; a Stephanie Dickenson; a Sarah Conroy; a Brona, Ethan y Ashley Miller; a Melanie Scaife; a Sinead Moriarty; a Noëlle Harrison; a Catherine Foley; a Kristan Higgins; a Carol George; a Kristin Gill; a Felicity O’Connor; a la hermana Margaret Mary Murphy; a la hermana Mary Mercer; a Karen O’Connor; a Bart y Milly Meldau; a Karen Wilson; a Peter Ritchie; a Susan Owens; a Rachel Leamy; a Jean Grimes; a John Neville; a Una y Triona Collins.

Quiero darles especialmente las gracias a Austin y Lee O’Neill y a su primo Dylan Smith.

Muchas gracias a mis editores: a todo el personal de Penguin Australia, sobre todo a Ali Watts, a Saskia Adams, a Gabrielle Coyne, a Louise Ryan, a Peter Blake, a Daniel Ruffino, a Sally Bateman, a Felicity Vallence, a Andre Sawenko, a Rachel Tys, a Deb Billson, a Tony Palmer y a Cathy Larsen; al equipo Pan Macmillan en Reino Unido y en Irlanda, sobre todo a Trisha Jackson, a Jeremy Trevathan, a Helen Guthrie, a Thalia Suzuma, a David Adamson, a Michelle Taylor, a Ellen Wood, a Alex Martin‑Verdinos y a Rebecca Ikin; y a todo el equipo de Ballantine y Random House en Estados Unidos, aunque quiero hacer una mención especial a Jennifer Smith, a Jane von Mehren, a Lisa Barnes y a Kathleen McAuliffe.

Gracias de corazón a mis agentes: Jonathan Lloyd y Kate Cooper de Curtis Brown en Londres; a Fiona Inglis, a Grace Heifetz y a todo el personal de Curtis Brown Australia; a Christy Fletcher, a Grainne Fox y a Mink Choi de Fletcher & Co en Nueva York; y a Anoukh Foerg en Alemania.

Muchísimas gracias de nuevo a mi hermana Maura por sus ánimos, por su rapidez para leer, por su penetrante ojo y por sus consejos. Gracias a mis dos familias: los Drislane, en Irlanda, y los McInerney en Australia. Y gracias a mi marido, John, por todo.