Los hombres mueren, los imperios se desploman, las obras de arte desaparecen, las costumbres cambian, las lenguas se transforman… pero los cuentos permanecen.

LOLA LÓPEZ DÍAZ, Tiempos modernos, lecturas antiguas.

El hijo del rey estuvo todo el tiempo a su lado y no dejó de decirle cosas agradables; la joven doncella no se aburría en absoluto y se olvidó de lo que le había recomendado su madrina, de modo que oyó la primera campanada de las doce de la noche cuando pensaba que no eran más que las once: se levantó y huyó tan ligera como una cierva.

El príncipe la siguió, pero no pudo alcanzarla. Dejó caer uno de sus zapatitos de cristal, que el príncipe recogió con mucho cuidado.

Cenicienta llegó a casa sofocada, sin carroza, sin lacayos y con feos vestidos: de toda su magnificencia no le quedaba más que un zapatito, la pareja del que había dejado caer.

CHARLES PERRAULT, Cenicienta o el zapatito de cristal.