CLXVII

El vino proporciona a los sabios una embriaguez parecida a la de los Elegidos. Nos devuelve la juventud, nos devuelve lo que hemos perdido y nos da lo que deseamos. Nos abrasa como un torrente de fuego, pero también puede trocar nuestra tristeza en agua refrescante.

CLXVIII

Esta bóveda celeste bajo la cual deambulamos la comparo yo a una linterna mágica cuya lámpara es el sol. Y el mundo es la pantalla por donde pasan nuestras imágenes.

CLXIX

¡Laúdes, perfumes y copas, labios, cabelleras y ojos rasgados, juguetes que el Tiempo destruye, juguetes! ¡Austeridad, soledad y trabajo, meditación, oración y renuncia, cenizas que el Tiempo aplasta, cenizas!