Toma la decisión de no volver a contemplar el cielo. Rodéate de bellas muchachas y acarícialas. ¿Vacilas? ¿Sientes todavía deseos de suplicar a Alá? Antes que tú, otros hombres han pronunciado fervientes oraciones. Se han ido, e ignoras si Alá les oyó.
En medio del prado verde, la sombra de este árbol parece una isla. Viandante, ¡quédate donde estás, allá abajo! Es posible que entre el camino que sigues y esta sombra que gira lentamente haya un abismo infranqueable.
¿Qué haré hoy? ¿Iré a la taberna? ¿Iré a sentarme en un jardín, donde me inclinaré sobre un libro? Pasa un pájaro. ¿Adonde va? Ya lo he perdido de vista. ¡Embriaguez de un pájaro en el azur tórrido! ¡Melancolía de un hombre en la sombra fresca de una mezquita!
Si estás ebrio, Khayyam, sé feliz. Si contemplas a tu amada de las mejillas de rosa, sé feliz. Si sueñas que ya no existes, sé feliz, puesto que la muerte es la nada.