Antes de poder acariciar mi rostro parecido a una rosa, ¡cuántas espinas debes arrancar de tu carne! Mira este peine. Era un pedazo de madera. Cuando lo tallaron, ¡qué suplicio sufrió! Pero se ha hundido en la cabellera perfumada de un adolescente.
Cuando la brisa matutina entreabre las rosas y les susurra que las violetas ya han desplegado sus atuendos, sólo es digno de vivir quien mira dormir a una esbelta muchacha, coge su copa, la apura, y después la arroja.
¿Temes lo que puede ocurrirte mañana? Sé confiado, de lo contrario la fortuna no dejará de justificar tus temores. No te aficiones a nada, no interrogues a los libros ni a las personas, porque nuestro destino es insondable.
En una taberna pedí a un viejo sabio que me informara acerca de los que ya han partido. Y me respondió: «No volverán. Es lo único que sé. ¡Bebe vino!».