Capítulo Quince

Ilona paseaba a todo lo largo de su apartamento en la octava planta, con su teléfono celular pegado a la oreja. Sin interés miraba hacia la ciudad por sus ventanas que iban desde el piso al techo. Esta noche, ella no estaba de humor para admirar las impresionantes vistas.

—No, no estás escuchando. ¡Lo tenía, tonto incompetente! —Su voz dejó escapar un resoplido frustrado—. Si lo hubiéramos hecho a mi manera, en primer lugar, no estaríamos en esta situación. Pero, no, pensaste que podías manejarlo mejor. No te atrevas a interrumpirme.

Hizo una pausa breve, pero la persona que llamaba en el otro extremo, había comenzado por fin a escucharla y no dijo ni pío.

—Bien. Esto es lo que harás, y realmente no me importa cómo, siempre y cuando lo hagas esta noche. Yo quiero que ella desaparezca. No sólo ella va a averiguar lo que estamos tratando de hacerle a su compañía, ahora incluso, él la ha hecho su amante. ¿Sabes cómo duele eso? ¿Lo sabes?

No hubo respuesta.

—Estoy hablando contigo.

Estaba furiosa. Con razón todo estaba hecho pedazos, si tuvo que confiar en un familiar.

—Pensé que no querías que dijera nada más —dijo su hermano finalmente, en el otro extremo.

¿Tenían realmente algún ADN en común? Era difícil de creer.

—¡Idiota! No puedo creer que esté emparentada contigo.

—Hey, yo no soy tan estúpido como me haces parecer. Te conseguí toda la información interna que querías. No te olvides de eso. Por lo menos puedo mantener mi boca cerrada, no como tú.

—No te atrevas a sacármelo de nuevo.

Su propio fracaso seguía siendo doloroso, incluso después de nueve meses. ¡Había estado tan cerca! Prácticamente había sido capaz de saborear la victoria.

Su hermano se encendió.

—Ah, sí, lo haré. Si hubieras solo continuado chupando su pene hasta que tuvieras un vínculo de sangre con él, todo su dinero hubiera sido tuyo, y simplemente pudiste haberme dejado matarlo pero no, mi hermana mayor no puede tragar, ¿no?

—¡Tal vez tu deberías haberle chupado el pene en mi lugar!

—Yo no soy su tipo. Así que no hagas esto sonar como que si fui yo el que metió la pata. Tú misma te has metido en esta situación. ¿Tienes alguna idea sobre las cosas que tengo que pasar, para solucionar este problema para ti? Crees que es muy fácil.

Ilona pisó fuerte, su hermano no lo sabía, pero necesitaba una salida a su frustración. Mucho tiempo había trabajado en esto, y, finalmente, el premio estaba a su alcance otra vez. Sólo unos días más y todo el dinero de Samson sería de ella.

—Ah, deja de lloriquear. Una vez que todo esto haya terminado, estarás nadando en dinero. ¿Estás a punto de terminar con la carga?

—Estoy trabajando en la encriptación. Unas pocas horas más de trabajo y entonces puedo empezar a autorizar. Ya casi estamos allí.

Ilona dejó escapar un suspiro de alivio.

—Bien. Pero todavía tenemos que hacernos cargo de ella. No podemos arriesgarnos a que descubra lo que estamos haciendo y nos detenga justo antes de llegar a la meta.

—Voy a deshacerme de ella. Menos mal que la ha hecho su amante. Samson estará tan devastado, que ni siquiera se dará cuenta de lo que está pasándole a su empresa. Irá bien con nuestros planes.

¿De qué estaba hablando su hermano?

—¿Devastado? Él sólo se la está cogiendo.

—¿Sólo cogiéndosela? Sigue soñando. Está enamorado de ella, la llama «su mujer». Al parecer finalmente se olvidó de ti. Le tomó suficiente tiempo. Te llamaré cuando esté listo.

—Espera —trató de detenerlo, pero él ya se había desconectado de la llamada.

¿Samson estaba enamorado de esa pequeña perra? A ella no le importaba un comino la vida amorosa de Samson, ¿pero ser reemplazada por un ser humano? Ahora, eso dolía. ¡Hijo de puta!

Ilona lanzó su teléfono al sofá y se quitó sus tacones de aguja de una patada. En el camino a su habitación se sacó su vestido por los hombros y lo dejó caer al suelo. Su personal lo limpiaría después. Tenía cosas más importantes que hacer.

***

Amaury marcó el teléfono celular de Thomas y se conectó al instante.

—Necesito tu experiencia.

—¿Qué pasa? —Thomas sonaba distraído.

En el fondo se podía escuchar a alguien más.

—Necesito que revises algunos archivos para mí. Tú eres mejor en informática que yo.

Era cierto. Thomas era residente experto en Informática en todo lo relacionado con Scanguards. Lo que fuera necesario, Thomas sabía cómo hacerlo.

—¿Ahora? Estoy en medio de algo.

Amaury rodó sus ojos.

—Deja de coger a Milo y pon tu culo en marcha. He encontrado algo que me hace pensar que John Reardon estaba involucrado en algo más grande que sólo el desvío de unos pocos miles de dólares. Subió unos archivos encriptados al servidor central, y tengo que saber qué hay en ellos.

—No me necesitas para eso. Sé que eres capaz de descifrar la encriptación tú mismo —Thomas respondió.

—Sé que puedo. Es sólo que me está tomando más tiempo del que te llevaría a ti. Así que hazlo.

Thomas estaba claramente vacilante, hasta que finalmente aceptó.

—Está bien. Voy a hacerlo. ¿Cuál es la ubicación de los archivos?

Amaury le informó de la ubicación del servidor y el código por el cual tenía que identificar los archivos de John.

—Vamos a dividir el trabajo. Voy a empezar desde el fondo hacia arriba. Tú tomarás la parte superior. Llámame cuando encuentres algo —Amaury le ordenó y terminó la llamada.

Era una buena cosa que Amaury fuera más viejo que Thomas. Cuando presionaba, Amaury normalmente ganaba la discusión. También ayudaba que era el amigo más cercano y más antiguo de Samson.

Había pasado la última hora revisando a través del historial en el que John había trabajado en el último mes, concretamente los archivos en los cuales él había accedido.

La sugerencia de Delilah de revisar todos los archivos en los que John había accedido bajo su sesión, habían tenido éxito. Él había estado en todos lados, metiendo las narices en los archivos que no tenían nada que ver con su posición, archivos que otro personal tendría que haber trabajado, no él.

Carl asomó la cabeza en la oficina.

—Amaury, ¿está el Sr. Woodford con usted?

Él negó con la cabeza—. Puedes llamarlo Samson, ya lo sabes. Sé que te lo ha dicho varias veces.

—Preferiría no hacerlo.

—Salió con Delilah. ¿Qué necesitas?

—He recordado algo que me ha estado molestando. —Carl pasó de un pie al otro.

Amaury señaló la silla frente al escritorio en silencio, pidiendo a Carl tomar asiento.

—Tiene que ver con la señorita Ilona.

—¿Ilona?

Amaury no pudo reprimir su sorpresa. Nadie había mencionado su nombre en la casa de Samson en más de nueve meses. Menos mal que no estaba en casa. Y esperaba que no estuviera en los próximos cinco minutos. Si escuchaba pronunciar su nombre en su casa, no se sabría cómo reaccionaría.

—Pasó mucho tiempo aquí. Sé que nunca le gusté, así que me quedé fuera de su camino tanto como pude. No quería molestar al Sr. Woodford, y después de que ella se fue, no hubo un buen momento para mencionarlo. El Sr. Woodford fue tan inaccesible por un largo tiempo.

Amaury recordaba eso muy bien. Su amigo se había aislado y prefería su propia compañía, a la de sus amigos. Había acumulado una gran cantidad de ira y la ira se había convertido en depresión, hasta que finalmente había regresado a lo que parecía su estado normal. Excepto por el hecho de que había rechazado la compañía de las mujeres después de eso.

—Y luego me olvidé de eso, pensé que no era realmente importante.

—Carl, estás vacilando.

Amaury estaba ansioso por volver a analizar los archivos cifrados.

—Lo siento, Amaury. Es sólo que yo ni siquiera sé si es importante.

Amaury le dio una mirada inconfundible. Ya sea para que hablara o se saliera de la habitación.

—La señorita Ilona. La vi en su computadora un día, cuando él estaba afuera. No estoy seguro si pudo acceder o no, pero cuando me vio, fingió que estaba buscando un lápiz y un papel. Más tarde esa misma noche, el Sr. Woodford la echó. Cuando vi a la señorita Delilah sentarse en la computadora anoche, lo recordé de nuevo.

—No me di cuenta que regresaste a la casa anoche.

—Todos ustedes estaban tan absortos en su trabajo, que no me escucharon. No quería molestar.

Amaury asintió. Es cierto, estaban tan absortos que se habían olvidado del tiempo y del amanecer.

—No le menciones nada acerca de Ilona a Samson. Sólo lo molestaras. Creo que deberíamos guardárnoslo. Voy a hacer algunas consultas, a ver qué puedo encontrar.

Carl se levantó—. Gracias, Amaury. Estoy seguro de que no es nada. Era sólo algo extraño. Especialmente teniendo en cuenta que nunca dejaba que otras personas tocaran sus computadoras, a excepción de usted, y ahora de la señorita Delilah.

—Creo que todos debemos estar preparados para mucho más que él dejará que Delilah haga. —Amaury sonrió.

—¿Crees que se convertirá en la ama de la casa?

—¿Ama? Supongo que eso es una definición tan buena como cualquier otra. Ella sí que lo tiene en la palma de su mano. No es que ella tenga la menor idea.

Amaury sacudió la cabeza y sonrió. ¿Cómo una mujer podía estar tan ajena a los efectos que tenía en un hombre?, estaba más allá de su entendimiento.

—No será fácil de ocultar lo que somos si se queda.

Dio una mirada sorprendida a Carl, luego dio una palmada en su frente.

—Ah, es verdad. No lo sabes todavía.

—No sé, ¿qué?

—Se enteró hace un par de horas.

Ahora era Carl el que tenía una mirada aturdida en su rostro.

—¿Y ella todavía está con él?

Un ruido fuerte les dijo que alguien había cerrado la puerta. Segundos después la puerta se abrió de nuevo y se estrelló por segunda vez.

—¡No hemos terminado de hablar!

Escucharon la voz furiosa de Samson.

—Ah, sí, ya terminamos. No me voy a casar con un vampiro —Delilah le gritó en respuesta.

Carl y Amaury intercambiaron sonrisas.

—Cien dólares a que no se casará con él —sugirió Carl.

Amaury negó con la cabeza.

—Tienes que aprender mucho más acerca de las mujeres. No sólo se casará, sino que hará el vínculo de sangre con él.

Él extendió su mano para sellar la apuesta, y Carl la tomó.

—Y tienes que aprender más sobre el Sr. Woodford. No hay nada más que le guste, que su paz y tranquilidad en su hogar. Y por como esto suena, ella no le dará eso.

Amaury se rio en voz alta. Carl podría haber pasado más tiempo con Samson en los últimos dieciocho años, que él, pero Amaury era el que realmente conocía a su mejor amigo. Y paz y tranquilidad no era lo que más le gustaba a Samson en su hogar. Ni remotamente.

Había una cosa que su amigo anhelaba más que nada en su vida, algo que nunca había tenido desde que era un vampiro, a pesar de las amistades que había formado: una familia. Pero Carl no podía saber eso. Su amigo nunca había verbalizado su deseo más profundo, pero Amaury siempre lo había sentido.

Otra puerta se cerró, y sabía que Delilah había entrado en el dormitorio de Samson.

***

Por segunda vez en dos días Delilah abrió su maleta sobre la cama y tiró en ella las pocas cosas que había sacado antes. Trató de no mirar a las sábanas enredadas en la cama, la evidencia de su noche de pasión.

¿Cómo pudo haber sucedido esto? Ella estaba en la casa de un vampiro. Había tenido relaciones sexuales con él, alucinante sexo, y la había arrastrado al loquero, donde había anunciado que quería casarse con ella. Y no sólo eso. Quería hacer un vínculo de sangre, lo que fuera que eso significase. Ella no había esperado una explicación.

No es que a una chica no le gustara tener una propuesta de vez en cuando, ¿pero de un vampiro? ¿En la oficina de su psiquiatra? No podía ser más extraño. ¿Había realmente pensado Samson que ella estaría saltando con la idea?

No podía comparar al hombre con el que había hecho el amor, con el vampiro que había lamido la sangre de su mano. Eran dos personas distintas. Ella sabía que se estaba enamorado de uno, el otro ni siquiera lo conocía.

El dolor en su pecho al saber que tenía que dejarlo, se sentía insoportable. Pero tenía que hacerlo, y hacerlo ahora. Este hombre le había mentido en todo momento. Ella nunca estaría segura de cuál era la verdad.

—No me dejes afuera —La voz de Samson se oyó a sus espaldas. Ella no le había oído entrar.

—Delilah, por favor, háblame.

Su voz se sentía por su cuello. Ella sacudió la cabeza.

—¿A qué le tienes miedo? Sé que no me tienes miedo a mí. Lo puedo sentir. —Samson le tocó la mano con la suya, y los entrelazó sus dedos con los de ella.

Su toque era lo último que su psique podía sentir.

—Por favor, déjame ir. No puedo estar contigo.

—No puedo dejar que te vayas. Estoy conectado contigo. Y tú estás conectada a mí. ¿No lo sientes? Nunca me sentí tan cerca de alguien. Puedo sentir cosas tuyas… el prado de lavanda… es como si yo estuviera en tu cabeza…

—No, por favor.

—Hay más. Puedo sentir la tristeza, pero no lo entiendo. Es ahí cuando piensas en la pradera. Es como si hubiera dolor asociado con ella. Delilah, déjame entrar…

¿Cómo podía saber acerca del dolor, cuando ella misma lo había tratado de enterrar en lo profundo de sus recuerdos?

—No puedo.

—Dulzura, necesito entenderte. Necesito saberlo.

—No se puede saber. Nadie puede saber lo que era. ¡Que hice!

—Estoy aquí para ti. Por favor, dime lo que está causando tu dolor. Lo puedo sentir aquí.

Él le apretó la mano en su corazón.

Delilah no podía explicar por qué conocía algo de su pasado, pero ella misma había tenido visiones extrañas que estaban relacionadas con él.

—La pradera —ella comenzó— que está situada cerca de un pequeño pueblo de Francia.

Ella miró su cara, pero no lo vio. Todo lo que vio fue la pradera y ella misma como una niña de ocho años de edad…

Delilah acunó a su hermano bebé en sus brazos.

—Cuidado —advirtió su madre—. Él es frágil. Levántale la cabeza con el brazo.

—Yo puedo hacerlo, mamá, no te preocupes. Soy una chica grande. ¿Ves?

Ella mostró a su madre que sabía cómo sostener al pequeño Peter y dijo:

—Él es tan pequeño. ¿Yo era tan pequeña, también? —Con grandes ojos miró a su madre, quien le dio una cálida sonrisa.

—Así de pequeña. Y tan linda como es él —Su madre le dio un beso en la cabeza.

—Bueno, ¡ahí están mis dos chicas favoritas!

La voz de su padre pronto se hizo eco del camino que conducía a la pradera de lavanda, mientras se acercaba a ellas.

Casi todas las tardes, cuando había terminado de dar clases, las encontraba descansando en el prado, disfrutando de los largos días de verano. Ellos pasaban sus tardes riendo, jugando y hablando, la familia perfecta. Una madre amorosa, el padre y un hermano bebé. Era todo lo que siempre había querido.

La infancia de Delilah había sido perfecta. No le importaba el hecho de que vivían en un país cuyo idioma apenas hablaba, y que tenía que hacer nuevos amigos en la escuela. Todas las dificultades fueron olvidadas cuando su hermano nació. Él hizo su pequeña familia perfecta.

Era como un pequeño muñeco con el que jugaría todo el día. Y nunca se aburrió de él. Ella amaba a su hermano, más que todos sus juguetes juntos.

Sus padres se lo confiaban. Una noche al final del verano, sus padres querían celebrar su aniversario yendo a comer a un restaurante local. Estaba a sólo una cuadra de su casa, así que dejaron a Delilah a cargo de su hermano.

Sería una cena temprana, y no permanecerían afuera más de una hora. Peter estaba durmiendo cuando se fueron. Lo habían alimentado y bañado y era un niño feliz cuando se durmió. Delilah debía de llamar a la anciana que vivía debajo si su hermano se despertaba, y ella a su vez irlos a buscar al restaurante.

Todo estaba tranquilo después de que sus padres la dejaron para irse al restaurante. Delilah jugaba con sus muñecas. Lo miró para asegurarse de que estaba cubierto por la manta. Y fue entonces cuando se dio cuenta de algo.

Peter estaba demasiado tranquilo. Ella no podía oír nada. Él estaba acostado en la cuna, rodeado de silencio. Ella lo sacudió.

—Peter, despierta.

No se despertó como normalmente lo haría cuando escuchaba voces. Ella lo sacudió de nuevo, pero no respondió. Tal vez estaba realmente dormido. Tal vez estaba tan cansado que no podía oírla.

Sin embargo, no estaba cansado, y no estaba dormido. El miedo la paralizó donde estaba parada, mirando su cuerpo quieto. No había respiración, no había ningún movimiento de él. Y Delilah se quedó allí, en estado de shock, incapaz de moverse, incapaz de tomar una decisión. No estaba preparada. Ella sólo se quedó allí.

Delilah no se había movido del lado en que se había quedado, al lado de la cuna, cuando sus padres regresaron veinte minutos más tarde. Apenas escuchó los gritos de su madre cuando su padre levantó el cuerpo sin vida de Peter, de su pequeña cama.

Se había ido, porque ella había vacilado. Tenía la culpa. Estaba a cargo de él, defraudó a sus padres y destruyó la familia.

Después de la muerte de Peter, se regresaron a los Estados Unidos. Sus padres nunca la culparon abiertamente, pero ella sabía que era su culpa. Nunca vio reír a su madre de nuevo. Y su padre, lo intentó todo para hacer frente a la pérdida y ayudar a su mujer lo mejor que pudo, pero la pérdida de su hijo era demasiado para él también, y parecía que toda la alegría lo había abandonado.

Delilah dejó de llorar, cuando sintió los fuertes brazos de Samson envolviéndola.

—Tenías ocho años de edad.

—No cambia nada. Me quedé helada. Yo no hice nada, cuando podría haberlo salvado.

Él negó con la cabeza.

—No, dulzura. Nunca debería haber sido tu responsabilidad.

—Pero lo era.

Su abrazo se sentía bien, pero ella sabía que era sólo temporal. Quería disfrutarlo tanto como pudiera, antes que tuviera que dejarlo.

—Shh. Piensa en la pradera. Piensa en lo feliz que eras entonces. Yo estaba allí contigo.

Ella levantó la vista.

—Pero ¿cómo? No es posible.

—Cada vez que me besas, me llevas allí. Porque ahí es donde fuiste feliz, y eso es lo que querías mostrarme. Un lugar para ser feliz. Llévame allí ahora, Delilah.

Samson le puso la mano bajo la barbilla y movió su cabeza hacia arriba. Sus labios se encontraron con los suyos para un toque suave, a continuación, una conexión más profunda, antes de que repentinamente se alejara de él.

—No puedo. No puedo quedarme contigo.

—¿Pero por qué?

—Yo no te conozco. Has estado mintiéndome muchas veces. No es una base para una relación.

—He pedido disculpas por eso, y te he explicado por qué lo hice.

Delilah sacudió la cabeza y se escabulló de su mano.

—Quieres el siempre de mí. No puedo darte un para siempre. Ni siquiera sé cómo me sentiré mañana o en una semana a partir de hoy.

—Sé que es difícil de aceptar lo que soy, pero sabes que nunca te voy a hacer daño.

—Ese no es el punto. Quieres que tome una decisión que afectará al resto de mi vida. Sólo te he conocido por tres días. ¿Cómo quieres un compromiso de por vida de mí, después de un tiempo tan corto? ¿Cómo puedes estar tan seguro?

Ella vio una sonrisa formarse en sus labios. Su rostro era suave y gentil.

—Siento el vínculo entre nosotros. Sé que eres la única. Es algo que nunca he sentido…

No con Ilona o con nadie antes que ella. Sé que estamos destinados a estar juntos. Estar vinculados de sangre.

—Hablas de esto con tal certeza. Yo no tengo eso. ¿Y un vínculo de sangre? Ni siquiera sé lo que significa. No sé nada de tu vida. ¿Cómo puedes hacerme elegir entre mi vida anterior y una nueva, cuando yo ni siquiera sé lo que estoy eligiendo?

Delilah se sentía confundida. Nada tenía sentido. Lo que Samson quería de ella era demasiado. Era algo que no podía controlar.

—Un vínculo de sangre es una conexión única entre dos personas que se aman. Nos unirá por toda la eternidad. Vamos a pertenecernos el uno al otro. Todo lo que es mío será tuyo.

—Yo no quiero tu dinero. No quiero nada. No sé lo que quiero. ¿No lo entiendes? Esto es demasiado, demasiado pronto. —Sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos.

—¿Cómo puedes estar seguro de que me amas? No sabes nada de mí.

Samson sacudió la cabeza.

—Yo sé todo sobre ti. Puso su mano donde estaba su corazón. Puedo sentirte dentro de mí. Cuando tienes dolor, puedo sentir tu dolor. Cuando estás feliz, yo tomo parte de tu felicidad.

—No es posible. Sólo me quieres porque estabas hambriento de sexo, lo necesitabas como una droga para arreglar tus «condiciones». Lo que sientes ahora va a desaparecer, ¿y entonces? ¿Qué vas a hacer entonces? ¿Desecharme? No, no puedo hacer esto.

—Delilah, lo que yo siento por ti es verdadero. No va a desaparecer. ¿Y qué si sólo nos hemos conocido durante tres días? ¿Nunca has oído hablar de amor a primera vista? Me enamoré de ti en el momento que caíste en mis brazos cuando abrí la puerta. Yo no lo sabía entonces. Cuando estoy contigo, mi mundo es perfecto. Las cosas que me haces sentir… Nunca he sido un hombre tierno, pero contigo, yo anhelo ser tierno y amoroso. Sacas lo mejor de mí. Me calmas, calientas mi corazón. Sé que he cometido errores, pero voy a empezar todo de nuevo para ti. Te voy a dar lo que sea en este mundo que desees. Haré cualquier cosa para hacerte feliz.

Sus palabras la tocaron. Ella no podía negarlo. Pero no estaba lista para tomar una decisión como esa, una decisión que no podría revertir. Por siempre, era un concepto demasiado extraño.

—Samson, no puedo…

Un fuerte golpe en la puerta los interrumpió.

—¡Samson! —Era Amaury.

—¡Ahora no! —respondió Samson—. Por favor, Delilah, quédate conmigo. Se mía. Déjame ser tuyo.

—¡Tenemos un traidor entre nosotros! —La voz de Amaury era insistente.

Samson abrió la puerta de un tirón.

—Creo que es Thomas, él está detrás de eso.

La cara de Samson se congeló.

—Ay, Dios, no.

Miró hacia atrás sobre su hombro.

—Vamos a hablar más tarde, Delilah. Tú eres mi vida ahora, ya sea que lo quieras o no.

***

Delilah no dio ninguna indicación de creerle, pero Samson no podía esperar más. Las lágrimas derramadas en sus ojos, hicieron que su corazón se contrajera, y más que nada quería abrazarla, pero tenía que hacerse cargo de este problema ahora. Thomas, entre todas las personas. No quería creerlo.

Bajó corriendo a su despacho, al lado de Amaury.

—Muéstrame.

Amaury se detuvo en las pantallas de transacción y le explicó lo que estaba sucediendo.

—Aquí, mira, Thomas está adentro del sistema en estos momentos, y está autorizando todas las transacciones cifradas de John Reardon.

La pantalla se llenó de ventanas emergentes mostrando notificaciones de aprobación.

—¿Qué son? —Samson escaneaba la pantalla.

—Transferencias bancarias. Está transfiriendo todo nuestro dinero a cuentas en el extranjero.

—¿Todas?

—Sí, todo lo que pueda tomar. Millones de dólares. Si no lo detenemos, tendrás que cerrar la empresa mañana… no seremos capaces ni siquiera de pagar la nómina de la próxima semana.

La noticia era devastadora. Thomas, su amigo de casi cien años lo estaba traicionando, lo estaba robando. Y no sólo eso, era él, quien había intentado hacerle daño a Delilah.

No importa cuánto tiempo su amistad con él había durado, sólo había una cosa que hacer ahora.

—Vamos —le ordenó a Amaury.

—¡Carl! —gritó en el pasillo, mientras salían corriendo.

Carl apareció de la nada—. ¿Sí, señor?

—Protege a Delilah.

—Sí, señor.

Saltaron al Porsche de Amaury, que estaba estacionado en la calle y corrieron hacia la casa de Thomas. Samson sacó su teléfono celular y dio instrucciones a Ricky para que los encontrara ahí y trajera a dos de sus hombres. Necesitaba toda la ayuda que pudiera conseguir. Un vampiro fuera de control era un animal peligroso. Tenían que estar preparados para todo.

—¿No puedes hacer que esta cosa vaya más rápido? —Samson contener su impaciencia.

—Voy tan rápido como puedo sin matar a nadie. Estoy tan enojado como tú —confesó Amaury.

—Lo sé.

Samson miró por la ventana, recordando lo que Delilah le había dicho.

—¿La amas?

La pregunta de Amaury fue inesperada. Samson le dio una mirada de reojo.

—Más que a mi vida. Pero ella no entiende lo que eso significa. Se resiste. No creo que ella me haya perdonado por ocultarle las cosas.

—¿Sabe ella que nunca le harías daño?

Él asintió—: Y le dije que le daría cualquier cosa que ella quisiera. Le expliqué que tendría derecho a todo lo que es mío.

Amaury negó con la cabeza.

—A veces eres tan denso, que ni siquiera es gracioso.

¿De qué demonios estaba hablando su amigo?

—Yo no soy denso.

—Claro que sí. Una mujer como Delilah no quiere dinero o bienes materiales. Ella quiere un hombre que siempre le sea fiel. Alguien que nunca le mienta, alguien en quien siempre pueda confiar.

—Pero le he dicho que la amo. Le dije que nunca le haría daño. Incluso me disculpé por haberle mentido. He hecho todo lo que puedo —Samson se sintió agotado.

—Palabras. Son todas, palabras. Ella no confía en tus palabras. Sólo confía en tus acciones. Vas a tener que mostrarle lo que sientes. Tienes que hacer algo por ella, que pruebe lo que dices.

—Pero ¿qué?

—¿Cómo voy a saberlo? Tú has pasado los últimos días con ella. Sabes lo que es importante para ella. Sientes el vínculo con ella.

—¿Lo sabías?

—Se te olvida que puedo sentir tus emociones. Sé que sientes el vínculo con ella. Utiliza el vínculo para encontrar una manera de convencerla. Dale lo que ella quiere, lo que verdaderamente quiere en su corazón, y ella será tuya.

Las palabras de su amigo tenían sentido. Samson cerró los ojos y abrió su corazón para llegar a ella. Demasiado dolor había nublado su corazón. Ella tenía que renunciar a ese dolor, antes que pudiera reconocer qué otra cosa su corazón estaba escondiendo. Tenía que ayudarla con este viaje. De repente, sabía lo que tenía que hacer, y él esperaba que fuera lo correcto.

Samson marcó el número de Gabriel Giles en Nueva York. Su llamado fue respondido de inmediato.

—Gabriel, necesito tu ayuda en algo.

***

Thomas vivía en una casa construida en una colina, a los pies de Twin Peaks, que ofrecía las vistas más impresionantes de San Francisco. La casa era moderna, con ventanas desde el piso al techo, con vista a la ciudad y una cueva oculta excavada en la montaña detrás. Aquí era donde el dormitorio de Thomas estaba, al abrigo de cualquier luz del día.

Ricky llegó al mismo tiempo que Samson y Amaury y estaba acompañado por otros dos vampiros empleados de Samson. Esta situación debía ser manejada con delicadeza, y Samson estaba complacido en ver que Ricky había elegido a dos de sus empleados más fieles y discretos. Mientras que Samson no conocía muchos de sus empleados humanos, conocía a casi todos los vampiros del personal. Ricky estaba a cargo de la contratación de vampiros en Scanguards y seleccionaba personalmente a todos los vampiros.

Todos asintieron entre sí. La cara normalmente alegre de Ricky, se vio ensombrecida por la solemnidad. La cual reflejaba la de Amaury. Nadie ansiaba lo que tenían que hacer. Eran un grupo muy unido, saber que uno de ellos era un traidor, los había golpeado igual de fuerte a todos.

—Amaury, ¿puedes sentirlo? —Samson preguntó a su amigo.

Amaury miró la casa y cerró los ojos.

—Sí, él está aquí.

—Vamos —ordenó Samson.

—¡Esperen!

La voz de Amaury era una orden, deteniendo a los otros cuatro vampiros en seco.

—Algo está mal. Sus emociones no tienen sentido.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Samson.

—Demasiadas emociones a la vez. Todas revueltas.

—¿Podría ser que él no esté solo? —Ricky interrumpió.

Amaury negó con la cabeza.

—Sólo puedo sentirlo a él.

—Tenemos que ir ahora.

Samson sacó una estaca de madera de su bolsillo. Lo que tenía que hacer era doloroso, pero no había otra solución. Thomas había sido su amigo desde hace muchos años, por lo menos iba a hacerlo rápido. No habría tortura, no habría dolor para Thomas. Le debía eso.

Samson vio la mirada de sus amigos, mientras estos miraban la estaca, y se estremeció por dentro. Pero no podía mostrar debilidad ahora. Esta traición justificaba el más alto de los castigos.

Los dos vampiros que Ricky había traído, se colocaron fuera de la casa para evitar el escape de Thomas.

Ricky abrió la puerta con su llave de repuesto. Una medida de seguridad que habían puesto en marcha años atrás, asegurándose de que los cuatro amigos pudieran tener acceso a sus respectivos hogares en situaciones de emergencia. Tranquilidad y oscuridad recibieron su entrada.

Los ojos de Samson se ajustaron a la penumbra y escanearon el interior. La gran sala en la que se encontraban, estaba vacía al igual que la cocina contigua y la zona del bar. Un muro con una puerta, separaba la casa en dos partes: la zona abierta y pública, y los cuartos privados y oscuros.

Samson hizo una señal a Amaury y a Ricky, indicando que iba a entrar primero. El pasillo estaba aún más oscuro que la parte delantera de la casa, pero igual de vacío y silencioso. Se hizo hacia adelante, tratando de no hacer sonido con sus pies.

Detrás de él, Ricky y Amaury eran tan silenciosos como él. Una pequeña porción de luz procedía de debajo de la puerta, la cual Samson sabía que era el dormitorio de Thomas. Se detuvieron frente a ella.

Samson sabía que a pesar de que los tres habían estado en silencio, Thomas los habría escuchado. La audición de un vampiro era sensible, y Thomas habría sentido algunos o todos los ruidos que habían hecho. Era extraño que él no hiciera un movimiento todavía, a menos que, por supuesto, él les hubiera tendido una trampa.

Samson se preparó cuando giró el picaporte y abrió la puerta. En una fracción de segundo había entrado en la habitación y contempló la escena. Ricky y Amaury hicieron lo mismo, colocándose de manera que los tres formaban un triángulo en los bordes exteriores de la habitación. En esta formación se podría atacar.

Solo que, no había nadie para atacar. La habitación estaba vacía. Thomas no estaba.

—¿Amaury?

La pregunta de Samson estaba clara como si lo hubiera dicho.

—Aún puedo sentirlo. Está en la casa. —Amaury cerró los ojos, concentrándose—. En la planta baja en el garaje.

La casa tenía un garaje y otras cuevas en la colina.

—Ya debería estar alerta de nuestra presencia —afirmó Ricky.

Samson asintió con la cabeza.

—No me gusta.

Acecharon la planta baja y se abrieron paso a través del garaje que estaba lleno de diversas motocicletas y un coche deportivo. Nada fuera de lo común.

—Detrás de esta puerta. Puedo sentirlo.

Samson estaba a punto de poner su mano sobre de la puerta cuando Amaury lo echó hacia atrás.

—¡No!

Samson le dio una mirada inquisitiva.

—Thomas está con dolor.

—¿Con dolor?

—Plata.

Todos ellos se quedaron viendo la manecilla de la puerta, y ahora Samson se daba cuenta. La manecilla estaba cubierta con papel de plata. Se sacó la chaqueta y se envolvió la mano, antes de abrirla. Podía sentir el efecto de la plata, incluso a través de la tela gruesa, pero lo disminuía.

La plata era el único metal capaz de quemar la piel de un vampiro. Servía como la única manera de retener a un vampiro.

Samson hizo una seña a sus amigos, y luego tiró de la puerta. Antes ellos, estaba el calabozo. Samson siempre había sospechado que Thomas tenía una habitación donde desataba algunas de sus fantasías más profundas, pero nunca había esperado que fuese como una exposición que podía ser vista en la Feria de Folsom Street. Azotes en abundancia. No era para los débiles de corazón.

Samson se precipitó en la habitación con poca luz, Ricky y Amaury sobre sus talones. La fuente del dolor de Thomas fue evidente de inmediato. Estaba retenido contra una pared, sostenido por cadenas de plata. Cadenas que sería incapaz de romper. Su piel estaba cubierta de dolorosas llagas donde la plata lo tocaba.

El alivio inundó a Samson al instante. Thomas no lo había traicionado. Alguien le había vencido.

—Thomas.

La cabeza de Thomas se levantó una pulgada, pero parecía demasiado débil como para mirarlos.

—Ricky, Amaury —ordenó Samson con un gesto de su cabeza, hacia las cadenas.

Ricky y Amaury hicieron lo que Samson, y se quitaron las chaquetas y las envolvieron en torno a sus manos, para trabajar en liberarlo de las cadenas.

Cuando la última cadena cayó, Samson atrapó el cuerpo lesionado de Thomas en sus brazos y lo colocó en la silla de la esquina.

—Ricky, tráele un poco de sangre. En el piso de arriba.

Con la mano, acarició el rostro quemado de Thomas y escuchó un gemido de dolor.

—¿Quién te hizo esto? —La voz de Samson era baja.

Los labios de Thomas se movieron.

—Milo.

—Amaury, encuéntralo.

La mano de Thomas al instante se apoderó de Amaury para detenerlo.

—No.

Samson miró a Thomas, sin entender.

—Es peligroso.

Ricky llegó con la sangre.

—Bebe.

Llevó una botella de sangre a los labios de Thomas y lo dejó tragársela. Los segundos pasaron. Y la impaciencia de Amaury se mostró.

—Milo robó mi contraseña. Va a arruinarte —Thomas agregó—. Lo siento Samson, no lo vi venir.

Verdadero pesar inundó los ojos de Thomas.

—Ninguno de nosotros lo hizo. Lo atraparemos, no te preocupes.

La voz de Samson estaba más tranquila ahora. Saber que no tendría que matar a su amigo, había disminuido su dolor.

—Puedo revertirlo. Llévenme arriba, a mi computadora. Puedo hacerlo.

Samson y Amaury le ayudaron a levantarse.

—¿Puedes levantarte?

Thomas asintió.

—Estoy mejor. Pero hay que darse prisa. Milo se escapará, y también Ilona.

—¿Ilona? —Samson se detuvo en seco.

—Sí. Es su hermana. Él está haciendo esto para ella. Ella ha estado detrás de tu dinero todo el tiempo.

Así que no había renunciado después de que él la dejó. Él debería haberlo sabido.

—¿Cómo te enteraste?

—Sólo una corazonada de que Milo estaba ocultándome algo. Y luego, cuando Ricky y yo fuimos a encontrar a John… Cuando llegamos a su casa… —vaciló y miró directamente a Ricky—. Sé que debí haber dicho algo en ese momento, pero ahí fue cuando la esposa de John gritó y corrimos hacia el interior.

—¿Qué pasó? —preguntó Samson.

—Sentí un olor familiar. Era débil, pero pensé que lo reconocía. Ahora sé con certeza. Era Milo. Mató al contador.

Samson tragó saliva.

—Recuerdo que tenía prisa en salir del almacén. Debería haberlo previsto, pero yo no estaba pensando con claridad.

—Ninguno de nosotros se dio cuenta… y de todas las personas, yo debería haberlo atrapado a él mucho antes. Pasé la mayor parte del tiempo con él. Lo debería de haber notado —dijo Thomas culpándose a sí mismo.

Ricky le indicó en desaprobación.

—Él te engañó. No es tu culpa.

Amaury asintió en acuerdo.

—En todo caso, yo debería haber sentido sus emociones. Debí haberlo imaginado.

—Alto, todo el mundo —dijo Samson y miró a Amaury—. Lo hecho, hecho está. Milo hubiera guardado sus emociones de ti. Él sabía acerca de tu don. En cuanto a engañar a un amante, todos hemos estado en el mismo lugar alguna que otra vez. No tienes la culpa Thomas. Me alegro de que no te matara.

Puso su mano sobre el hombro de Thomas y lo apretó en certeza.

—¿Qué pasó entonces?

—Creo que es algo bueno que sea del tipo celoso. —Dio una risa amarga—. Me las arreglé para poner un chip en su teléfono celular ayer y grabar sus conversaciones. Yo estaba simplemente reproduciéndolo cuando Amaury me llamó para que le ayudara con los archivos cifrados.

—Pensé que había escuchado la voz de Milo en el fondo. —Amaury aseguró.

Thomas asintió con la cabeza.

—Reconocí la voz de Ilona, cuando habló con ella. Ellos son hermanos. Nunca vi el parecido, pero ahora que lo sé, puedo ver las similitudes, los gestos que tienen en común. —Le dio a Samson una mirada de caza—. Tienes suerte de que nunca te vinculaste con ella. Si lo hubieras hecho, estarías muerto ahora.

El darse cuenta de eso, golpeó duro a Samson.

—¿Muerto? ¿Asesinado por una pareja con vínculo de sangre?

—No. Asesinado por su hermano. Ella habría sido incapaz de mantener sus pensamientos asesinos disfrazados, una vez que estuvieran unidos por sangre. Lo habrías detectado. Pero si ella tenía todo arreglado de antemano con Milo, habría permanecido en la oscuridad acerca de sus intenciones —explicó Amaury en lugar de Thomas.

—¿Todo esto por dinero? —Samson sacudió la cabeza.

—Pareces sorprendido —indicó Amaury.

—Yo no debería estarlo.

—Ilona no se detendrá ante nada para conseguir lo que quiere. Es por eso que Milo se infiltró en nuestro grupo. Todo tiene sentido ahora, incluso el tiempo.

Thomas los miró—. Justo después de que la botaste, Milo apareció. En primer lugar se ganó mi confianza, y luego trató de encontrar la manera de llegar a tu dinero. Le llevó el tiempo suficiente. Él se da cuenta de a quién tiene que chantajear para obtener los libros por un lado, y luego me roba mi información de acceso y la contraseña para terminar. No era de extrañarse que no quisiera que habláramos con el contador.

—¿Sabes dónde está él ahora?

Thomas negó.

—No, pero podemos tratar de rastrear el chip. Si él todavía tiene su teléfono celular con él, lo voy a encontrar.

Llegaron arriba a la oficina de Thomas, y se dejó caer en su silla. Sus manos de inmediato volaron sobre el teclado, mientras varias pantallas aparecían.

—Está en algún lugar cerca de la casa de Ilona. Ellos están probablemente en camino de empacar y marcharse de la ciudad. Tienes que ir, ahora.

—¿Crees que puedes revertir las transacciones?

—Sí, confía en mí. Las transacciones se encuentran en un círculo de retraso de tiempo. Es un pequeño programa que puse en marcha un par de semanas atrás para mayor seguridad. Vamos a conseguir todo tu dinero de vuelta. No van a salirse con la suya. Sólo asegúrate de atraparlos antes de que puedan herir a alguien más.

Samson le puso la mano sobre el hombro y lo apretó.

Un minuto después estaban fuera.

—Ricky, llama a los refuerzos. Necesitamos una docena de guardias para acercarse a ellos. Nos tomará mucho tiempo llegar a su casa desde aquí. Se habrán ido para entonces.

Ricky instantáneamente marcó desde su celular y les dio órdenes a sus subordinados.

El celular de Samson vibró en su bolsillo.

—¿Carl?

—La señorita Delilah se ha ido.

La garganta de Samson se cerró y su corazón se congeló, mientras toda la fuerza fluía fuera de su cuerpo.