Capítulo Diez

Samson recordó la última traición muy vívidamente, un recuerdo que había prohibido a su mente. Pero ahora todo volvía a él con todos los ardientes detalles…

Samson cerró la puerta de entrada en silencio detrás de él y escuchó si había ruidos en del piso de arriba. Oyó el débil sonido de la voz de Ilona y el sonido del agua. Ella estaba tomando un baño.

Por enésima vez esta tarde, había abierto la cajita que tenía en la mano y se quedó mirando el anillo de diamantes enorme, metido en el cojín de terciopelo verde. La impresionante cajita llevaba un anillo con un diamante redondo de tres quilates y de la más alta claridad. El joyero le había asegurado que era el mejor diamante que el dinero podía comprar.

Su corazón latía tan fuerte como un tambor en sus oídos, Samson subió las escaleras con cuidado, para evitar los crujidos que sabía que había en ciertos peldaños. Quería darle una sorpresa. Ella pensó que él estaría fuera, en asuntos de negocios, toda la noche.

En silencio abrió la puerta de su dormitorio. La ropa de Ilona estaba esparcida descuidadamente sobre la cama.

—Así que eso piensa él. Ajá.

Estaba en el teléfono, probablemente hablando con alguna amiga.

—Espera hasta a que estemos unidos y las cosas cambiarán.

Pausó Ilona. ¿Había adivinado que quería proponerle matrimonio? Se sintió decepcionado, desinflado. En silencio se acercó a la puerta del baño, que estaba entreabierta.

—¡Y si tengo que chuparle el pene una vez más, voy a vomitar!

Samson se detuvo en seco al oír las palabras que lo atravesaron. No podía haber escuchado bien.

—¡Claro, eso es fácil de decirlo para ti. Te gusta chupar penes!

Samson respiró profundamente. Se sentía como si una mano helada lo sujetaba alrededor de su corazón y lo apretaba con fuerza. Él luchó para tomar aire.

—No me importa quién le chupe el pene cuando estemos unidos, pero seguro que no seré yo. No puedo soportar sus manos por todo mi cuerpo…

Samson se apoyó contra la pared cuando sintió náuseas abrumándolo. Duró un segundo.

—Tú sabes lo que tienes que hacer una vez que tenga acceso a todos sus bienes.

Su dinero. Era todo lo que estaba buscando. Es por eso que ella estaba con él: sólo por su dinero. Samson se sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.

La escuchó dejar escapar un resoplido frustrado.

—Tú sabes tan bien como yo, que una vez que esté unida a Samson, tengo que tener cuidado de guardar mi mente. Él va a ser capaz de leer mis pensamientos. No me puede atrapar pensando en esto, ¿me entiendes? Es por eso que tú tienes que hacerlo… Sí, esa parte de la unión de sangre apesta. ¿Por qué alguien querría ser capaz de estar constantemente en la mente de la otra persona?

Samson había oído suficiente. Más que suficiente. Con intenciones asesinas, abrió la puerta y entró en el cuarto de baño, sus pasos lentos pero determinados. Ilona sacudió la cabeza y al instante cayó el teléfono al agua.

—Samson —ronroneó y pegó una falsa sonrisa en su cara.

Una sonrisa que había visto miles de veces en ella. Sólo que ahora lo reconocía como lo que era. Actuación. Ella había estado actuando todo el tiempo. Pretendiendo estar enamorada de él, cuando lo único que quería era el acceso a su riqueza.

Con dos pasos, llegó a la bañera. Sus manos le agarraron el cuello por su propia voluntad. Ella lo arañó al instante. El agua se derramaba sobre el borde de la bañera, en el piso de mármol.

—Tú, vagabunda sin corazón. Debería matarte, aquí y ahora mismo.

Por su garganta, la levantó del agua mientras ella luchaba contra su mano de hierro.

No importaba. Él era fuerte, y su furia le añadía más fuerza.

Samson echó un vistazo a su cuerpo desnudo. Su propio cuerpo no mostraba más reacción a sus curvas sensuales. No había erección. Ningún deseo de tocarla. Nada.

Reconoció al instante el miedo en sus ojos, antes de que su propia mano se abriera y la dejara caer bruscamente de nuevo en la bañera. El agua salpicó a su alrededor.

—¡Fuera! Yo nunca haré un vínculo de sangre con alguien como tú. Eres una basura, no eres nada. Tienes suerte de que todavía estás viva. Pero no cuentes con permanecer de esa manera. Si te cruzas en mi camino, puede que te encuentres con una estaca en el corazón.

Ella lo había utilizado. Todo lo que quería era un vínculo de sangre con él, así tendría derecho a lo que era suyo. Toda su riqueza, todo su poder. ¿Cómo podía haber sido tan ciego?

Después de que él la echó de su casa y de su vida esa noche, se había cerrado. Él no quería que nadie se acercara a él. Sabía que había sido un error confiar en ella.

Fue entonces cuando todos sus problemas habían comenzado. Primero, su apetito sexual había disminuido, y entonces, cuando pensó que debía entregarse a los placeres carnales para distraerse, no pudo llevarlo a cabo. No fue capaz de conseguir una erección.

Hasta que…

Hasta que Delilah entró en su vida. ¿Y ahora? ¿Lo había traicionado ella también? ¿Estaba tras de sus riquezas también? La idea le hizo enfermar.

—No te ves bien. —Amaury entró en la cocina detrás de Ricky.

Apoyado en el mostrador, Samson le dio, lo que ni siquiera él mismo sabía que era un aspecto de torturado.

—¿Cómo quieres que me sienta?

—No puede habérsete metido bajo la piel de este modo, no en una sola noche.

Samson escuchó incredulidad en la voz de Amaury. Hizo caso omiso de la observación de su amigo.

—Tenemos que llegar al fondo de esto, rápido.

—Puedo hacer una verificación de antecedentes en ella, ver lo que realmente es. —Ofreció Ricky.

Samson asintió con la cabeza.

—Haz eso. Amaury, habla con Carl, y averigua qué más notó entre sus cosas que pueda ser raro. Él ha estado en el lugar donde ella se quedaba, y si es verdad lo que dice, que es de Nueva York, el apartamento probablemente no pertenece a ella. Encuentra a quién le pertenece. Y después ve con Oliver para averiguar lo que ha hecho hoy. Él estuvo con ella todo el día.

El celular de Ricky sonó, y él lo contestó al instante.

—¿Dónde? —Él hizo un gesto a Samson y Amaury—. Bueno, estaremos ahí en menos de media hora.

Y desconectó la llamada.

—Era Thomas. Atraparon al tipo que te atacó a ti y a Delilah.

Samson se enderezó, aliviado de tener algo productivo que hacer.

—Tú y yo iremos. Amaury, encuentra sobre ella lo que puedas. Que sea rápido. Carl te ayudará. Ricky, tomaremos tu coche.

Samson se dirigió a la puerta.

—Mm, ¿no deberías vestirte primero? —le preguntó Ricky.

Samson se miró a sí mismo y se dio cuenta que sólo llevaba sus pantalones, sin zapatos, sin camisa.

—Dame un minuto.

Corrió por las escaleras y entró en su dormitorio. Delilah había terminado su ducha y se había vestido con un par de jeans y una simple camiseta blanca. Eso le hacía verse inocente. Dudó cuando la vio. Minutos antes había estado dentro de su cuerpo y no sentía ninguna alegría más grande que ser arrastrado por sus besos, pero ahora estaba consumido por las dudas. ¿Quién era ella? ¿Qué es lo que quería?

—¿Pasa algo? —Su voz sonaba temblorosa.

¿Sospechaba algo? ¿Podía sentir sus dudas?

—Sólo una emergencia de trabajo. Voy a tener que hacerme cargo de algo.

Samson abrió su armario para sacar una camiseta negra. Se vistió rápidamente, mientras ella lo observaba.

—Debería estar de regreso en un par de horas, así que si te da hambre, sabes dónde está la cocina.

Estaba a punto de salir corriendo de la habitación, cuando se dio cuenta de que probablemente encontraría extraño su comportamiento. Él había sido un amante caliente unos minutos antes, que no podía tener suficiente de ella. Si se comportaba con frialdad como ahora, Delilah sospecharía. Era importante mantenerla creyendo que todo estaba bien, que él no la había atrapado en su juego todavía.

Cuando él se le acercó, pensó que había detectado su vacilación, pero no podía estar seguro. Le dio un beso en la mejilla.

—Amaury y Carl probablemente estarán aquí, así que no te sorprendas si los ves abajo.

Buscó una reacción en su cara que le daría de inmediato una respuesta a su abrupta salida inusual, y notó sus labios curvarse ligeramente hacia arriba. No era una sonrisa, era más un reconocimiento de que lo había oído.

—Claro, te veré más tarde.

***

Tan pronto como la puerta se cerró detrás de él, Delilah exhaló bruscamente. Él pareció normal, quizá un poco despistado, pero sonaba como que la emergencia de trabajo que había mencionado, lo estaba preocupando. Se dio cuenta de que ella realmente no lo conocía. Había pasado una noche entera haciendo el amor con él, pero ni siquiera sabía lo que hacía para ganarse la vida, qué tipo de aficiones tenía o la comida que le gustaba.

Esas eran cosas normales que la gente discutía en la primera cita. ¿Habría estado loca para pasarse su primera cita, enteramente entre sus brazos, y no hacerle las preguntas más fundamentales? ¿Había pasado tanto tiempo desde que había estado en una cita, que había olvidado por completo cómo actuar en una? ¿Había tomado ventaja Samson de ese hecho? ¿La había visto tan completamente ingenua y pensó que sólo podría meterla en la cama rápidamente?

Todavía no explicaba el incidente en la ducha. Oh Dios, la ducha. Le había dejado entrar en ella sin usar un condón. ¿Y si no era tan saludable como él había dicho? ¿Qué pasaría si la cosa extraña que había visto en sus ojos, era una enfermedad rara que tenía? ¿Podía infectarla con algo?

Entonces recordó del condón que se había arrancado la noche anterior. Podría haberla infectado ya con Dios sabe qué. Se aferró a su estómago, mientras las náuseas le golpeaban. ¡Oh Dios, no!

Delilah sintió cómo se formaba un nudo en su garganta, cortando su suministro de aire. Su pecho se agitó para compensarla, y su piel se sentía fría y húmeda, de repente.

Se sentía tan estúpida de haberse dejado enredar, con su ternura y pasión. Se había dado cuenta de lo suave que había estado en sus seducciones, como si hubiera practicado suficientemente. Por lo que sabía, lo hacía todas las semanas, y esta semana ella era su víctima. ¿Estaba mal que confiara en él?

***

—Yo digo que lo matemos ahora. No perdamos el tiempo de Samson con él —gritó Milo y miró a Thomas.

Su amante lo miró con disgusto.

—No seas tan hambriento de sangre. Samson dejó en claro que quiere interrogar al hijo de puta él mismo, así que no le estropees la diversión.

Ellos estaban en un almacén grande y con poca luz, ambos vestidos en ropa de cuero negra que hacía juego. El espacio estaba lleno hasta los topes con contenedores, y el olor a humedad recordaba a calcetines usados, moho, polvo y sudor. Era extrañamente tranquilo, excepto por el leve sonido de las gotas de lluvia sobre el techo.

—¿Qué van a hacer conmigo? —al que habían atado a una silla.

—¡Ah!, cállate —respondieron ellos al unísono.

—Oye, ¿quieres ir a divertirte en los clubes después de esto? Todavía es temprano —preguntó Thomas.

Su amante negó con la cabeza.

—Lo siento, no esta noche. Tengo que hacerme cargo de algunos mandados.

—¿Qué es tan importante que no puedes salir conmigo?

—Cosas de Trabajo —respondió Milo con un golpe despectivo de su mano—. Algunos de nosotros trabajamos para otras personas que no son Samson, por lo que no puedo estar contigo toda la noche.

—Eso apesta. ¿Quieres que te consiga un trabajo en Scanguards? Yo podría hacer eso, tú lo sabes.

—De ninguna manera. No quiero tener que escuchar a todo el mundo diciéndome que la única razón por la que conseguí el trabajo, era porque mi novio habló con el gran jefe. Olvídalo. Eso es demasiado humillante.

—Hey, ustedes dos —interrumpió el hombre.

Thomas le dirigió una mirada venenosa—. ¿No ves que estamos ocupados en este momento?

—Si me dejan ir, puedo dejarlos entrar en un par de buenos robos que van a suceder.

—No me interesa. —Thomas no era un negociador y además, no necesitaba dinero.

—¿Nos vemos como si necesitáramos dinero? —Milo saltó sobre el hombre atado y mostró sus colmillos.

Al instante, sacó la cabeza hacia atrás tratando de escapar, pero fue retenido por las cuerdas que lo ataban.

—Y si interrumpes la conversación una vez más, voy a tomar un bocado de ti —susurró Milo a sólo unos centímetros de su cara.

Tan pronto como el hombre retrocedió, tensando sus músculos faciales, Milo volvió a Thomas.

—Sabes que vamos a tener que limpiar su memoria por esto más tarde.

Milo simplemente se encogió de hombros—. Lo que sea.

Thomas puso la mano en la cintura de su amante y lo acercó. Bajó la voz para que sólo Milo le oyera.

—Sabes que no hemos pasado mucho tiempo juntos últimamente. ¿Qué tal si lo hacemos ahora? Samson no estará aquí durante otros diez minutos. Un rapidito le gustaría mucho.

Pero Milo se soltó de su abrazo—. No en este momento. Huele mal por aquí.

—¿Me estás rechazando?

—Vamos, no empieces otra vez. No estoy de humor.

Thomas lo miró, la sospecha creció en sus entrañas—. Si no te conociera mejor, yo diría que estás viendo a alguien más.

—Esas son patrañas, y lo sabes. Me gustaría que dejaras toda esa mierda con los celos.

—Bien. Thomas cruzó los brazos frente a su pecho. Alcanzó a ver al matón mirándolos.

—¿Qué estás mirando?

El hombre se encogió al ver su arrebato violento, pero mantuvo la boca cerrada y miró hacia abajo.

Milo había estado distante en el último mes, y Thomas calculaba que su relación estaba llegando a su fin. Mientras exteriormente, seguía siendo el más tímido de los dos, especialmente alrededor de Samson y la pandilla, Milo se había convertido en más que una pareja dominante, un papel que Thomas había tomado tradicionalmente siempre.

Todavía tenían relaciones sexuales y muchas, pero las cosas no eran lo bastante apasionadas como lo habían sido al principio de su relación. Thomas quería prolongar las cosas, pero sabía por instinto, que con el tiempo su relación se diluiría. Pensamientos persistentes salieron a la superficie otra vez. Los secretos de Milo sobre lo que hacía cuando no estaban juntos, le molestaba. Sabía que sus celos estaban probablemente fuera de lugar, sin embargo, no los podía frenar.

Thomas había sido siempre del tipo celoso. Tras convertirse en un vampiro, no había cambiado eso. Se había dado cuenta de su rasgo, más de cien años atrás. Convertirse en un vampiro no cambió su carácter, sólo lo amplificó. Un hombre malo sería un vampiro malo, y un buen hombre sería un buen vampiro. Era tan simple como eso.

Él no se arrepintió de la elección que había hecho, cuando había tenido que enfrentarse a lo largo de un siglo atrás, para que finalmente se le permitiera vivir en una época, donde no tuviera que ocultar su sexualidad, y estaba agradecido por eso. En el tiempo en el que había crecido, los hombres que se descubrieran con homosexualidad, eran azotados o incluso asesinados. No es que él no disfrutara un buen azote de vez en cuando, siempre que fuera seguido por una cogida aún mejor, pero eso era harina de otro costal. La vida era mejor en el siglo XXI.

Miró a su amante por un lado. Los rasgos de Milo parecían delicados a pesar de que siendo un vampiro, era casi indestructible. No había ningún gramo de grasa en su cuerpo, y a pesar de su pequeño tamaño, era fuerte. E increíblemente sexy. Echando un vistazo a su culo firme, los pantalones de cuero de Thomas eran ajustados. Cada vez que miraba a Milo, se ponía caliente.

—Vamos a echar un vistazo a ese idiota —tronó la voz de Samson por el almacén.

Su sobretodo volaba y Ricky a su lado, Samson se acercó y se dirigió directamente al cautivo, plantándose directamente en frente de él. El amo había llegado, viéndose cada pulgada de él, como el oscuro ángel vengador en el que podría convertirse cuando era provocado.

***

Samson planeó intimidar al criminal. Reduciría el tiempo que tomaría en conseguir toda la información pertinente de él. Rara vez utilizaba la tortura y encontraba que la sugerencia de dolor, a menudo funcionaba mejor que el propio dolor.

—¿Me reconoces? —preguntó en una baja, pero peligrosa voz, cuando se paró en frente del hombre atado.

Asintiendo con la cabeza silenciosamente, fue la respuesta—. Bien. ¿Cuál es tu nombre?

—Billy.

—Bueno, Billy. Ahora que conocemos tu nombre, vamos a tener una charla. No tomo a la ligera el ser atacado, pero, tú sabes, eso viene con el territorio, y eso es algo que puedo perdonar. Yo puedo defenderme. ¿Pero sabes lo que realmente me molesta?

Samson lo miró, retando a Billy a contestar. El hombre fue lo suficientemente inteligente como para no abrir la boca a la pregunta retórica.

—Cuando mi mujer es atacada, no tengo misericordia. ¿Entiendes?

Se inclinó a Billy, su voz casi era un gruñido. Ojos asustados lo miraron. El cuerpo de Billy empezó a temblar.

—Tú me has puesto en una situación difícil, Billy. Un hombre tiene que proteger a aquellos a quienes ama sin importar nada. Entonces, ¿qué voy a hacer contigo?

Inclinando la cabeza mostró sus colmillos. Samson no había mordido a nadie en años, pero sus colmillos estaban, sin embargo, en óptimas condiciones. Hilo dental y pasta de dientes eran lo mejor para la higiene dental de un vampiro.

—Yo no quería hacerlo —Billy gritó.

Esto era demasiado fácil. El hombre claramente no era el criminal profesional que Samson creía que fuese.

—Pero lo hiciste. Y ahora nos vas a explicar a mí y a mis amigos por qué estabas detrás de mi mujer. Este es un pueblo pequeño, pero ser atacado por la misma persona dos veces, no es una coincidencia. Los dos sabemos eso.

Dejó que otro gruñido saliera a través de su mandíbula apretada y movió la cabeza cerca de Billy. Podía oler el aroma del miedo en él, un hedor que aborrecía.

—Me pagaron para hacerlo.

Samson se enderezó—. ¿Quién?

Por una fracción de segundo se preguntó si Delilah había organizado todo esto ella misma. Podría haber sido una estrategia para ganar su confianza, para meterse en su casa y en su corazón. Tendría sentido. Le habría dado un pretexto para tener acceso a él, despertar su instinto como protector y luego seducirlo a fondo. Dios, lo había seducido con todos los derechos, con todo lo que tenía: su voz, su cuerpo, su tacto, sus besos… su risa. Tenía que saber la verdad, por mucho que le doliera oír la respuesta.

—¿Quién te pagó?

—Mi cuñado. Él la quería fuera de su camino —escupió Billy repentinamente.

El alivio inundó a través de Samson. No había sido ella, gracias a Dios.

—¿Cuál es su nombre?

—John.

Billy comenzó a temblar.

—Necesito un poco más que eso, si no te importa.

—John Reardon.

El nombre le sonaba familiar, pero Samson no podía ubicarlo.

—¿Y dónde vive, este John Reardon?

Billy le dio una dirección en el distrito Sunset.

—¿Por qué la quieren fuera del camino? —continuó Samson con su interrogatorio.

Se dio cuenta de un aumento repentino en las pupilas de Billy.

—Yo n-n-no sé.

¿De dónde venía este tartamudeo repentino? Al mismo tiempo se observó un temblor en las piernas del hombre que viajaba hasta su torso.

Samson buscó sus ojos—. Estás mintiendo.

Billy temblaba como una hoja, a continuación, sus ojos comenzaron a desviarse.

—¡Alto! —gritó Billy—. ¡Haz que se detenga!

Apretó los puños, mientras trataba de subirlos, pero se detuvieron con las correas—. ¡No! —gritó de nuevo. Un segundo después, su cabeza cayó hacia adelante. Se había desmayado.

Samson se dio la vuelta hacia sus amigos.

—¿Alguno de ustedes hizo eso?

Él estaría enojado si alguien había utilizado el control de la mente para asustar a Billy, antes de que pudiera obtener toda la información necesaria de él.

Milo y Thomas ambos alzaron sus manos en la confusión, mientras que Ricky negó con la cabeza.

—Busquen en los alrededores para asegurarse de que no haya un vampiro aquí y que esté interfiriendo.

Samson miró de nuevo a Thomas y Milo.

—Luego vayan a Sunset y recojan a este tal John Reardon. Este se queda aquí hasta que tengamos a su cuñado. Asegúrense de que él se quede aquí, no he decidido aún qué hacer con él. Llámenme cuando tengan a su cuñado: quiero hablar con él personalmente.

—Me voy de aquí. Tengo cosas que hacer —protestó Milo.

Samson levantó una ceja, pero lo dejó ir. Milo no trabajaba para él.

—Ricky, te vas con Thomas. Yo llevaré tu coche de regreso a la casa.

Ricky tiró las llaves en la dirección de Samson, y él las tomó, sin siquiera mirar. Tan pronto como estaba en el coche de Ricky, encendió el motor, vio salir del edificio a Milo. Con su teléfono celular pegado a la oreja, se dirigía a su motocicleta.