Capítulo Once

—¿Dijiste Clay Hall?

Amaury miró a Carl sorprendido. Se quedaron mirando uno frente al otro a través de la isla de la cocina.

—Sí, cerca de Taylor, es un edificio de condominios bastante grande. Recogí todas sus cosas. Ella no tenía mucho, sólo algo de ropa, su computadora y esos archivos.

—Es una extraña coincidencia —murmuró Amaury, hablando consigo mismo.

Él no creía que las cosas sucedían al azar.

—¿Qué coincidencia?

—No sabes, ¿verdad?

Carl negó con la cabeza, muy confundido—. ¿Saber qué?

—Que Scanguards posee un par de apartamentos en Clay Hall. Yo lo sé. Los compré para la empresa.

La labor principal de Amaury como empleado de Samson, era hacerse cargo de todas sus inversiones en bienes raíces, tanto las privadas, como las de la compañía. Era titular de una licencia de bienes raíces en California y actuaba como su propio corredor de inmuebles. Afortunadamente, el rumor medieval de que los vampiros tenían que ser invitados a una casa, era totalmente infundado, lo que hizo posible que un vampiro trabajara como agente de bienes raíces.

—No tiene por qué significar nada. Ella dijo que es de Nueva York y estaba en un viaje de negocios.

—Esto va a ser fácil de comprobar. ¿Cuál era el número de unidad? —preguntó ansioso Amaury.

Carl se quedó mirando—. Bueno, fue muy arriba.

Parecía como si estuviera tratando de recordar el camino por el pasillo del piso, y buscando la puerta correcta.

—Ocho doce.

Voilà. Es nuestro. La única manera de tener acceso a ese apartamento es si está trabajando para nosotros. Samson dijo que Oliver estuvo con ella todo el día —dijo Amaury.

Carl asintió con la cabeza, de acuerdo con Amaury.

—Ponlo en el teléfono. Vamos a ver dónde la llevó.

Carl marcó el número de Oliver, a continuación, puso el teléfono en modo de altavoz.

—Hey Oliver, soy yo.

—Carl, más vale que sea importante. Estoy muerto de cansancio —dijo la voz de sueño de Oliver, a través del teléfono.

Amaury miró el reloj del horno. Eran apenas un poco más de las nueve. Sacudió la cabeza con incredulidad. ¡Humanos!

—Hey Oliver, Amaury aquí. Perdón por la molestia. Espero que no te hayamos despertado.

—No hay problema, Amaury. —Sonó como si Oliver se integraba—. ¿Qué puedo hacer por ti?

—¿Tú estuviste con Delilah todo el día?

—Sí, el Sr. Woodford me pidió que la protegiera.

—¿Dónde la llevaste?

—Al centro, a las oficinas de Scanguards.

Carl y Amaury se miraron el uno al otro. Amaury silbó entre dientes.

—No sabrías lo que ella hacía allí, ¿verdad?

—Trabajó.

—¿Ella trabajó?

—Sí, ella fue a trabajar. Ella es una especie de, no sé, un contadora o auditora, o algo así, creo —dudó Oliver.

—¿Estás seguro?

—Sí, estoy seguro. La conocían y estaban esperándola. Incluso había una computadora preparada para ella y todo.

—Gracias, Oliver.

Amaury colgó.

—Supongo que eso es una buena noticia. Una gran coincidencia, pero al menos no se ve como si fuera un espía corporativo.

—Sin embargo no explica por qué ella está aquí con él —intervino Carl.

Amaury podía sentir las emociones de Carl, el hombre era protector con su jefe y no quería que saliera lastimado nuevamente, y menos por una mujer.

—¿Crees que ella sabe quién es él?

Antes de que Amaury pudiera responder, la puerta de la cocina se abrió y Samson entró.

—¿De quién estamos hablando? —preguntó.

—De ti —respondió Amaury—. Nos preguntábamos si Delilah sabe quién eres.

—Me gustaría saberlo. —Era la verdad. Eso le haría sentirse mucho mejor, si supiera lo que ella sabía de él. Si era el dinero lo que buscaba, o si estaba realmente aquí por él. Sin un motivo oculto.

—¿Dónde está?

Amaury echó la cabeza hacia el piso superior—. Ella bajó hace un rato, tomó un yogur, y se fue al piso de arriba —hizo una pausa—. Bueno, al menos ahora sabemos quién es.

Con expectación, Samson miró a su amigo.

—Ella es algún tipo de contadora de Scanguards.

Samson dio un paso atrás. No había esperado esto—. ¿Trabaja para mí?

¿Estaba durmiendo con uno de sus empleados? Grandioso, cuando menos, se estaba preparando para una demanda por acoso sexual.

—Parece que sí. Oliver pasó todo el día con ella en el centro, en las oficinas de Scanguards, y el apartamento en que la recogieron, es uno de los nuestros.

Samson se frotó la frente con la palma de su mano—. Entonces es verdad. Ella me dijo anoche que es auditora.

—¿Ustedes tuvieron tiempo para hablar? —Amaury sonrió.

¡Su amigo era de los habladores! La mirada desaprobadora de Samson lo paró en seco antes de hacer cualquier insinuación más. Su viejo amigo lo hizo sonar como si fuera un maniático sexual. Por supuesto que habían hablado, bromeado en realidad, jugaron y se rieron, incluso después de que Carl había entregado el suministro de preservativos. ¡Como si todo lo que hiciera para entretener a una mujer, fuese tener sexo!

—Ella dijo que es de Nueva York y estaba aquí, en una auditoría. ¿Han revisado todo?

—Todavía no, acabábamos de llegar a nuestra conclusión cuando llegaste.

—Carl, pon a Gabriel Giles en el teléfono.

Gabriel era el Director de Operaciones de la sede central en Nueva York, y dado a que era un vampiro podía ser accesible, aún si fuera un poco más de la medianoche en la costa este.

—Será mejor que estés en lo cierto. —Samson miró a Amaury, un rayo de esperanza brotaba en su pecho.

La voz de Gabriel sonó a través del altavoz a los pocos segundos—. Hey Samson, ¿cómo estás? —Él sonó más como un Tony Soprano que un vampiro. Nueva York podía hacerle eso a cualquiera.

—Es bueno oír tu voz, Gabriel. Escucha, no quiero quitarte el tiempo, pero necesito que compruebes algo para mí. ¿Ustedes enviaron a un auditor a las oficinas de San Francisco?

—Déjame ver —Se le oía escribiendo algo en un teclado—. Claro que sí. Su asignación comenzó el lunes. ¿Qué pasa con eso?

—¿Cuál es el nombre del auditor?

—Delilah Sheridan.

***

Delilah se paró en seco detrás de la puerta de la cocina que estaba a punto de abrir, cuando escuchó su nombre proveniente de un teléfono con altavoz. Ella contuvo la respiración. ¿Por qué estaban hablando de ella?

—¿Has hecho una revisión de antecedentes sobre ella? —ella escuchó a Samson decir.

¿Una verificación de antecedentes? ¿De ella? ¿Qué estaba tratando de encontrar? Contuvo el aliento, porque no quería que supieran que estaba al otro lado de la puerta.

—Claro que sí —la otra voz respondió—. Ella está limpia. No hay nada inusual. Soltera, sin hermanos, el padre está en un asilo, la madre murió hace dos años. ¿Qué quieres saber?

—¿Ella sabe quién soy? —La voz de Samson sonaba extrañamente tensa.

Mientras escuchaba la pregunta, ella no entendía qué quería decir con eso.

—Lo dudo —dijo la voz de nuevo—. Sin duda no le dimos más información de la que necesitara. Conoces nuestras políticas mejor que nadie. Y puesto que todo es propiedad del fideicomiso, no pudo haber visto tu nombre en cualquiera de los documentos.

¿Qué documentos? ¿De qué demonios estaba hablando el hombre?

Ella había escuchado suficiente. Samson estaba investigándola por cualquier razón. Se sentía violada. Enojada empujó la puerta de la cocina y la abrió. Tres pares de ojos al instante cayeron sobre ella. Tres sorprendidos pares de ojos: Samson, Amaury y Carl. Todos brincaron en ella.

—¿Algo más? —continuó la voz por el altavoz.

—Gracias, Gabriel. —Samson no apartó los ojos de ella mientras desconectaba la llamada.

Delilah lo miró, incapaz de hablar durante unos segundos. Ninguno de los chicos se atrevió a decir una palabra, como si esperaran una explosión. Ella les daría una.

—¿Has hecho una revisión de antecedentes sobre mí?

Ella trató de hacer que su voz sonara uniforme, para no mostrar el dolor que sentía.

—Delilah, lo siento, te puedo explicar.

Samson ni siquiera se molestó en negar la acusación. Eso lo confirmó.

Ella negó con la cabeza—. Te voy a ahorrar el trabajo. Me voy.

Giró sobre sus talones y salió. Tomando dos escaleras a la vez, se dirigió al segundo piso. Lágrimas quemaban en sus ojos, pero ella las empujaba hacia atrás. No valía la pena. Si quería saber algo acerca de ella, podría habérselo preguntado. Ella le habría dicho todo, cada detalle de su vida.

Pero él no lo había pedido. En su lugar había revisado sus antecedentes a sus espaldas como si fuera un criminal. Después de la maravillosa noche de pasión que habían compartido, ¿había sentido la necesidad de investigarla? ¿Qué había pensado que iba a encontrar?

***

Después de encerrar a Billy en uno de los contenedores, pero dejándolo con agua y una manta, Ricky y Thomas salieron del almacén. Ellos no eran salvajes. Si Samson podía tratar al hombre que lo había atacado a él y a Delilah civilizadamente, también ellos podían.

—¿Escuchaste lo que Samson dijo acerca de ella? —preguntó Ricky.

—¿Quieres decir el discurso acerca de mi mujer?

—Exactamente. ¿Crees que lo decía en serio?

Thomas se encogió de hombros.

—Tú dímelo. Cuando se trata de los hombres heterosexuales, realmente no puedo decirte cuando están enamorados de alguien o no. Demasiados sentimientos ocultos y basura.

—Créeme, no puedo decirte más de lo que tú puedes. Pero nunca lo he oído hablar de esa manera. Espero que no la tenga ya bajo la piel. Algo así sólo puede terminar mal.

Ricky tomó el casco que Thomas le entregó y pasó la pierna sobre la moto para tomar su lugar detrás de él.

—Tendría que haberme dejado mi coche y él conducido la motocicleta en vez de nosotros estar en ella.

—¿Qué, estás preocupado porque tienes que agarrarme? —Se rio Thomas—. ¿Desde cuándo tan homofóbico?

—Yo no. Estoy preocupado por mi coche. Estaba dispuesto a matarme hoy. Espero que no se desquite con mi carro nuevo.

Thomas hizo un gesto con la cabeza—. ¿Matarte? ¿Qué le hiciste?

—Entré en el cuarto de baño mientras él estaba cogiendo con Delilah, en la ducha.

—No puedes hablar en serio. ¿Es por eso que quería matarte?

La reacción de Thomas no era inusual. Entre su clase, el sexo no es necesariamente siempre visto como un acto privado, a menos que ocurriera entre un par con el vínculo de sangre. Así que no había razón por la cual Samson debería sentirse fuera de lugar al ser visto cogiendo con Delilah.

—Eso es lo que estoy diciendo. Básicamente, me dijo que me despidiera de nuestra amistad y de mi trabajo, si alguna vez me veía mirándola de nuevo.

—Suena muy posesivo para mí.

—Sí.

—¿Estás pensando lo que yo estoy pensando?

—Sí.

—Ay chico.

Ricky echó sus brazos alrededor de la cintura de Thomas, y la moto se fue. Todavía estaba lloviznando ligeramente. Thomas los guio expertamente a través del poco tráfico. Conocía la ciudad como la palma de su mano y tenía un buen ojo para detectar obstáculos adelante, lo que lo ayudaba a evitar retrasos importantes fácilmente.

Se dirigieron hacia el distrito de Sunset pasando las casas de la era de los cuarenta y cincuenta, los patios delanteros a menudo descuidados, y las tiendas de mala muerte por el camino. No era un barrio que les gustara particularmente. Era en su mayoría simple y sin interés arquitectónico.

La dirección que Billy les había dado era una casa de esquina, parecía más grande que las otras en la cuadra y parecía haber sido renovada por completo. Sobresalía como la casa más costosa de la cuadra. Había luz procedente de varias de las ventanas de la casa.

Thomas estacionó su motocicleta en la esquina.

—¿Cómo quieres hacer esto?

—Sencillo. Tocamos el timbre de la puerta —respondió Ricky.

Sus pasos casi no hicieron ruido al caminar sobre el pavimento. Las fosas nasales de Thomas se abrieron mientras se acercaba a la casa. El inhaló. Un olor extrañamente familiar flotaba en su nariz, pero se distrajo al instante cuando oyó un grito desde el interior de la casa.

Él y Ricky se miraron por una fracción de segundo, luego corrieron a la puerta y la patearon.

El sonido era el de una mujer, gritando histéricamente a todo pulmón. Venía de la parte de atrás de la casa. A continuación, el lloriqueo de un niño se mezclaba con los gritos de la mujer. El sonido de la mujer fue escalofriante.

Cuando la encontraron, entendieron. No había nada que pudieran hacer. Habían llegado demasiado tarde.

No había duda en la mente de Thomas, que John había sido asesinado por un vampiro. Todavía podía sentir las huellas de la energía, que el agresor había dejado. El cuerpo de John parecía casi tranquilo, si no hubiera sido, por el horror grabado, en sus ojos abiertos. Había visto por un segundo a su asesino, antes de que lo agrediera.

El cuerpo de John yacía en el suelo de la sala. Su cuello se había roto. Haciendo caso omiso de los gritos de la mujer, Thomas se inclinó y cerró los párpados de John. No había necesidad de que su esposa siguiera viendo la expresión horrorizada de su marido muerto.

No podían quedarse para aliviar a la mujer, pero podrían borrar su memoria. Thomas le puso la palma de la mano en la frente. Sus gritos desaparecieron, y ella se quedó inmóvil. No sólo borró cualquier recuerdo que tenía de él y Ricky, sino también de los ojos de su marido. Era mejor si ella no sabía lo aterrado que había estado en los últimos segundos antes de su muerte. Hacer frente a su dolor, sería bastante difícil.

***

Delilah lanzó su ropa en su única maleta, sin molestarse en doblarla. Alguien había movido sus cosas a la habitación de Samson durante el día, y ahora no podía salir de ella con suficiente rapidez. Ella no podía estar con un hombre que no confiara en ella. Demonios, él no había hecho ni siquiera un intento de llegar a conocerla. En su lugar se había ido detrás de sus espaldas. No podía tolerar ese tipo de traición.

Escuchó la puerta abrirse y cerrarse detrás de ella y sabía que Samson la había seguido. Había esperado tanto. Podía sentir su presencia, pero ella no quería reconocerlo. Él no se lo merecía.

—Lo siento, Delilah.

Su voz estaba más cerca de lo que esperaba. No podía ser más que a un pie de distancia de ella. Ella no lo quería así de cerca. No ahora.

—Me iré en dos minutos, y no te preocupes: no estoy robándote nada.

Su voz era fría. No quería darle la satisfacción de saber lo mucho que le había hecho daño. Esta no era la primera vez que estaba decepcionada de un hombre, y no iba a ser la última. Él no sería el último hombre en su vida. Ella estaba más que acostumbrada a ello, acostumbrada siempre a salir con el hombre equivocado. Quizá por eso ella había dejado de salir por completo. Probablemente haría una mejor elección con un gato o un perro.

—Me lo merezco —le dijo Samson con voz calmada—. Por favor, dame una oportunidad de explicártelo.

Probablemente tenía un discurso estándar preparado para los sucesos como estos. ¿Cómo más podría permanecer así de calmado?

Sintió sus manos sobre sus hombros y los empujó para retirarlos.

—Está bien. No voy a tocarte. —Sonaba decepcionado.

La ira brotó en ella. Podía sentirle hervir desde su estómago y viajar a través de su pecho. Era demasiado para contenerlo.

—¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste ir tras mis espaldas de esa manera? —Delilah giró para encararlo. Podrías haberme sólo preguntado lo que querías saber.

¿Y por qué seguía siendo tan atractivo, tan sexy, cuando tenía que estar enojada con él? En sus jeans y camiseta negra se veía tan bien como lo era desnudo, a pesar de que lo prefería desnudo.

No debió haberse dado vuelta. Debió haberse salido sin siquiera mirarlo.

Sus bíceps se flexionaron, y una vez más estaba consciente de su fuerza y belleza física. La forma en que sus ojos color avellana buscaban los de ella como si estuviera tratando de ver en su alma, hizo que sus rodillas se sintieran débiles. Tenía que alejar sus ojos de él, si alguna vez quería salir de la habitación.

—Fue un error. Pero necesitaba saber quién eras.

De pie, sólo a pocos centímetros de tocarlo, solo agregaba pensamientos a su mente agitada.

—Te dije quién soy. ¿Qué estabas esperando? Dejó salir toda su decepción y el dolor en su voz. Después de todas las cosas que hicimos… ¿no podías sólo preguntarme? No. Tenías que investigarme y realizar una verificación de antecedentes sobre mí, como si fuera un criminal común.

—Dulzura, no…

Samson levantó la mano como si quisiera tocar su cara, pero se detuvo cuando ella le interrumpió—: ¡No me llames dulzura!

A Delilah le había gustado, cuando él la llamaba así la noche anterior, cuando hacían el amor, pero no ahora. Se volvió y cerró la maleta.

—Delilah, me disculpo. Ojalá hubiera confiado más en mis instintos, pero no lo hice. Cuando Carl empacó tus cosas, se encontró con algo y lo trajo a mi atención. Debería haber ido directamente a ti para preguntarte al respecto, pero yo… yo no sé por qué, yo no…

Su voz se cortó. Sus ojos avellana la miraron a los ojos, tratando de obligarla a escucharlo.

—Tenías archivos de Scanguards en tu posesión.

—Y ¿qué? Yo trabajo para ellos. Carl no tenía derecho a registrar mis cosas.

Samson asintió con la cabeza.

—Sí. Pero él los vio. Y entiendo ahora que tenías todo el derecho a tener los archivos en tu poder. Ahora lo sé. Porque ahora sé que tú trabajas para mí.

Confundida, ella lo miró—. Yo no trabajo para ti. Trabajo para Scanguards —insistió y cogió su maleta—. Y además, ¿qué te importa para quién trabajo? No pensé que te interesara lo que hago.

Trató de empujarlo más allá para poder llegar a la puerta, pero él le bloqueó el escape.

—Tú trabajas para mí. Yo soy Scanguards. Me pertenece.

***

Delilah se detuvo en seco, y Samson al instante se dio cuenta de que esto era una novedad para ella. Ella no sabía que él era el dueño de Scanguards y que estaba valorado en más de unos pocos cientos de millones de dólares. El corazón de Samson dio un vuelco cuando la realidad salió a la luz, fue cuando comprendió que su miedo había sido infundado. Ella no estaba tras su dinero, porque no tenía ni idea de lo asquerosamente rico que él era realmente.

Samson podía ver que ella estaba tratando de comprender sus palabras. Entonces fue como si una nube negra se posara sobre su rostro. Su boca estaba abierta y mirándolo.

—¿Pensaste que estaba tras tu dinero? ¡Oh, Dios mío! Pensaste que dormí contigo, porque… ¡Dios mío!

El dolor que vio en los ojos de Delilah, le dolía profundamente en su pecho. Si él pensaba que decirle quién era, la haría entender por qué había actuado de la forma en que lo hizo, no había funcionado. En realidad lo había hecho peor. Mucho peor.

—Nunca me había sentido tan barata y sucia en toda mi vida. Me sentía más limpia cuando pensaste que yo era una stripper. Pero pensaste… tú pensaste que yo iba a… no, no…

Ella corrió hacia la puerta, pero él saltó delante de ella y la detuvo. Él quería tomarla en sus brazos y besarla para quitarle su dolor, disculparse con su cuerpo por todo lo que había hecho. Pero sabía que lo alejaría. La había lastimado, su mortal amada, y le dolía más, que si él mismo se hubiera hecho daño. En este punto, haría cualquier cosa para que su dolor desapareciera.

—Por favor, dime lo que quieres que haga para compensártelo.

Ella lo miró fijamente, con los ojos brillantes por las lágrimas que estaba conteniendo.

—¿Tú crees que puedes comprarme? ¿No me has humillado lo suficiente? ¡Guarda tu maldito dinero y sal de mi camino!

—Por favor, detente un minuto, y escúchame.

—¿Por qué? ¿Acaso ya no sabes todo lo que querías saber? ¿No es eso por lo que me asignaste un guardaespaldas este día? ¿Para poder investigarme? ¿Controlas a todas tus mujeres de esa manera?

—Delilah, era por tu propia seguridad. Nunca quise hacerte daño, créeme. Pero me asustaste.

Estaba asustado con todo derecho, asustado de lo que podía hacerle a su corazón. Tal vez era mejor, si le decía claramente lo que ella le había hecho.

—¿Te asusté? ¿Cómo? ¿Porque has estado andando con una pobre auditora? Sí, eso es francamente aterrador —dijo erizada y llena de sarcasmo.

—No digas eso. Son las cosas que me haces sentir cuando estoy contigo. Eso es lo que me asusta.

—Deja de mentirme.

Pasó justo a su lado y abrió la puerta con fuerza. Con su maleta en la mano, corrió por las escaleras. Samson estaba justo detrás de ella, no dispuesto a dejarla ir.

La puerta de la entrada se abrió un segundo antes de que ella llegara. Una repentina ráfaga de aire frío entró en el vestíbulo y, con ella Ricky y Thomas. Ricky miró a Delilah y después a Samson, que venía a sólo un paso detrás de ella.

—No creo que debas dejarla ir, Samson.

Él cerró la puerta antes de que pudiera salir. Samson oyó el suspiro de frustración, mientras intentaba pasar por Ricky.

—No voy a dejar que se vaya.

—Bien. Porque alguien mató a John Reardon. Y ella podría ser la próxima.

—¿John? —La voz de Delilah fue sólo un suave susurro.

Dejó caer la maleta en el suelo, donde hizo un fuerte golpe.

Samson miró sorprendido a sus dos amigos. ¿Lo conocía?

Delilah se apoyó en el armario. Una fracción de segundo después Samson estaba a su lado, la envolvió con sus brazos y la llevó a la sala de estar. No la dejaría salir, ni ahora ni nunca.

Samson suavemente la sentó en el sofá y se quedó cerca de ella. Manteniendo su brazo alrededor de ella, se sintió aliviado al sentir que no lo alejaba.

—Ricky, sírvele una copa de brandy a Delilah, ¿quieres?

Su amigo cumplió con entusiasmo y le entregó la copa a él unos momentos después. Samson llevó el brandy a los labios de Delilah y la hizo beber de él mientras apartaba un mechón de pelo de su cara.

—Aquí tienes, dulzura.

Su voz adquirió un tono suave mientras le acariciaba el brazo con ternura. Ella no protestó. Él sabía que ella no le había perdonado todavía, pero ahora ella estaba en shock, y haría cualquier cosa para hacerla sentir mejor. Más tarde, buscaría su perdón. Y luego había otro obstáculo por el cual saltar, pero ella no estaba lista para eso todavía.

En el segundo cuando la había seguido por las escaleras, había tomado una decisión. Él no la dejaría regresar a Nueva York. Al diablo el hecho de que ella era un ser humano. Ella era suya. La necesitaba, y la podía hacer feliz. Él lo sabía en lo profundo de su corazón.

Él atrapó a Ricky intercambiando una mirada con Thomas, que asintió con la cabeza. Ninguno de los dos lo había visto en tan tierno escenario con una mujer. Samson le dio un beso suave en la parte superior de la cabeza, sin importarle lo que sus amigos pensaran de su comportamiento.

—Delilah, dime lo que sabes acerca de este hombre. Él fue quien contrató a ese hombre que te atacó.

De repente se le quedó mirando con los ojos abiertos, incrédula.

—¿John? ¿John contrató a ese matón? —Ella miró a Thomas y a Ricky, que asintieron con la cabeza.

—Sí, fue él. ¿Quién era él? —Preguntó nuevamente Samson.

—Deberías saber quién era. Él trabajaba para ti —dijo Delilah.

—¿Para mí?

—Era un contador en Scanguards —le anunció, mirando entre Samson y sus amigos.