Capítulo Dieciséis

El desfile de Año Nuevo Chino estaba en pleno apogeo, y las masas de gente mirando las festividades se apretaban a través de las estrechas calles del Barrio Chino. El colorido dragón cargado por aún más coloridos jóvenes chinos, se abría camino por las calles de fiesta. Linternas y luces colgaban de cada tienda y restaurante por el camino.

Delilah había engañado a Carl. Ella le había enviado a hacer una tontería a la farmacia… pretendiendo tener calambres en el estómago… y se había sorprendido por la facilidad con que había caído con sus mentiras. Ella sabía que Samson probablemente lo castigaría por dejarla sola, pero no podía permitirse sentir lástima por él ahora. Tenía que escapar.

Un futuro con Samson no era posible, y cuanto más rápido le pusiera fin a todo esto, mejor sería para todos los involucrados. El último día había puesto a prueba seriamente su creencia en la realidad. De repente, ella había tenido que enfrentarse a un mundo en el que no sólo existían los vampiros, sino que fingían llevar una vida similar a los humanos.

Y en los últimos días también había tenido que darse cuenta de que todas las paredes que había construido en torno a ella, habían comenzado a desmoronarse. Nunca le había dicho a nadie sobre el dolor que había llevado con ella durante tanto tiempo, y aún no podía entender por qué le había dicho eso a Samson. De todas las personas, él no merecía su confianza.

Le había mentido una y otra vez. Y lo seguiría haciendo. En sus ojos había visto su desesperación por tenerla, consumirla. ¿Qué otras mentiras le diría, con tal de que ella se quedara? Apenas lo conocía, y la idea de pasar la eternidad con él era demasiado extraña, demasiado, demasiado pronto. Mientras ella estaba con él, sabía que no podía pensar con claridad. Él se aseguraría de eso, seduciéndola una y otra vez. Y Delilah sabía que sería incapaz de resistirse a él.

Pero ella no podía tomar una decisión importante como esa, una decisión que significaba estar con un vampiro para siempre, mientras estuvo en sus brazos, su cerebro se desconectaba totalmente.

Era pura suerte que Amaury los había interrumpido, y lo tomó como una señal de que tenía que escapar. Era ahora o nunca. Finalmente tuvo que pensar con la cabeza y aplastó la pequeña voz que salía de su corazón la voz que seguía insistiendo en que ella estaba cometiendo un gran error.

Delilah sabía que no podía llegar al aeropuerto para tomar el último vuelo, ya era demasiado tarde, pero se escondería en un pequeño hotel, un lugar donde él no podría encontrarla. Daría un nombre falso, pagaría en efectivo. Y mañana por la mañana, estaría en el primer vuelo a Nueva York. Estaba muy segura de que había considerado todas las precauciones que debía tomar, porque en todo caso, Samson tenía muchos recursos e intentaría cualquier cosa para encontrarla.

Delilah se había olvidado del desfile. La multitud hacía difícil atravesar las calles, pero no había ningún taxi. Tenía que llegar abajo, hacia Union Square, donde esperaba tendría una mejor oportunidad de encontrar el transporte.

Su maleta se sentía más y más pesada, mientras la rodaba detrás de ella. Había tomado todo lo que era suyo, no quería tener una excusa para volver. Su resolución era lo bastante débil ya como estaba.

La música y el ruido de la multitud ahogaron algunos de sus pensamientos, mientras trataba de apurar su paso por la acera. Cada pocos segundos era golpeada por alguien o sentía otro pie sobre el de ella. Los dedos de sus pies ya estaban sangrando, estaba segura.

En otras circunstancias podría haber disfrutado del colorido desfile, probado alguna de las comidas exóticas, e incluso compraría una baratija o dos, pero un recorrido turístico en San Francisco, era la última cosa en su mente.

Diferentes idiomas pasaban por sus oídos, mientras avanzaba hacia adelante a través de la multitud. Rostros jóvenes y viejos le pasaban, hombres y mujeres, niños y ancianos, caucásicos y asiáticos. Se tardó más de quince minutos para avanzar una cuadra.

Delilah se sintió aliviada cuando finalmente atravesó el ruido mundanal y se encontró en un callejón tranquilo. Sería capaz de tomar un atajo sin gente y encontrar su camino a Union Square colina abajo.

El sonido de las ruedas de su maleta en la calle empedrada, hicieron eco a través del callejón. En el fondo, la música se mezclaba con ella y luego el sonido de los coches y motos.

Otro leve sonido le hizo dar vuelta, pero no vio nada. Todavía estaba demasiado nerviosa. Se calmaría pronto. Su imaginación estaba jugándole una mala pasada.

Delilah dobló hacia la calle siguiente, la cual era más ancha que en el callejón que había venido. A la izquierda, un callejón sin salida, por lo que giró a la derecha. La calle estaba llena de casas de apartamentos de tres pisos de altura, y sus entradas estaban bloqueadas con puertas de hierro, las puntas penetrantes acusadoras, se extendían hacia el cielo. Caminaba por la acera y se perdió en sus pensamientos de nuevo.

Tenía que convencerse de que ella estaba haciendo lo correcto al dejarlo.

Demasiado tarde, Delilah escuchó el sonido detrás de ella, el motor de una motocicleta. Ella volvió la cabeza y lo vio dirigirse directamente a ella. Fue incapaz de distinguir la figura oscura montándola.

Sus pies se aceleraron, e instintivamente soltó su maleta. Ella corrió, pero la moto la alcanzaba, el sonido del motor era más fuerte, a medida que se acercaba. Más fuerte y más amenazante con cada segundo. Nunca podría dejarlo atrás. Frenéticamente miró a ambos lados para encontrar un escondite donde la motocicleta no pudiera seguirla.

De reojo vio un movimiento, pero era demasiado rápido para que ella se diera cuenta de lo que era.

—¡Delilah!

El grito resonó a través de la calle y rebotó en los edificios. Un grito de alguien claramente horrorizado. Antes de que pudiera darse vuelta, sintió unos brazos empujándola fuera del camino, golpeándola sobre el asfalto. Cayó fuertemente. El impacto hizo que sus costillas le dolieran, y se quejó en voz alta.

Las luces de la moto la cegaron por un segundo, mientras volteaba su cabeza, justo a tiempo para ver la moto golpeando a la persona que la había empujado fuera del camino. Vio la figura volar por el aire como si fuera un muñeco de trapo, y luego estrellándose. La caída fue detenida por las puntas de la puerta de hierro.

El cuerpo colgaba, atravesado.

La motocicleta se deslizó, una figura cayó al suelo, rodando, y luego parándose, evidentemente, sin lesiones. El motor de repente se paró y todo quedó en silencio.

El costado de Delilah dolía mientras trataba de moverse, pero tenía que hacerlo. El ciclista se dirigía a ella después de echar un vistazo breve a la figura empalada en la puerta.

Delilah tropezó con sus pies. Estaba demasiado oscuro para que ella reconociera quién era la persona que estaba en la puerta, pero sin embargo, ella lo sabía. Le había oído gritar su nombre con una voz que le era muy familiar. Él la empujó fuera del camino y le salvó la vida, aunque sólo por unos minutos. Pero no quería aceptar quién era. Porque si lo hacía, todo su mundo se vendría abajo. La persona que la había empujado fuera del camino de la motocicleta, tratando de salvarla, estaba empalado ahora en la puerta, aparentemente sin vida.

Delilah trató de moverse, pero sus pies se congelaron firmemente en el lugar, mientras el motociclista se acercaba a ella, como si alguien la mantuviera en su lugar con hilos invisibles. Trató de levantar un pie delante del otro, pero no pudo. Nada se movía. Estaba paralizada.

Algo llamó su atención y la hizo voltear la cabeza a su derecha. Fue entonces cuando los vio: varios hombres vestidos de negro corriendo hacia la escena. Fue entonces cuando se dio cuenta que no tenía ninguna posibilidad. Todo había terminado. Ellos venían por ella. La matarían, de la misma forma en que el motociclista había matado a su salvador.

Delilah volvió a mirar al motociclista que de repente se apartó de ella y corrió en dirección opuesta, lejos de los hombres. ¿Qué?

—¡Delilah!

Escuchó decir, proveniente de otra voz familiar. Un segundo después, Amaury estaba junto a ella.

—¿Estás bien?

Ella asintió con la cabeza, aturdida. De repente, sus músculos se movieron de nuevo, y casi se desplomó. Amaury la atrapó.

—¿Samson?

Inclinó la cabeza hacia la dirección de la puerta de hierro. Ella no quería oír la respuesta. Vio con horror como dos de los hombres lo bajaban de los picos de la puerta y lo acostaban en el suelo. Un ligero movimiento le llamó la atención. ¿Se había movido por sí mismo?

—¡Samson!

Delilah trató de correr hacia el hombre que habían puesto sobre el pavimento. Samson. Una mano fuerte tiró de ella.

—No —dijo Amaury—. No querrás verlo así.

Ella tiró de su brazo fuera de su agarre.

—¡Él está herido por mi culpa!

Ella corrió hacia él, se dejó caer junto a él. El cuerpo de Samson estaba flojo en el suelo, la sangre salía de varias heridas de gran tamaño. ¡Tanta sangre! Pero para su sorpresa, ella no sentía el mareo habitual en el estómago que normalmente le sucedía cuando veía sangre.

Delilah lo miró a la cara. Estaba manchado de sangre. Pero sus ojos estaban abiertos.

—Samson.

Ella acarició su mejilla. Sus ojos se llenaron de lágrimas ante el dolor que aparecía en su rostro. Nunca había visto a nadie en esa agonía, con tanto dolor físico.

En el fondo escuchó a Amaury dando órdenes, pero lo único que veía era a Samson, el hombre de quien había tratado de huir. ¿Por qué? No podía recordarlo.

—¡Alguien ayúdelo! Tenemos que llevarlo a un médico.

Delilah llamó a Amaury. Un frío miedo se apoderó de ella, mientras él le daba una mirada de muerte.

—Un donante viene en camino.

Ella no entendía.

—¿Un donante?

Samson intentó hablar, pero su voz era un murmullo apenas. Delilah se inclinó hacia él tratando de calmarlo. Pero no sabía qué hacer. No tenía conocimiento de primeros auxilios, e incluso si lo hiciera, ¿funcionaría en un vampiro? Ella no podía hacer nada.

—No trates de hablar. Vamos a conseguirte ayuda. Todo va a estar bien, por favor, aguanta —lo animaba, a sabiendas de que sus palabras eran una mentira, sonaban huecas en sus oídos.

Samson movió su cabeza de lado a lado.

—¡No! —gritó ella, comprendiendo lo que quería decir—. ¡Amaury, dime qué hacer!

Amaury estaba a su lado.

—Sus heridas son demasiado extensas. Él lo sabe. Lo siento, pero va a morir si no recibe sangre humana inmediatamente.

—Entonces traigan una ambulancia, y denle una transfusión.

De repente se acordó de la máquina expendedora en el consultorio del Dr. Drake.

—¿No puedes conseguir un poco de sangre embotellada en alguna parte?

—La sangre embotellada no va a funcionar, no esta vez. Sus heridas son demasiado graves. Necesita sangre procedente directamente de la vena de un ser humano. Él necesita la fuerza de la vida de un ser humano, para ayudarle a regenerarse.

—Le daré la mía.

Sin dudarlo Delilah empujó la manga de su suéter.

—No…

La voz de Samson era débil, pero decidida. Sus ojos le lanzaron una mirada de súplica en dirección de Amaury.

—No te dejará —explicó Amaury.

Delilah le dio una mirada de sorpresa y sacudió la cabeza. Por una vez le importaba un comino lo que alguien hacía o no quería que hiciera. No se quedaría de brazos cruzados dejándolo morir.

—No me importa. Él va a tomar mi sangre.

—No puedo dejar que lo hagas, Delilah. Samson lo prohíbe.

Las lágrimas brotaron de sus ojos y corrían por sus mejillas cuando volvió a mirar a Samson—. No voy a dejar que te mueras.

Parecía como si él tratara de sonreír, pero su rostro se deformaba de dolor en su lugar.

Le llevó la muñeca a su boca.

—Muérdela —le ordenó con feroz determinación.

Pero él no la mordió. En cambio, apartó su cabeza de la muñeca.

—¡Vampiro terco! Muy bien, no muerdas, voy a hacer que uno de tus amigos me muerda, y luego te voy a alimentar a la fuerza con mi sangre. ¿Entiendes?

La ira coloreó su voz, y vio algo en los ojos de Samson. ¿Incredulidad?

—Amaury, muérdeme la muñeca —le ordenó, y extendió su muñeca hacia Amaury.

Él se negó.

—No puedo.

Ella le lanzó una mirada penetrante.

—¿Alguien más, entonces? ¡Usted! —gritó a uno de los hombres que habían ayudado a tomar a Samson de la puerta.

—Tú eres un vampiro muérdeme, maldita sea, así podré alimentar a Samson.

El vampiro vaciló y miró a ella, a Samson y a Amaury.

De repente, Delilah sintió una mano en su otro brazo y se volvió. La mano de Samson la había agarrado.

—… No quiero… hacerte daño… —emitió con voz apenas audible.

¿Ahora había decidido que no quería hacerle daño? ¿Qué pasó cuando le había mentido? El juicio de este hombre apesta. Mucho. Tendría que hablar con él sobre eso, pero más tarde.

—Sólo me lastimarás si me dejas. No me dejes, por favor.

Puso la muñeca en su boca de nuevo, pero no hizo ningún movimiento. Fue entonces cuando perdió la calma. La ira se apoderó de ella.

—¡Muérdeme, maldita sea, o te patearé en las bolas tan fuerte que gritarás hasta el próximo siglo! ¿Entiendes?

Un segundo después sintió el agudo dolor de su piel rompiéndose y el líquido que goteaba. Una fracción de segundo más tarde el dolor había desaparecido, y los colmillos de Samson estaban firmemente atascados en su muñeca. Ella lo sintió chupar, con los ojos cerrados.

Con la mano libre le apartó el pelo hacia atrás de su cara manchada de sangre.

—Toma lo que necesites, mi amor.

Delilah sintió más que escuchar su suspiro. Dejó caer su cabeza en la suya, y le dio un beso en la frente.

—Estoy aquí, Samson, estoy aquí.

Amaury la ayudó a levantar la cabeza de Samson hacia su regazo, para que fuera más fácil para ella darle de comer.

—Gracias.

Amaury negó con la cabeza.

—Samson es un hombre muy afortunado al tenerte.

La conmoción detrás de ella le hizo volver la cabeza.

Dos vampiros llevaban al motociclista luchando con ellos. El casco se había ido, y se reveló una cabeza de pelo largo y rojizo. Ella había visto a esa mujer antes, en el teatro.

Ilona Hampstead, la ex novia de Samson.

Ilona trató de escapar de la mano de los dos vampiros, pero a pesar de su lucha, no podía. Eran más fuertes que ella. Su expresión se puso furiosa.

La mujer miró justo a Delilah, viendo cómo Samson bebía su sangre.

—¿Qué, crees que va a ser tuyo sólo porque le permitas beber su sangre? ¡Sueña, hermana! Su voz estaba mezclada con veneno.

Delilah le devolvió su vil mirada, con una mirada asesina de ella.

—¡Perra! ¡Voy a tratar contigo más tarde!

Ella quería retorcerle el cuello a la mujer por herir a Samson, por casi haberlo matado. Delilah lo miró mientras se alimentaba de su muñeca y vio cómo los ojos de Samson se abrían en estado de shock.

—Todo va a estar bien, mi amor, ya la tienen. Ella no puede hacerte daño nunca más —le susurró.

Sus ojos se cerraron de nuevo, y luego soltó su muñeca. Miró a Amaury, alarmada.

—Está bien. Él va a tomar lo que su cuerpo pueda procesar a la vez. Él necesitará más, mas adelante. Vamos a tener un donante para entonces —le aseguró Amaury.

Ella sacudió la cabeza.

—No. Yo no lo permitiré.

—Qué lindo —escupió Ilona.

Delilah la ignoró.

—Él sólo beberá de mí, y de nadie más.

—Pero es muy peligroso. Necesita mucha sangre —Amaury le advirtió.

Levantó la mano en señal de protesta.

—Sólo de mí.

Luego le dio a Ilona otra mirada y se quitó la chaqueta. La enrolló y descansó la cabeza de Samson en ella, antes de que se pusiera de pie todavía tambaleante. Le dolían las costillas, y se llevó la mano a su lado para apoyar sus movimientos.

Amaury ofreció su brazo para sostenerla, y Delilah lo tomó con mucho gusto.

—¿Qué vamos a hacer con ella? —Delilah le preguntó.

—¿Vamos? —Amaury le dirigió una mirada atónita.

—Sí, «nosotros». Y ni siquiera pienses en excluirme. Tengo todo el derecho.

—No vas a dejar que una pequeña mortal te diga lo que tienes que hacer, ¿verdad? —Se burló Ilona de Amaury, mientras luchaba en las garras de los dos vampiros deteniéndola.

—¡Debilucho!

Amaury le dio una sonrisa despreocupada.

—Debes saber que no soy susceptible a tus insultos, Ilona.

—¿Vas a cogerla también, una vez que Samson la descarte? ¿O tal vez antes?

—Creo que deberías callarte, mientras todavía tengas una lengua —Amaury le advirtió. Delilah le lanzó una mirada de sorpresa.

—Oh, sí perra. Eso es lo que él hace, el gran y poderoso Amaury. Se coge las sobras de Samson.

—Como si tú no lo hubieras pedido —replicó él.

Ilona dejó escapar una risa amarga.

—Me pregunto si tu amigo lo sabe. Tal vez alguien debería decirle.

La mirada de Delilah rebotaba entre los dos. Era evidente que se conocían más íntimamente de lo que nadie habría imaginado. ¿Amaury había estado de alguna manera involucrado con la ruptura de Ilona y Samson? ¿Había traicionado a su mejor amigo?

—No está funcionando, Ilona. No puedes salirte de esta. Así que, ¿dónde está Milo?

—¿Milo? —hizo eco Delilah.

Amaury le dio una mirada de reojo.

—Hemos descubierto que es la hermana de Milo, y está detrás de todo esto para robar millones de dólares de la empresa de Samson. Engañó a Thomas y obtuvo acceso a su contraseña.

Delilah se quedó mirándolo en estado de shock.

—¿Milo era el cerebro de esto?

Ilona sopló un molesto ¡uff!

—Ese idiota no puede planear nada. Ni siquiera pudo ejecutar lo que le dije, de lo contrario perra, serías alimento de gusanos ahora. Pero no, tenía que dejar el trabajo a algún humano idiota, que metió la pata en todo momento. Debería haberlo hecho yo misma en primer lugar —vociferó ella.

—Tendría, debería, podría —contestó sarcásticamente Delilah.

Ilona le gruñó.

—¿Crees que puedes tenerlo y a todo su dinero? Piénsalo otra vez. Él sólo está jugando contigo: Samson nunca amó a nadie más que a sí mismo. Es un hombre egoísta y un amante aún más egoísta. Él se cansará de ti, y entonces él va a botarte.

—El hecho de que no pudieras darle lo que necesitaba, no quiere decir que yo no pueda. Y en cuanto a ser egoísta, ¿por qué no te miras en el espejo en algún momento, y ves quién es la egoísta? Ay, lo siento, se me olvidaba: no puedes mirarte en el espejo, ¿verdad? Entonces supongo que no sabes cuán fea en realidad eres, así que sólo te daré una idea… eres una bruja de mierda.

Ilona silbó y luchó para liberarse de sus dos guardias, había muerte en sus ojos.

—¡Sólo déjame llevar mis colmillos sobre ti, puta… te mostraré realmente lo fea que puedo ser!

—¡Basta! ¿Dónde está Milo?

Amaury hizo una seña a los dos vampiros, para que la agarraran más fuerte, torciéndole los brazos a Ilona hacia atrás, en posición incómoda y dolorosa. Ella hizo una mueca de dolor.

—Yo no sé dónde está ese idiota.

—Está bien, entonces no tenemos más necesidad de ti.

Delilah miró a Amaury.

—No vamos a dejar que se vaya, ¿verdad?

—¿Dejarla ir? No. La vamos a matar.

Amaury sacó una estaca de madera del bolsillo de su chaqueta. Delilah se quedó mirando la estaca y después a Ilona, cuyos ojos se habían agrandado. Ella sabía lo que venía. Sí, iba a morir, pero Delilah quería ser la que diera el golpe final. Era su hombre a quien casi había matado Ilona, por lo que sería justo para ella, castigar a la mujer.

Delilah agarró la estaca de las manos de Amaury, pero él la detuvo.

—No, será mi placer. Samson es lo mejor que me ha pasado en la vida. Cualquiera que quiera hacerle daño, mejor que me derrote primero.

Delilah tuvo que aceptar. La determinación de Amaury era palpable.

—Gracias por el buen sexo, pero como he dicho antes, no tenía sentido. Nos vemos en el infierno.

Los ojos de Ilona se abrieron como si ella no pudiera creer que realmente lo haría. Sus labios se abrieron, pero las palabras no salieron. Amaury levantó su brazo y clavó la estaca en su corazón. En una fracción de segundo, la incredulidad se extendió sobre la cara de Ilona. Un segundo más tarde era polvo. El aire recogió los granos diminutos de polvo y se los llevó.

Cuando Amaury se volvió a Delilah, le dirigió una larga mirada.

—Sin emociones, todo es sin sentido.

Amaury organizó el transporte de Samson para regresar a la casa, mientras más vampiros fueron enviados a cazar a Milo.

Carl los esperaba a su regreso y había preparado el dormitorio de Samson, colocando sábanas limpias en la cama. Carl y Amaury ayudaron a cortar las ropas rasgadas del cuerpo de Samson y limpiaron sus heridas antes de colocarlo sobre la cama, y pusieron una sábana blanca sobre su cuerpo.

—Necesitará sangre fresca cada dos horas —aconsejó Amaury—. Puedes cambiar de opinión, ya lo sabes. Él no esperaría que tú hicieras esto. De hecho, él querría que yo te disuadiera de continuar con esto.

Delilah negó.

—Él está herido por mi culpa. Voy a darle lo que necesita.

Ella se había puesto una camiseta y calzas y se sentó junto a él en su cama.

Amaury asintió.

—Carl, vamos a tener que darle a Delilah algún tónico para fortalecer y regenerar su sangre más rápido. Debemos tener todo lo que necesitamos en la cocina.

Samson se movió.

—Él te necesita ahora.

Amaury y Carl salieron de la habitación, y Delilah se inclinó hacia Samson, colocando la muñeca en su boca. Sin abrir los ojos, sus colmillos se hundieron en su piel.

—Sí, bebe, mi amor. Estamos en casa ahora.

Le acunaba la cabeza en su regazo, mientras le daba de comer. Ya podía ver que algunas de las heridas se habían comenzado a cerrar. El flujo de sangre se había detenido, y la sangre se coagulaba, creando una corteza sobre las heridas. El proceso de curación había comenzado.

La sensación de succión en la muñeca no era dolorosa, por el contrario, la llenaba de paz.

Cuando Samson finalmente soltó la muñeca, sus labios se movieron.

—Delilah —susurró, pero se quedó inconsciente inmediatamente.

Delilah lo sostuvo mientras observaba cada movimiento de su cuerpo. Esta vez no había dudado cuando se requería acción por parte de ella. Esta vez no se había quedado parada dejando que alguien que amaba muriera. Había actuado. Se había sorprendido de lo fuerte que había sido allí en esa calle. El coraje que había sentido cuando se enfrentó a Ilona había sido nuevo para ella, pero le había ayudado el saber que todos los vampiros que la habían rodeado estaban de su parte.

Amaury volvió a la habitación, trayéndole una mezcla de aspecto desagradable, con un olor más desagradable.

—¿Qué es esto?

—Tú no quieres saberlo. Pero te ayudará a mantener la pérdida de sangre.

Delilah le creyó. ¿Cómo había cambiado su mundo de esta manera? Estaba acostada en la cama con un vampiro, y le daría tanta sangre como necesitase y de buena gana bebió el líquido más vil que sus labios habían tocado nunca, confiando en el vampiro que se lo había entregado.

—Voy a hacerte compañía. —Amaury acercó el sillón a la cama, antes de sentarse—. Va a necesitar alrededor de veinticuatro horas para recuperarse.

—Pero va a salir adelante, ¿no es así?

—Con tu ayuda, lo hará.

Amaury apoyó la cabeza en el alto respaldo de la silla.

—Cuéntame lo que pasó. Delilah quería saber.

Amaury asintió con la cabeza—. ¿Samson te habló de Ilona, acerca de su ruptura?

—Sí. Me habló de ella. Pero no mencionó que ella y tú… —Delilah se aclaró la garganta.

—Él no lo sabía.

Su mirada, cuando la miró a los ojos era sincera—. Escucha, no hay necesidad de que lo sepa. Yo no lo traicioné. Ella vino a mí después de que él la había expulsado de su vida. Hey, no estoy orgulloso de ello, pero no soy muy exigente cuando se trata de mujeres.

—La mataste como si no sintieras nada por ella. —La idea la hizo estremecerse—. ¿Qué te llevó a ser un amante tan frío? —Cuando volvió a mirar sus ojos, reconoció el dolor.

—El sexo es sólo sexo para mí. Nada más. Es algo que necesito, y no me importa quién lo provea. No quiero aturdirte, pero eso es lo que soy. No cambia dónde permanece mi lealtad.

Su mirada se desvió a Samson, y ella comprendió.

—Sin Samson, yo no estaría aquí hoy. Me salvó la vida en numerosas ocasiones. Es un buen hombre.

Ella asintió con la cabeza y acarició la mejilla de Samson.

—Y él es mío. —Miró de nuevo a Amaury justo a tiempo para ver su cálida sonrisa—. ¿Cuál era el plan de Ilona?

Él suspiró.

—Ella quería ser dueña de una fortuna de varios millones de dólares. Quería lo que es de él. Si Samson hubiera hecho el vínculo de sangre con ella, Milo lo habría matado. Y todo el dinero habría sido de Ilona.

—Oh, Dios mío, ¿ella lo quería muerto?

Un miedo frío se apoderó de ella.

—Eso es lo que la avaricia le hace a la gente. Vivir de su fortuna no era suficiente para ella.

—¿Qué quieres decir?

—Cuando un vampiro hace un vínculo de sangre, su compañero tiene derecho a todo lo que es suyo. Se convertirán en copropietarios. Obviamente no era suficiente. Lo quería todo. Cuando Samson rompió con ella, su sueño se convirtió en humo. Así que tenía que planear algo más.

Delilah sacudió la cabeza, tratando de deshacerse de las imágenes en su mente.

—¿Qué estaba planeando?

—En primer lugar hizo que su hermano, Milo, se infiltrara. No teníamos ni idea. Ella era nueva en la ciudad, de repente apareció Milo y… bueno, supongo que no fue tan difícil para él seducir a Thomas. Es un blando de corazón, y, francamente, incluso en San Francisco, no hay muchos vampiros gay. Así que sus opciones eran siempre un poco limitadas.

—Milo había averiguado lo suficiente sobre el funcionamiento interno de Scanguards, para saber que robar la contraseña de Thomas, no era suficiente. Así que husmeó en los registros, y debió haber descubierto el pequeño fraude de depreciación de John y lo utilizó para chantajearlo. Era bastante fácil. Tú estabas en el camino correcto, ya sabes, con la auditoría. Lo habrías encontrado con el tiempo.

Él le dio una mirada de aprobación.

—Hiciste la mitad del trabajo —reconoció ella.

—Sólo después de que me mostraste el camino a seguir. Ilona era inteligente. Carl me dijo hoy, que en ese entonces la vio en el equipo de Samson una vez, posiblemente tratando de entrar en el sistema, pero nunca le había dado su información de acceso ni contraseña. Así que, obviamente, esa idea la tenía desde antes.

—¿Estás seguro? Me la dio a mí, y él me conoce mucho menos tiempo que a ella.

—Ni siquiera yo sé su contraseña, y soy su mejor amigo. Él confía en ti como si nunca pudiera confiar en nadie más. No creo que alguna vez le tuviera confianza a Ilona, a pesar de que estaba dispuesto a casarse con ella. Supongo que la soledad finalmente lo estaba alcanzando. Siempre quiso una familia.

Amaury sonrió suavemente, su mirada se dirigió a Samson en la cama.

—Una vez que Milo tuvo la contraseña de John, fue capaz de cargar las transferencias bancarias cifradas. Después, sólo tenía que regresar de nuevo con la contraseña de Thomas y autorizarlos.

—Thomas debe estar devastado.

—Milo lo venció hace un rato y lo encadenó con plata.

—¿Con plata?

—Es el único metal que no podemos romper o doblar. Los vampiros no pueden escapar de las cadenas de plata. Se les quema la piel. Tuvimos la suerte de llegar a tiempo donde Thomas. Él estaba con un gran dolor, pero va a estar bien. Personalmente, estoy sorprendido que Milo no lo matara. Tal vez había algunos sentimientos involucrados, después de todo…

—Lo siento por Thomas por haber sido engañado de esa manera por su amante. ¿Crees que John sabía lo que Milo estaba haciendo?

—Probablemente no —adivinó Amaury—. E incluso si hubiera sospechado, es probable que sólo lo ignorara, pensando que entre menos supiera, mejor. John era realmente un títere en este juego. No del todo inocente, pero ciertamente no merecía morir.

—¿Qué va a pasar con su familia? Tenía una esposa e hijos.

Delilah sólo podía imaginar el dolor que su esposa estaba experimentando.

—Samson se hará cargo de ellos. Tenemos un fondo de caridad que ayuda a las familias de los empleados que mueren en el cumplimiento de su deber. Esto ocurre, ya sabes, con algunos de nuestros escoltas. Y aunque John no murió en el cumplimiento del deber, Samson hará lo correcto por él.

—¿Y el hombre que nos atacó?

—He enviado a dos de nuestros hombres a que lo liberen. Tienen instrucciones para borrar su memoria de todo lo relacionado con Samson, tú, o cualquier otro vampiro. No hay necesidad de castigarlo más. La esposa de John tendrá todo el apoyo que pueda conseguir.

—Otros en esta situación, no serían tan amables.

—¿Quieres decir porque somos vampiros?

No había ninguna acusación en la voz de Amaury.

—Incluso los seres humanos serían más crueles. Desde luego, no me esperaba este tipo de consideración de los vampiros, sin ánimo de ofender.

Amaury negó con la cabeza.

—No tiene nada que ver con ser un vampiro o no. Hay buenos y malos entre nosotros, al igual que hay buenos y malos entre los seres humanos. Convertirse en un vampiro no te hace malo. Y ser humano, no te hace bueno.

—Y tú y Samson, son buenos.

—No somos santos, pero tratamos de ser tan buenos como nos sea posible. Es una lucha constante, pero ganamos más de lo que perdemos.

—¿Cómo me encontró Samson a tiempo? —Delilah le sonrió.

—Tu olor. Podría haberte seguido por toda la ciudad. Él conocía tu olor tan bien, y luego, por supuesto, lamió la sangre de tu mano, eso sólo lo intensificó. Cuando Carl le dijo que te habías ido, sabíamos que Milo e Ilona estaban sueltos por la ciudad… Yo nunca lo había visto tan asustado en mi vida. Estaba dispuesto a matar a alguien.

—Lo siento.

Ella realmente lo sentía.

—La próxima vez que planees dejarlo, házmelo saber, ¿lo harías? Para que yo pueda salir de la línea de fuego.

Ella no lo dejaría de nuevo. Si aún la quería, sería suya. Le dio un beso en la frente a Samson y le pasó la mano por el pelo.

—Eso no va a ser necesario, Amaury. —Le sonrió y vio que lo había comprendido.

—Se alegrará de saber eso cuando despierte. ¿Por qué no duermes un poco? Voy a cuidar de él y asegurarme de que se alimente cuando lo necesite.

—Gracias, Amaury, eres un gran amigo.

Tenía los párpados pesados, y en pocos minutos estaba fuera, hundiéndose de nuevo en la almohada, mientras mantenía la cabeza de Samson acunada en su regazo.