Sucedía con frecuencia que Amaury pasaba tiempo en una cama que no era la suya, pero en general por otras razones que las de esta ocasión. Para el momento en que él y Samson dejaron de trabajar ayudando a Delilah, estaba demasiado cerca la salida del sol para que se arriesgara a irse a su casa. Por mucho que odiara entrometerse entre los dos amantes, no tenía más remedio que permanecer en la habitación de invitados. La cual, por desgracia, compartía una pared con el dormitorio principal.
Su sensibilidad auditiva escuchó más de lo que quería saber o ser parte, por lo que él hizo unos tapones improvisados de bolas de algodón, que encontró en el cuarto de baño. Ayudó un poco. Por lo menos no podría oír más sus voces. Era un solo asunto, entre el bombardeo que escuchaba de esas emociones, el que lo golpeó. Ellos habían hecho virtualmente imposible que Amaury pudiera desconectarse y dormir. Al parecer, el sexo de reconciliación iba bien.
En todos sus años como un vampiro, nunca había conocido a una mujer que lo hubiese movido tanto como Delilah había afectado a Samson. Amaury era mucho mayor que su amigo por casi 200 años, y lo había probado todo. ¿Cómo había sobrevivido tanto tiempo?, él realmente no estaba muy seguro, sobre todo porque había hecho suficientes enemigos entre los humanos y los vampiros.
Había vivido tiempos difíciles en los años mil quinientos y mil seiscientos en su nativa Francia, antes de sentir que era hora de tener un comienzo fresco en un nuevo continente, donde su reputación como un sinvergüenza y mujeriego no le precediera. Además, había pasado por todas las mujeres de, entre quince hasta cincuenta años, y fue quedándose poco a poco sin compañeras dispuestas a compartir su cama. Era más prolífico que Don Juan o Casanova, a pesar que su nombre no llegó a los libros de historia. Mejor aún, no necesitaba ninguna publicidad.
La habitación de huéspedes era bastante cómoda, pero sus pesadillas personales lo despertaron muy temprano, una hora antes del atardecer. Las pesadillas eran familiares y no habían cambiado mucho en los últimos cientos de años. A pesar de trabajar con el Dr. Drake en la culpa que lo atormentaba, no podía librarse de las imágenes que atormentaban su sueño cada noche.
No había necesidad de quedarse en la cama si no podía volver a dormir. Una ducha rápida fue refrescante y también lo era la sangre que encontró en el refrigerador de la despensa, cuya combinación no era ningún secreto para él. Se había quedado en la casa de Samson lo suficiente, como para estar familiarizado con todos los armarios de la despensa, y por ahora no tenía tiempo suficiente para ir a la caza de una comida fresca. ¿Cómo podía vivir Samson de material empaquetado? Para él no tenía sentido.
Amaury prefería el líquido rojo cálido y sabroso, directamente de una persona con vida. Preferentemente de una mujer con la que podría satisfacer dos deseos a la vez, dos pájaros de un tiro. Y francamente, sus deseos carnales necesitarían un gran alivio pronto. Rara vez pasaba una noche sin ello.
Él no se encontraba en una relación con alguna mujer en particular. En su lugar, tomaba todo lo que podía obtener de cualquier mujer dispuesta. Gracias a su buena apariencia, siempre había mujeres suficientemente interesadas en un revolcón sobre el heno. Bueno, en estos días, ya no era sobre el heno, ya que en realidad prefería un suave colchón con sábanas de algodón egipcio de alta calidad. Integrarse tenía sus lujos.
Él se adentró en el periódico que Oliver había llevado al principio del día. No había señales de él en la casa ahora, en cambio, Carl se estaría reportando pronto, poco después del atardecer.
Minutos después de profundizar en el periódico, oyó pasos en las escaleras. No eran los pasos pesados de Samson, sino los pasos mucho más ligeros de Delilah, que se acercaban. Ella apareció en la cocina segundos más tarde, tenía un cálido resplandor.
—Buenos Días —Delilah le saludó con una sonrisa.
—Buenas tardes, Delilah. ¿Samson se ha levantado ya?
—No. Lo dejé dormir. Parecía agotado.
—No me sorprende. —Él sonrió.
La casa prácticamente se había sacudido como un terremoto, justo con el epicentro en el dormitorio principal. O tal vez era sólo la sensibilidad de Amaury a las emociones, su don especial —y doloroso como el infierno—, que le habían hecho sentir como que San Francisco estaba preparándose para otro temblor más grande.
El sonrojo de Delilah, avergonzaría a un tomate maduro. Ella tendría que acostumbrarse. Si él había leído sus emociones correctamente la noche anterior, ella se convertiría en un elemento permanente en ese hogar.
—Me muero de hambre. ¿Quisieras que te hiciera un sándwich mientras estoy en eso? Delilah abrió la nevera y empezó a tomar un poco de pan, jamón y otros ingredientes.
—No, gracias; alimentos sólidos después de haberme levantado no van conmigo.
No era una mentira. Los alimentos sólidos no iban bien con él, pero no sólo para el desayuno. No es que no le hubiese gustado comerse un filete jugoso si pudiera. Como un francés, la pérdida de la buena comida después de que se había convertido en un vampiro, era el golpe más duro.
Delilah comenzó a lavar unos tomates.
—Sabes, encontré algo en las transacciones de anoche.
—Adelante.
Amaury tenía más que un conocimiento básico de contabilidad y era un buen compañero con quien intercambiar ideas.
—Entonces, imagina que quieres pasar los controles internos para mover activos valiosos fuera de la empresa, ¿qué harías?
Se encogió de hombros.
—No estoy seguro de lo que quieres decir. No puedes mover los activos de la empresa, sin una firma habilitante de puestos más altos, el cual John no tenía. Estoy seguro que sabes eso tan bien como yo.
—De acuerdo, pero John tenía autoridad para firmar otras cosas. Si quisiera desechar una vieja computadora, podía firmarlo, y luego iría a un vendedor que reciclara aparatos electrónicos viejos —explicó ella, mientras ponía mantequilla a una rebanada de pan.
—Claro, pero tendrías que reciclar un montón de pequeñas cosas para hacerle algún daño a la compañía —Amaury refutó su idea—. Y además, lo que sea que recicles probablemente tendría muy poco valor de todos modos, ¿cuál es el punto? No veo cómo se puede mover una gran cantidad de activos de la empresa así. Estarías ocupada por años.
—Eso es lo que pensé también en un principio. Pero ¿y si el verdadero valor del activo no es sólo el valor del reciclaje, sino que mucho más?
—¿Cómo?
—Depreciación.
—¿Depreciación? —Amaury no entendía muy bien.
Por supuesto, él estaba familiarizado con el concepto de depreciación de un activo durante su vida útil para reflejar un valor exacto de los libros y reclamar el gasto en la cuenta de ganancias y pérdidas de la empresa. Pero ahí es donde terminaba su conocimiento.
—Sí. John estaba autorizado para reciclar viejos activos con un valor inferior a $2,500 sin necesitar otra firma de la Sede Principal. Él aceleró la depreciación para reducir el valor de estos activos por debajo del umbral que podría firmar, eludiendo así los controles internos.
Esto parecía prometedor, tuvo que admitirlo.
—¿Y entonces?
—Entonces él transfería el activo a alguien fuera de la empresa, que a su vez lo vendía por lo que era su valor real. Le regresaba el valor del reciclaje a la empresa y se quedaba con la diferencia.
Ella mordió su sándwich y lo masticó.
—Pero ¿cuánto dinero podría realmente haber robado de esa manera? ¿Qué pasa si se asciende a cincuenta o cien mil dólares? Esas sólo son migajas. No es razón suficiente para enviar a alguien detrás de ti a matarte. Lo viste tú misma en los registros que vimos ayer, y esto ha estado sucediendo sólo desde hace un año.
—Pero esto no cambia el hecho de que él estaba claramente defraudando a la compañía. Los documentos de las transacciones lo señalan a él. Su firma está por todos lados. Inició y autorizó las operaciones. Sí, no era exactamente el fraude más sofisticado, y ciertamente no es nuevo, pero tal vez esa cantidad de dinero significaba más que migajas para él. Y tal vez no estaba tratando de matarme, tal vez sólo estaba tratando de asustarme.
—¿Para qué? El siguiente auditor sólo vendría y continuaría el trabajo donde tú lo hubieras dejado. Sería sólo una solución temporal a lo mucho.
—¿Temporal? Mmm. —Ella claramente lo pensó.
—Tal vez tenía algo más bajo la manga.
Ella frunció el ceño.
—¿Quieres decir un mejor fraude?
—¿Por qué no? En algún momento los delincuentes se vuelven codiciosos. Confía en mí, he visto un montón de codicia en mi vida.
Amaury no estaba exagerando. Había visto más que su justa parte de la codicia, en su larga vida.
—Codicia. Mmm. Me recuerda a algo que mi maestro solía decirnos en clase. Si quieres malversar, tienes que malversar en grande. Consigue lo que quieres en un gran golpe y lárgate. Los planes de malversación a largo plazo, nunca funcionan.
—Interesante profesor. ¿A qué tipo de escuela fuiste? —Amaury le dio una sonrisa de asombro.
—Él era mi profesor de contabilidad en la universidad. Lo creas o no, los contadores y auditores necesitan realmente aprender cómo cometer un fraude, con el fin de detectar uno, en los libros.
—Como un especialista en seguridad que habría tenido que irrumpir en algunas cajas fuertes, ¿eh?
—Exactamente. Por lo tanto, ¿es así como Scanguards entrena a su gente?
Delilah había terminado su sándwich y estaba poniendo los alimentos que quedaban, de nuevo en el refrigerador.
Él la miró de reojo. Ella probablemente no tenía idea de lo cerca que su pregunta estaba de la verdad. Scanguards no sólo empleaba a la mayoría de los vampiros, algunos menos dóciles que otros, sino también, un gran número de sus empleados humanos eran criminales reformados.
—Me temo que no podemos revelar nuestros métodos de cómo…
Ella lo interrumpió—. Amaury, era una pregunta retórica.
Dejó escapar una risa nerviosa y cambió de tema.
—¿Sabes lo que me sorprende de John? Pasó a través de esta complicada situación para robar un poco de dinero, cuando habría sido probablemente mucho más fácil, llegar a los activos líquidos de Scanguards. Estás familiarizada con nuestra hoja de balance. Tenemos muy pocos activos fijos, muchos de los edificios en los que operamos son rentados, los vehículos son generalmente alquilados. Sin embargo, tenemos mucho dinero en efectivo. Así que ¿por qué no ir por él? ¿No habría sido más fácil?
Delilah frunció los labios.
—Sus controles internos en torno al dinero en efectivo son bastante sólidos. Todas las transferencias en efectivo, irían a través de un proceso de doble aprobación. He leído el manual de procedimiento sobre eso. No lo podría haber hecho por sí mismo.
Puso los platos en el fregadero y empezó a limpiarlos.
—Creo que estamos pasando algo por alto. Examinemos los hechos. Tú auditas a la compañía. John se pone nervioso porque estaba malversando fondos de nosotros. Contrata a su cuñado para matarte o…
—… O asustarme…
—… O alejarte. Y justo cuando vamos tras él, es asesinado. No fue su cuñado, puesto que ya lo habíamos capturado. No fue una matanza indiscriminada. Fue deliberada. Por lo tanto, ¿qué nos hubiera dicho John si hubiésemos llegado antes? ¿Habría confesado que nos estaba robando? Tal vez. Pero eso sólo le haría daño a él mismo.
—Alguien claramente no quería que nos enfrentáramos a él. John conocía a esa persona, y sabía lo que hacía o lo que le dejaría hacer.
—Así es, porque John le ayudaba a él con eso. No hay otra razón para que alguien te quiera muerto, que pensar que ibas a descubrir lo que hicieron, y tiene que ser más grande que la depreciación acelerada y la venta de activos pequeños. Mucho más grande.
Delilah se dio la vuelta para mirarlo, sus ojos relucieron de interés. Aparentemente sin saber que ella sostenía un cuchillo afilado en la mano, hizo un ademán. Mientras el cuchillo resbalaba de su mano, hizo un intento por agarrarlo, pero sólo alcanzó la punta afilada entre sus dedos. La cuál cortó sin esfuerzo, la suave carne de sus dedos antes de que aterrizara en el suelo. La sangre inmediatamente corrió por su mano.
—¡Maldita sea!
—¡Oh, mierda!, exclamó Amaury.
Eso era todo lo que necesitaba… el olor de sangre fresca en el estómago casi vacío…
—Déjame ayudarte a vendarlo.
Cuanto más rápido se sellara la herida, sería mejor para todos. Abrió un cajón y agarró una servilleta limpia.
—Déjame ver.
Ella puso su otra mano sobre su estómago.
—Oh, Dios, no puedo ver.
—Es sólo un poco de sangre —le aseguró él, y no pudo dejar de notar que se había puesto pálida.
Amaury tomó su mano para ver qué tan profunda era la herida, mientras sostenía la servilleta por debajo de él, para detener la sangre que goteaba en el suelo. Contuvo la respiración para no ser dominado por el olor completamente atractivo.
***
Samson olió la sangre tan pronto como salió de su dormitorio, recién duchado y vestido. No había duda de quién era la sangre y de dónde provenía. Sus fosas nasales se abrieron, y su cuerpo se tensó.
¡Delilah!
Él sabía del amor que Amaury tenía por la sangre caliente mejor que nadie y se maldijo por haber dejado que se quedara, mientras Delilah estaba con él.
Mientras volaba por las escaleras e irrumpía en la cocina, estaba listo para la batalla… para salvar a su mujer de su mejor amigo. Si Amaury la había mordido, lo mataría. La furia lo atravesó, mientras sus ojos se centraron en la escena en la cocina: Amaury inclinado sobre la mano sangrante de Delilah.
Sin pensarlo, Samson se abalanzó sobre su mejor amigo y con un ruido sordo, ambos se estrellaron en el duro piso de la cocina.
—¡Noooooooo! —Samson gritó y se hizo eco en la cocina. Mostró sus colmillos y gruñó, manteniendo a Amaury debajo de él mientras lo golpeaba con los puños. Los brazos de su amigo se alzaron en su defensa, tratando de protegerse el rostro.
—¡Alto!
Pero la voz de Amaury fue ahogada por el rugido feroz de Samson. El puño de Samson se conectaba con la mandíbula de su amigo, una vez más. Desviando su próximo golpe, Amaury lo detuvo.
—Samson.
La voz de Delilah finalmente penetró en su cabeza.
—Yo no hice nada —susurró Amaury.
—¡Samson! ¿Qué está pasando?
Sacudió la cabeza y al instante supo que no debió haberse dado vuelta hacia ella cuando la vio reaccionar a él. En su aturdimiento se había olvidado de todo. No se había dado cuenta de lo que ella iba a ver: su lado vampiro.
Delilah gritó con los ojos y la boca bien abiertos, su mano sosteniéndose en la isla de la cocina mientras se alejaba de ellos.
—¡Oh, Dios mío! —Su pecho se contraía como si no pudiera obtener suficiente aire—. Oh, Dios mío, ¿qué eres?
En realidad no era una pregunta. Se trataba más de una declaración.
Él estaba bien jodido.
***
Los ojos de Samson eran de color rojo. ¡Brillaban completamente!
Se veían de la misma forma que en aquella ocasión en la ducha cuando Ricky los había interrumpido. No se había equivocado, no importando cuántas excusas pusiera. Pero no podía explicarlo, ya no, no cuando ella vio a su boca, en la cual dos dientes sobresalían.
No, no eran dientes.
¡Colmillos!
Colmillos puntiagudos y afilados como los de un animal. Como un tigre dientes de sable.
Ella no podía pensarlo, no, porque al pensarlo lo haría real. No podía ser real. Eso no existe. Él no existe, no así.
¿Era este uno de sus extraños sueños otra vez? ¿Cuándo despertaría de esta pesadilla? ¿Cuándo? Delilah se agarró de la barra a sus espaldas más fuerte para balancear sus rodillas temblorosas y sintió dolor en el dedo, donde se había cortado. No, esto no era una pesadilla, era la realidad. Una realidad extraña.
Vio cómo Samson se levantaba, liberando Amaury de su agarre, moviéndose lentamente hacia ella.
—¡No! —Contuvo el aliento en el pecho.
Necesito aire. Necesito aire y ahora.
—Delilah, todo está bien. —Su voz era tan suave como lo había sido la noche anterior.
—¡Aléjate de mí!
Ella se alejó más hacia atrás, hasta que chocó contra la pared que estaba detrás. No había otro lugar a donde ir. Había conseguido arrinconarse en una esquina. Y él venía hacia ella, lento, pero constantemente. ¡Oh, Jesucristo! Su garganta se secó. Sus cuerdas vocales se congelaron. Tenía que enfrentarse a los hechos ahora. Ella no podía negarlo por más tiempo.
Había hecho el amor con un vampiro, una y otra vez.
Drácula. Un vampiro.
Samson era un vampiro, un vampiro cuya boca la había devorado, cuyos colmillos habían estado tan cerca de su yugular, podría haberla matado de una mordida.
—No voy a hacerte daño.
Ella soltó una carcajada histérica.
—No, sólo me vas a morder. Eso es lo que quieres, ¿no? Oh Dios, ¿cómo pude haber sido tan estúpida?
Realmente, ¿cómo podría haber sido tan tonta? ¿Por qué no vio esto venir? Se sentía como una de esas heroínas estúpidas en una película de terror de bajo presupuesto, corriendo por las escaleras en su pequeño vestido transparente, con el asesino pisándole los talones.
Delilah frenéticamente vio a su alrededor para tomar cualquier cosa que pudiera usar como arma.
—Amaury, nos das un momento a solas —pidió a Samson.
—¿Crees que es una buena idea? —Amaury se frotó la mandíbula.
—Quiero que Amaury se quede —dijo Delilah rápidamente, con la esperanza de que al menos le podría proporcionar cierta protección contra Samson.
Samson le dio una mirada de sorpresa.
—¿Así que piensas que tener dos vampiros en la habitación, es más seguro que uno?
Fue entonces cuando cayó en cuenta. Ella contuvo el aliento. Los dos eran peligrosos, los dos eran vampiros. Amaury no mostraba sus colmillos, y ahora que ella miraba nuevamente a Samson, sus colmillos también se habían retraído. Sus ojos eran de color avellana como de costumbre.
¿Lo había alucinado? ¿Estaba tan siquiera despierta?
—Samson, yo no la estaba atacando. Sólo estaba ayudándola a vendar su herida.
Ellos intercambiaron miradas, hasta que Samson finalmente asintió con la cabeza.
—Siento mucho haberte juzgado mal, pero no podía correr el riesgo de que alguien la dañara. La situación…
—No estoy tan hambriento de sangre como piensas, y nunca tocaría a tu mujer.
Amaury sonó un poco dañado. ¿Un vampiro herido por las palabras de otra persona?
¡Vuelve a la realidad! Te estás volviendo loca.
Delilah se movía lentamente a lo largo de la pared, mientras que los dos vampiros tenían su conversación. Apenas escuchaba mientras se deslizaba por lo largo de la pared hacia la puerta de la cocina. Sólo unos pocos pasos más y llegaría a la puerta.
—¿A dónde vas Delilah?
Se detuvo en seco. Ahí iba su huida. Se mordió el labio.
—Vamos a vendarte primero la mano, antes de que el olor de la sangre conduzca a uno de nosotros al borde.
Su voz parecía tranquila, pero podría ser un truco. Por lo que sabía, él la dejaría seca, tan pronto como viera gotear la sangre de sus dedos.
Samson dio unos pasos hacia ella, y ella se apretó más contra la pared. Pero no había otro lugar adonde ir. Estaba a sólo unos centímetros de distancia de ella ahora.
—Por favor, siento mucho que tuvieras que enterarte de esta forma. Yo estaba planeando decírtelo.
—¿Cuándo? ¿Antes o después de que me mordieras?
Ella no debería mostrarle su miedo. La haría incluso más vulnerable, pero no tenía idea de cómo ocultarlo. Y animales como él, se abalanzarían tan pronto como olieran el miedo, ¿no? ¿Lo haría? ¿La atacaría cuando se diera cuenta de que se estaba cagando de miedo?
Podía sentir su aliento en la cara. Le recordaba la forma en que la había besado, cómo le había hecho el amor, cómo la había tocado. ¿Cómo podría ser el mismo hombre? No, él no era un hombre, era un vampiro.
¡Despierta y huele la sangre!
—Nunca te haría daño, dulzura. Estaba tratando de protegerte. Olí la sangre y pensé que Amaury te había atacado.
¿Tenía que verse tan endemoniadamente sexy mientras se encontraba a sólo unos centímetros de distancia de ella? No era justo.
Sintió su mano acercándose a la de ella y trató de apartarla, pero él la agarró.
—Amaury, las curitas están en el cajón de arriba al lado de la cocina.
Segundos después, su amigo le entregó la caja de curitas. Samson llevó su mano a la boca. Delilah gritó. Él iba a beber su sangre. ¡Lo sabía! Era exactamente igual que en su pesadilla.
Él reconoció su mirada asustada.
—Voy a lamer tu herida. Mi saliva la sellará, y dejará de sangrar. Confía en mí.
¿Confiar en él? ¿Era una broma?
No había manera que confiara en él, pero él le sujetaba la mano con un agarre de hierro, y ella no podía liberarse. Sin poder hacer nada, Delilah vio como su lengua lamía suavemente sobre sus cortes, lamiendo la sangre. Sintió una caliente sensación de hormigueo en los dedos y se dio cuenta de que el flujo de sangre se detuvo al instante. Samson colocó la curita sobre el corte sellado. Cuando cerró la boca, ella lo vio tragar y respirar fuerte.
Sus ojos de repente se fijaron en los suyos.
—Oh Dios, incluso tu sangre sabe a lavanda.
Lo vio bajar su boca, pero no pudo detenerlo. Sus labios rozaron ligeramente los suyos antes de tomar su boca y capturarla. Fue entonces cuando supo con absoluta certeza que no estaba soñando. Ella conocía su tacto, su sabor, su olor. Él era real, y era un vampiro.
No podía parar a su cuerpo de reaccionar a él, de la misma forma que había reaccionado la noche anterior, y permitió que su lengua entrara y la acariciara.
Pero esto no era como la noche anterior, él no era el mismo. Era un vampiro, no el hombre que ella pensaba que era. Tenía que alejarse de él.
Samson estaba tan absorto besándola, que la patada en la ingle le golpeó como un tren. Inmediatamente la soltó y se dobló. Demonios, nadie nunca lo había pateado en la ingle. Justo donde más le dolía. Las náuseas lo abrumaron. Como un vampiro él podía resistir el dolor, pero incluso para él, esto estaba a la altura del dolor de arrancarle las uñas de los dedos.
Cuando miró hacia arriba, alcanzó a ver a Delilah mientras corría fuera de la cocina. Sin poder correr atrás de ella justo ahora, cuando aún luchaba con las náuseas, le dio a su amigo una orden.
—Tráela de vuelta.
Para cuando Amaury volvió con ella, Samson se había recuperado del dolor y fue capaz de ponerse de pie otra vez. Amaury la mantenía agarrada, demasiado apretado para el gusto de Samson. Una punzada de celos lo golpeó. Esto no era bueno.
—Dulzura, tienes que parar de golpearme. Estoy seguro que podemos encontrar otra manera de que me muestres tu afecto.
Tenía que domarla. Ella tenía agallas, y domesticarla sería divertido, agotador y probablemente a veces doloroso.
—¡Yo no soy tu dulzura!
Ah, eso estaba mejor. No le gustaba el aspecto temeroso que había mostrado antes. Él prefería que fuera una luchadora. Algo con lo cual podría trabajar.
—¿Te puede soltar Amaury ahora, o vas a enloquecer de nuevo?
Delilah sacudió el brazo de Amaury mientras Samson asintió con la cabeza hacia él. De inmediato se cruzó de brazos. Definitivamente lista para la batalla. No es que fuera a ganar. Nunca. Pero él la dejaría intentarlo.
—¿Podemos hablar ahora?
Delilah no respondió y, en cambio, apretó los labios con más fuerza. Él sabía exactamente cómo podría conseguir abrir esos labios nuevamente, pero probablemente era mejor no intentarlo cuando ella aún estaba enojada con él. A él no le apetecía otra patada en las bolas.
—¿Debería dejarlos solos?
Él asintió con la cabeza a su amigo.
—Gracias. Ponte cómodo en la sala de estar. Esto tomará un tiempo.
Una vez que estuvieron solos, él la miró. Su expresión no había cambiado. Podía ver la tensión en su cara y en su cuerpo, la feroz determinación a dejar que nada llegara a ella. No estaba dispuesta a escucharlo, él lo sabía. Pero tenía que intentarlo de todos modos.
—Delilah, sigo siendo el mismo hombre.
Ella negó con la cabeza sin decir una palabra. Ah, la ley del hielo. Una mujer con poder.
—Lo que tenemos juntos…
—No tenemos nada juntos —ella lo interrumpió—. Me mentiste.
Por lo menos estaba hablando ahora. Era un comienzo.
—Yo quería decirte. Pero esto no es exactamente la cosa más fácil de explicar. ¿Qué debería haber dicho? «Hola cariño, deja que te lleve a cenar, ¡ah!, y por cierto, soy un vampiro, así que ordena cualquier cosa que quieras, mientras yo bebo un vaso de sangre».
—Nunca tuviste la intención de decírmelo. Todo lo que querías era un pequeño juguete sexual.
—Eso no es cierto, y tú lo sabes. Te lo dije anoche…
—Mentiras, eso es lo que me dijiste —ella lo interrumpió—. Incluso caí por tu linda historia acerca de tu problema de erección. ¿Es eso lo que le dices a las demás?
Delilah bajó sus brazos y puso sus puños en la cintura.
—No, sólo existes tú. Y lo que te dije anoche es verdad.
—Tonterías. ¿Es por eso que la pelirroja te dejó? ¿Ella se enteró de que eras un vampiro?
—En primer lugar, ella es un vampiro también, y en segundo lugar, yo la dejé.
Miró su rostro conmocionado. Era evidente que no esperaba escuchar que Ilona era un vampiro, pero se contuvo rápidamente.
—Entonces, qué, ¿te quedaste sin mujeres vampiro y tenías que cogerte a una humana?
—No se trata de sexo, al menos no después de la primera noche.
—Mentiroso.
—Ya me dijiste eso.
—Porque sigues diciendo las mismas historias.
—Porque es verdad. Lo admito, la primera noche fue todo sobre el sexo, pero después de eso, maldita sea, ya no lo era. Yo te quería, y no sólo por el placer físico. No puedes decirme que no sentiste eso cuando hacíamos el amor.
***
Delilah lo había sentido, pero tenía que ser una ilusión. Él la había engañado. Se había acostado con un vampiro, lo dejó entrar, no sólo en su cuerpo, sino también en su corazón. Personas como él no deberían existir. Algo estaba muy mal en este mundo.
—Tú eres un vampiro. Eres un vampiro.
Como si diciéndolo, se iría, pero no. Él era un vampiro, y estaba parado en su cocina mirándola, haciéndola sentir como si se hubiera golpeado la cabeza y estaba saliendo de un mareo. Pero no se había golpeado la cabeza. Él era real.
—Me acosté con un vampiro. Dejó caer sus brazos y sus hombros a sus costados.
Samson asintió con la cabeza.
—Y te gustó tanto como a mí.
—No.
Ella tenía que negarlo para mantener su cordura. ¿Qué pasaría con su mundo si de repente tuviera que admitir que le había gustado, no, que había encantado dormir con un vampiro? Todo a su alrededor se desmoronaría. ¡Criaturas como él no deberían… no podían!… Existir. Los vampiros eran mitos, folklore, historias que se cuentan alrededor de una fogata para asustar a la gente. Sólo vivían en las películas, nunca en la vida real. ¡Todos los niños lo sabían! Al igual que todo el mundo sabía que no había Conejo de Pascua. Esto no podía suceder. Nada de esto podía ser verdad. Negarlo, era la única manera de proceder.
—Me tengo que ir. Tengo que regresar a Nueva York ahora mismo.
Él movió lentamente la cabeza y se acercó.
—No. No te irás —negó él y con los nudillos, le acarició la mejilla con suavidad—. Te necesito.
—Eres un vampiro.
—¿No crees que lo sé? No cambia lo que siento por ti.
—¡Aléjate de mí!
Ella usó todas sus fuerzas para rechazarlo, cuando su cuerpo estaba tratando de apoyarse en él. Todavía tenía el mismo poder sobre ella, el que había tenido desde que lo conoció. Todavía lo quería, quería lamer cada parte de su piel con la lengua. Quería tener su fuerte cuerpo presionado contra el de ella y sentirlo atravesándola, ¡cuando lo que debería de querer era atravesarlo con una estaca de madera justo en el corazón! Si es que tenía un corazón.
—¡No me toques!
En su arrebato, él inmediatamente retiró su mano, como si ella lo hubiera abofeteado. Pudo ver la ira creciendo en él, sus ojos de repente parpadearon de color rojo. Parecía como si tomara toda su fuerza para controlarse a sí mismo.
—¡Amaury! Ven aquí —gritó Samson fuertemente.
Ella se estremeció. ¿Arremetería contra ella? ¿Le pegaría? ¿La mordería?
Su amigo apareció al instante.
—Cuídala —ordenó a Samson y salió corriendo de la cocina.
Sus ojos lo siguieron antes de que ella volviera a ver a Amaury, que se apoyaba casualmente sobre la isla de la cocina como si nada hubiera pasado.
—Él quería matarme, ¿no?
Amaury asintió con la cabeza.
—Sí, y lo hará… entre las sábanas, una y otra vez —Sonrió diabólicamente.
Ella le dio una mirada indignada.
—Hey, no me culpes, solo estoy leyendo sus emociones.
¿Leyendo sus emociones? ¿De qué diablos estaba hablando Amaury? Su aspecto debió haber sido totalmente confundido, porque él alzó las manos.
—Es un don especial. Un dolor en el trasero —Entonces él le guiñó un ojo—. Y no te preocupes, no voy a decirle lo que sientes. Tendrá que sacártelo por sí solo.
Escuchó los pasos por encima de ella. Samson se paseaba por su cuarto.
—No te preocupes por él. Va a calmarse. Por lo tanto, volvamos a la conversación que teníamos antes de que fuera tan groseramente interrumpida. ¿Ha…?
—¿Quieres hablar de la auditoria como si nada hubiera pasado?
—Por supuesto, todavía tenemos que resolver esa cuestión. El hecho de que ahora sepas que somos vampiros, no cambia el hecho de que alguien está jugando con la compañía de Samson y que quiere hacerte daño.
Delilah negó con la cabeza.
—¿Qué son ustedes? ¿Cómo puedes pensar en negocios en este momento? ¿No deberías estar mordiéndome y bebiendo mi sangre ahora?
—Gracias por la oferta, pero Samson patearía mi trasero si hiciera eso, y sí, probablemente me convertiría en polvo. Por lo tanto, no gracias. Estás a salvo de mí.
—Yo no estaba ofreciendo…
¿Ella estaba realmente a salvo de Amaury? Parecía muy relajado, apoyado contra el mostrador de la cocina, como para estar listo para atacarla.
—Ya lo sé. De todos modos, mientras Samson y tú tenían su pelea de amantes, estaba pensando. ¿Has visto qué otra cosa pudo haber hecho John, además de las entradas de la depreciación?
Si quería hablar de la auditoría, estaba bien. Por lo menos traería un poco de normalidad a su vida destrozada.
—¿Qué quieres decir?
—¿Qué otras operaciones él autorizó? ¿A qué otra información tuvo acceso? Creo que tenemos que ver todo lo que hizo.
Delilah tuvo una idea.
—¿El sistema rastrea cuáles inicios de sesión han tenido acceso a ciertos archivos?
—Claro que sí. —Asintió con la cabeza Amaury, obviamente, comprendiendo lo que ella estaba pensando.
—Entonces vamos a ver lo que él ha estado haciendo.