Miro a este jinete que se aleja entre la bruma del anochecer. ¿Cruzará bosques o llanos incultos? ¿Adonde va? No lo sé. ¿Yaceré mañana en tierra o bajo tierra? No lo sé.
«¡Alá es grande!». Este clamor del almuecín suena como una inmensa queja. ¿Es que cinco veces al día la Tierra gime hacia su creador indiferente?
El Ramadán ha terminado. ¡Cuerpos agotados, almas marchitas, vuelve la alegría! Los narradores saben vuestras historias. Los vendedores de vino y los mercaderes de ensueños lanzan sus pregones. ¡Pero no oigo el que me devolvería la vida, el de mi amada!
Mira este arroyo que brilla en este jardín. Como yo, decide que ves el Kausar y que estás en el Paraíso. Ve a buscar a tu amiga de la cara de rosa.