¿En qué piensas, amigo mío? ¿Piensas en tus antepasados? Son polvo en el polvo. ¿Piensas en sus méritos? Mírame sonreír. Toma este jarro y bebamos escuchando sin inquietud el gran silencio del universo.
La luna del Ramadán acaba de aparecer. Mañana, el sol bañará una ciudad silenciosa. Los vinos dormirán en los jarros y las muchachas en la sombra de los bosquecillos.
Amigo, no formules ningún proyecto para mañana. ¿Sabes siquiera, acaso, si podrás terminar la frase que vas a comenzar? Mañana tal vez estemos muy lejos de esta posada de las caravanas, parecidos ya a quienes desaparecieron hace siete mil años.
¡Vino! ¡Mi corazón enfermo quiere este remedio! ¡Vino de perfume almizclado! ¡Vino color de rosa! ¡Vino para apagar el incendio de mi tristeza! ¡Vino, y tu laúd de cuerdas de seda, amada mía!