He recibido el golpe que esperaba. Mi amada me ha abandonado. Cuando la tenía, me era fácil despreciar el amor y ensalzar todas las renuncias. Junto a tu amada, Khayyam, ¡qué solo estabas! Mira, se ha marchado para que puedas refugiarte en ella…
¡Señor, has roto mi alegría! ¡Señor, has levantado una muralla entre mi corazón y el suyo! Has pisoteado mi hermosa vendimia. ¡Yo moriré, pero tú te tambaleas, embriagado!
¡Silencio, dolor mío! Déjame buscar un remedio. Es preciso que viva, puesto que los muertos no tienen memoria. Y yo quiero seguir viendo sin cesar a mi amada.
¡Todos los reinos por una copa de vino precioso! ¡Todos los libros y toda la ciencia de los hombres por el dulce aroma del vino! ¡Todos los himnos de amor por la canción del vino que mana! ¡Toda la gloria de Feridún por estos reflejos en este jarro!