LXXXIII

¿En qué piensas, amigo mío? ¿Piensas en tus antepasados? Son polvo en el polvo. ¿Piensas en sus méritos? Mírame sonreír. Toma este jarro y bebamos escuchando sin inquietud el gran silencio del universo.

LXXXIV

La luna del Ramadán acaba de aparecer. Mañana, el sol bañará una ciudad silenciosa. Los vinos dormirán en los jarros y las muchachas en la sombra de los bosquecillos.

LXXXV

Amigo, no formules ningún proyecto para mañana. ¿Sabes siquiera, acaso, si podrás terminar la frase que vas a comenzar? Mañana tal vez estemos muy lejos de esta posada de las caravanas, parecidos ya a quienes desaparecieron hace siete mil años.

LXXXVI

¡Vino! ¡Mi corazón enfermo quiere este remedio! ¡Vino de perfume almizclado! ¡Vino color de rosa! ¡Vino para apagar el incendio de mi tristeza! ¡Vino, y tu laúd de cuerdas de seda, amada mía!