La stripper no era tan sexy como Delilah, pero con ella tendría que bastar. Samson no había tenido sexo en meses, y no iba a esperar un minuto más. Oyó a sus amigos riéndose en la cocina. ¿Había ya empezado el espectáculo sin él?
Caminó a través de la puerta de la cocina y vio a Amaury lamer líquido rojo de los senos de la mujer. Sangre. Su uniforme de enfermera estaba abierto por el frente. Eran como niños pequeños, jugando con su comida. Los vampiros por lo general no se alimentan de otros vampiros, pero eso no significaba que no les gustase aparentar. Su amigo obviamente le había un poco de los suministros de sangre de Samson a la mujer y ahora estaba disfrutando lamerlo de ella.
—Deja de monopolizarla, que ahora es mi turno —se quejó Ricky y empujó Amaury hacia un lado. Amaury sonrió diabólicamente, pero hizo un espacio para Ricky, concentrándose en sólo uno de sus pechos en lugar de los dos.
—¿Compartimos? —preguntó Amaury y su sugerencia fue aceptada.
Con un gruñido, Ricky deslizó la lengua sobre el pecho de la stripper que su amigo acababa de abandonar. Lamió las gotas restantes de la sangre, antes de cerrar los labios sobre el pezón. La mujer echó la cabeza hacia atrás y mientras los dos hombres la chupaban, gimió en voz alta:
—Sí, cariño.
No es que los dos chicos necesitaran el estímulo de la stripper.
Milo y Thomas observaban con poco interés.
—La última vez que lo comprobé, fue en mi cumpleaños —interrumpió Samson.
Tanto Ricky como Amaury dejaron los pechos de la stripper. Todos los ojos estaban puestos en Samson.
—¿Y? —preguntó Ricky.
—¿Qué?
—Bueno, ¿todo vuelve a funcionar?
Ricky hizo hincapié en su pregunta con un movimiento inconfundible en sus caderas.
—Supongo que tendré que hacer una prueba —dijo Samson señalando a la stripper.
—Aquí, cariño, lame un poco —ofreció ella y se volvió hacia Samson.
Él negó con la cabeza—. Arriba, para una función privada.
Para su primer acto sexual después de nueve meses de abstinencia él preferiría un poco de privacidad. No le importaba normalmente que sus amigos lo vieran cogerla.
Samson miró a los chicos con severidad—. Ustedes se me quedan aquí y déjenme alguna de mis bebidas buenas, ¡por amor de Dios! Tengo una celebración.
Samson siguió a la stripper por las escaleras. Ni siquiera preguntó su nombre. No importaba. Todo lo que necesitaba era un cuerpo dispuesto en el cual sumergirse. Demonios, había extrañado el sexo. Por fin, podría satisfacer su deseo carnal y ser normal otra vez. Este fue el mejor regalo de cumpleaños que podía imaginar. Tal vez los cumpleaños no necesitaban ser deprimentes, después de todo. Esto podría ser muy divertido.
Maldita sea, la mujer humana lo había encendido. Ella podía resucitar a los muertos y así lo había hecho. Para todos los intentos y propósitos, su pene había estado muerto en los últimos nueve meses. Se había convertido en un cascarrabias total y absoluto, siempre irritado, siempre tenso. Ya no más. Después de esta noche, las cosas volverían a la normalidad. El sexo no podría controlar sus estados de ánimo nunca más. Se volvería a convertir en una parte normal en su vida.
La stripper era un vampiro, lo que significaba que no había necesidad de ser amable con ella. No tendría que contenerse. Mejor aún, dado a que estaba extremadamente deseoso. Cuando cerró la puerta del dormitorio, ella se volvió hacia él y comenzó su seductor strip-tease. Nada que no hubiese visto antes. Sus amigos lo habían arrastrado a clubes de nudistas con la suficiente frecuencia, y muy poco podría realmente sorprenderlo. En sus más de 200 años como vampiro, ya lo había visto todo.
Pieza por pieza se quitó su uniforme de enfermera. Primero la blusa cayó al suelo, luego la falda corta. Con movimientos elegantes soltó sus medias de las ligas y las enrolló hacia abajo, una por una.
Se llevó las manos a sus pechos, apretándolos para enfatizar su tamaño. Melones. A Samson realmente no le gustaban las mujeres con grandes pechos. Prefería un lindo trasero en su lugar, pero esta noche no le importaba. Uno por uno desnudó sus grandes atributos con tamaños de melones, fuera de las pequeñas medias copas de su sostén diminuto. El las noto colgar, sin el soporte.
Le abrió las piernas para darle una buena vista de su concha, a través de su bikini con abertura. Afeitada. No era del todo su gusto, pero serviría. Él le dijo que girara para darle un vistazo a su trasero. Su tanga de hilo no escondía nada.
Lentamente, se sacó los hilos que parecían una excusa de bragas y, finalmente, estaba de pie desnuda frente a él.
Ella no le interesaba, más que como una mujer que le proveería del desahogo que tanto necesitaba. Quería acabar de una vez.
Samson echó un vistazo a su cama de cuatro pilares, una antigüedad que había adquirido en la época en que se consideraba mobiliario contemporáneo. No, no iba a hacérselo en su cama. Hacerlo sobre el sofá reclinable bastaría. La voltearía, para tomarla por atrás y follarla hasta el cansancio. Por lo menos no tendría que mirar su cara y pretender que era otra persona.
Un bello rostro brilló en su mente. Delilah. Podía pretender que era Delilah.
Bien, ese era el plan.
El plan perfecto.
La stripper no se opondría. Después de todo, era por lo que se le estaba pagando. Haría lo que él quisiera.
Excelente.
Sólo había un problema con su brillante plan.
Su pene se había vuelto completamente flácido.
Muerto.
¡Malditamente muerto!
Ni una sola célula de sangre corriendo por él para despertarlo, ni una.
Arrugado como una ciruela pasa.
¿Qué demonios estaba pasando? Había estado funcionando muy bien unos minutos antes, y ahora, con una mujer desnuda a la espera de ser cogida, ¡no podía hacer que se levantase!
Ni una pulgada, ni siquiera la mitad de una pulgada.
No hay movimiento alguno.
—¿Qué estás esperando, muchachote? —se burló de él, mirándolo con sus pestañas llenas de rímel.
Samson la fulminó con la mirada. ¿Estaba ella burlándose de él?
Dio dos pasos hacia él y puso su mano sobre la cremallera de sus pantalones.
—¡Oh! —Ella dejó escapar un suspiro de decepción.
Con la velocidad del rayo, le agarró la muñeca y apartó su mano. La apartó de él con su próximo aliento.
—¡Demonios!
***
Los muchachos de abajo brindaron entre ellos cuando escucharon la voz de Samson proveniente del piso de arriba.
En las viejas casas victorianas, las voces hacían mucho eco.
—Ahora, eso ha sido un gran orgasmo o… —comenzó a decir Ricky.
—¡Maldita sea! —dijo Samson desde arriba.
Una selección de palabrotas le siguieron. Los chicos se miraron entre sí.
—¿O ninguno en absoluto? —reflexionó Amaury.
Levantaron la cabeza hacia el techo para escuchar más, cuando oyeron fuertes pisadas en las escaleras.
—Ninguno en absoluto —confirmó Thomas.
—¡Caramba! —dijo Milo—. ¡Pobre cabrón!
Samson ya había irrumpido en la cocina y escuchó el comentario de Milo. Estaba furioso y dispuesto a matar a alguien. Thomas de modo protector se paró delante de Milo.
—¡Mierda! —Con el poder de una bola demoledora, Samson dio un puñetazo en el mostrador, quebrando el tope de granito. Se dividió en varios pedazos.
Sus ojos brillaban de color rojo, y sus colmillos se extendieron. Apenas pudo controlar su ira.
—Amaury, tráele algo de sangre, ahora —ordenó Ricky con calma, aunque no le quitaba los ojos de encima a Samson.
—Ya estoy en eso. —Amaury entregó a Samson un vaso con el tibio líquido rojo.
—Aquí tienes, Samson, toma un trago. Lo necesitas.
Samson le arrebató la copa de la mano a Amaury y se lo bebió de una sola vez. Luego miró a Ricky.
—Mejor le aclaras a esa stripper que si susurra una palabra de esto a alguien, le voy a partir el cuello en dos. ¿Queda entendido?
La mirada salvaje en sus ojos, confirmaron que lo decía en serio.
Ricky asintió con la cabeza—. Será mejor que nos vayamos. ¡Muchachos! —Les hizo una seña para que salieran de la cocina.
***
Samson podía escucharlos en el pasillo, mientras la stripper bajaba las escaleras.
Thomas murmuro suficientemente alto como para que los sensibles oídos de Samson lo escucharan—: Pero él tenía una erección cuando la mujer estaba aquí. Yo lo vi. De hecho, era difícil pasarlo por alto.
—Supongo que hubiera funcionado con ella, lastimosamente es una mortal —susurró Amaury.
Luego su tono cambió—. Cariño, ya que te hemos contratado durante toda la noche, ¿qué tal si vienes conmigo? Tengo algo que podrías apretar entre tus grandes tetas…
La stripper sonrió.
Segundos después ya no estaban. El lugar estaba nuevamente tranquilo. Demasiado tranquilo. Amaury estaba en lo cierto. Habría funcionado con ella. Samson también lo sabía. Así que ¿por qué no pudo hacer que se le levantara con la stripper? Ella tenía un buen cuerpo, estaba dispuesta.
Pero ella no era Delilah. No tenía su aroma o su belleza. Maldita sea, sus labios habían sido tan deliciosos, y esa tímida lengua que finalmente había hecho que le respondiera. Cielos. Qué beso, y ese flexible cuerpo pequeño con las curvas adecuadas. Él sabía que había sido recíproco. Había sentido su excitación. Y luego, cuando bajó las escaleras llevándole ropa seca, sus ojos lo habían examinado por cada centímetro de su cuerpo, y a ella le gustaba lo que había visto. De hecho, ella había humedecido sus labios a pesar de que él estaba seguro que no lo había hecho con intención. En sus ojos había visto el calor.
Diablos, la deseaba. Él tenía que poseerla, no importando qué.
Samson marcó un número. La llamada fue contestada de inmediato.
—Oficina del Dr. Drake. ¿En qué puedo ayudarle? —La muñeca Barbie ronroneó como un gatito.
—Habla Samson Woodford. Tengo que ver al Dr. Drake.
—No tenemos espacio esta noche. ¿Qué tal mañana a la 1:00 a.m.? —ofreció ella, con una voz más calmada.
Él nunca le había mostrado ningún interés, las veces que había visitado el consultorio, y ella finalmente se había dado por vencida; había dejado de gastar sus encantos en él. Igualmente Samson no podía soportarla, ni a su sonrisa melosa.
—Creo que puede hacer algo mejor. Teniendo en cuenta la exorbitante cuota que las consultas me cuestan, no me importa a quién tenga que cancelar. —Esto era una verdadera emergencia.
—Permítame un momento —Se oyó un chasquido en la línea y un breve silencio antes de que respondiera nuevamente—: Él puede verlo en media hora.
—Ya me parecía.
Samson colgó, cogió su abrigo del perchero y se dirigió a la puerta. Podía ir caminando a Pacific Heights. El aire de la noche aclararía su cabeza. Seguramente lo necesitaba.
Él acechó a través de la noche, con su cuello levantado y con las manos enterradas en los bolsillos del abrigo. La lluvia había parado. Las calles aún estaban transitadas por humanos. Él los ignoraba. Después de la medianoche por lo general las calles se volvían más desérticas y más vampiros estaban fuera. Pero aún era demasiado pronto para eso.
Samson no entendía por qué esta mujer humana lo había afectado de esa manera. Es cierto que tenía un buen cuerpo y era bonita, pero él ya estaba acostumbrado a las mujeres hermosas. Como uno de los solteros más codiciados de la ciudad, siempre escogió de la crema y nata de la sociedad.
Él había tenido citas con muchas mujeres hermosas. Tal vez, «citas» no era la palabra adecuada. Había tenido sexo con muchas mujeres hermosas cuando le daba la gana. Siempre había un suministro de mujeres deseosas, todas ellas vampiros, por supuesto, para satisfacer sus deseos carnales con la esperanza de que tal vez elegiría a una de ellas como su compañera.
Pero cuando él escogió una, todos sus problemas comenzaron.
Samson siempre apoyó a algunas de las organizaciones benéficas locales y asistía a dos o tres bailes de caridad al año. En uno de esos bailes él había visto a una mujer nueva en la ciudad. Había escuchado mencionar su nombre antes, pero aún no la había visto o sido presentado a ella. En el momento en el que vio a la alta pelirroja entre la multitud, cayó preso de la lujuria.
Había rumores de que Ilona Hampstead había venido de un antiguo linaje en Chicago y estaba muy bien conectada en el mundo de los vampiros. Ella era por excelencia, de la alta sociedad y había decidido hacer de San Francisco su hogar.
Ella jugó a hacerse la difícil, y los instintos de cazador de Samson se apoderaron de él inmediatamente. Le tomó más de un mes llevarla a la cama. Durante ese tiempo, él continuó haciéndolo con cada mujer vampiro disponible, para superar su frustración. Pero finalmente obtuvo su trofeo y no era tímido al mostrarla en cada evento social. Ella podía ser vista de su brazo cada vez que él salía a algún lugar.
Las páginas de sociedad se llenaban con fotografías, mostrándolos de evento tras evento. Contrariamente a la creencia común, los vampiros sí aparecían en las imágenes. De hecho, muchos eran bastante fotogénicos.
A pesar de su necesidad de privacidad, Samson disfrutaba de la atención y admiración de sus compañeros vampiros por haber atrapado a una belleza como ella. Mientras que ella era lo que él llamaría una mujer de alto mantenimiento, tenía sus encantos. Ella esperaba exclusividad y él no se oponía.
Durante los siguientes meses se enamoró de ella, y de alguna manera se convirtió en parte de su vida. Él había estado solo durante demasiado tiempo, y la idea de tener compañía constante en la que podría confiar, le gustaba. Todos sus amigos le afirmaban lo bien que se veían juntos, todos, excepto Amaury que mantuvo sus sentimientos para sí mismo.
Su vida sexual era excelente, tenían el mismo círculo de amigos, la misma posición en la sociedad. Eran la pareja perfecta.
Era sólo cuestión de tiempo hasta que los rumores de una inminente unión, empezaran a circular, y la idea de formar un vínculo permanente entre ellos, lo excitaba. Algo faltaba en su vida, y ella podría llenar ese vacío, por lo que había tomado una decisión.
Samson apartó los pensamientos de aquella fatídica noche cuando su mundo se había derrumbado de golpe. El pasado no tenía lugar en su nueva vida. Sólo el presente.
Se preguntó si el hecho de que Delilah era un ser humano, tenía algo que ver con la forma en que reaccionó a ella. Mientras que ciertamente había tenido relaciones sexuales con mujeres humanas, en aquellos días, cuando era un poco más salvaje e indomable, nada de eso le había interesado realmente, tanto así, que dejó de tener sexo con seres humanos.
El sexo con los humanos siempre le presentó más peligros que ganancia. Amaury no compartía su opinión sobre este tema. Pero Samson sentía que siempre tenía que contenerse, y nunca había sido capaz de dar rienda suelta a su verdadero poder y fuerza sobre ellas, sin que las lastimara. Al final, lo había sentido más como una carga, para continuar haciéndolo. Era más fácil hacerlo con las mujeres vampiro, cuando se trata de sexo. Ellas podían aguantar la fuerza y la ferocidad de sus parejas sexuales y no se lastimaban con facilidad.
Samson sabía que era una locura seguir a la mujer humana, pero estaba desesperado. Necesitaba el sexo, y lo necesitaba pronto, de lo contrario se convertiría en una bestia peligrosa cuyos estados de ánimo no podrían ser controlados. Se convertiría en una amenaza no sólo para sí mismo, sino también para los que le rodeaban. Había trabajado muy duro en los últimos dos siglos, para que todos sus logros se fueran a la basura por una frustración sexual.
Menos de media hora después de que él salió de su casa, llegó a la oficina de su psiquiatra y entró con apuro. El tiempo era esencial. Nunca había sentido este tipo de urgencia antes.
—Gracias por recibirme en tan poco tiempo.
El Dr. Drake levantó una ceja:
—¿Qué es tan importante que no podía esperar hasta mañana?
—Algo sucedió —le respondió Samson.
Él lo miró y los ojos del psiquiatra parpadearon.
—Oh. Dime quién es ella y lo que hizo.
***
—De eso se trata —dijo Samson, dejándose caer en el ataúd y extendiendo su cuerpo sobre el suave cojín—. No tengo idea.
Su médico le miró con incredulidad. Samson, en ninguna de sus sesiones había usado el ataúd. Siempre insistió en sentarse en la silla, o se paseaba impaciente por la habitación.
Mientras Samson recordaba el incidente con Delilah, segundo a segundo, Drake escuchaba con atención, teniendo en cuenta cada palabra. Al mismo tiempo observaba la conducta, respiración y los movimientos de su paciente.
—¿Qué significa? —preguntó Samson con impaciencia.
—Interesante. ¿Y dices que con la stripper te quedaste frío después de que la otra mujer te había excitado?
—Como dije. Fue como si hubiera entrado en un congelador.
—Interesante —volvió a decir Drake, y juntó los dedos delante de la cara con los codos apoyados en los brazos del sillón.
—En nuestra sesión de la semana pasada, mencionó que algo faltaba. ¿Puede explicarme eso?
—¿Ahora? —le preguntó Samson con una mirada exasperada.
—Creo que es importante en relación con este acontecimiento —le contestó el médico.
—Está bien —resopló Samson—. Yo sólo… no puedo realmente explicarlo. Había un vacío, no importando lo que hiciera, lo mucho que hubiese logrado. Siempre sentí como si no estaba completo, como si una parte importante de mí estaba perdida.
—¿En qué sentido? —preguntó el psiquiatra intrigado.
—Emocionalmente —suspiró Samson—. Había un anhelo por algo que finalmente me completaría. Yo creí que esa unión habría llenado ese vacío. Tenía que ser eso.
—¿La unión con Ilona? Yo lo dudo.
—¿Qué le hace decir eso doctor?
—Una unión de sangre no es más que la culminación formal de lo que ya existe —explicó Drake a su paciente—. El vínculo ya está ahí. El ritual solo lo formaliza. No puede completarte si todavía no has encontrado este complemento en tu pareja.
—No lo entiendo. El ritual crea el vínculo. Eso es lo que me han enseñado.
Drake negó con la cabeza—. Un error común entre nuestra especie.
—No sentía el vínculo con Ilona, no como usted lo describe. Pensé que sería evidente más tarde, después del ritual.
—Confía en mí, no eres el único que lo cree. Si no sentiste la conexión con ella antes, entonces no estaban destinados a unirse. No es algo que se puede forzar. En cualquier caso, ahora entiendo mejor por qué reaccionó de la manera que lo hizo cuando las cosas se vinieron abajo. Ahora todo tiene sentido.
Drake se levantó y caminó hacia el ataúd.
—¿Cómodo?
***
Samson sacudió su cabeza, y de repente se dio cuenta en dónde estaba. Al instante se levantó, poniendo distancia entre él y el ataúd.
—¿Qué mier…?
Estaba perdiendo la cabeza, sin duda que la estaba perdiendo. No sólo no entendía la confusa explicación de Drake, sino que, nada en su vida tenía sentido en ese momento.
—Ajá.
—¿Qué? Maldita sea, ¿qué? —Samson necesitaba una respuesta. ¿Para qué estaba pagándole al curandero?
—Creo que sé qué pudo haberte sucedido. Al verte enfrentado a un ser humano vulnerable, te permitiste ser nuevamente vulnerable y quitaste tu muro de protección. Y tan pronto como estuviste con la mujer vampiro, la pared se volvió a subir y tu pene se volvió a bajar.
—Gracias por la ilustración tan colorida. ¿Supongo que me estás cobrando por esta idea? —Como si necesitara una imagen mental de su pene flácido.
—Mm, un mortal. Quiero decir, tal vez podría funcionar. Es muy posible. Muchos de los nuestros, tienen relaciones sexuales con seres humanos. Por supuesto, sería peligroso para ella, pero si tuviera cuidado… Bueno, sí, podría funcionar.
Samson le miró atónito. ¿Sobre qué estaba hablando el curandero? ¿Estaba hablándose a sí mismo?
—¡Maldita sea, doctor! ¿Qué diablos hago ahora?
—Escucha, y haz por una vez lo que te sugiero. Sólo una vez. Encuentra a esa mujer y ten sexo con ella. Sácalo de tu sistema. Te prometo que una vez que la hayas tenido, tu cuerpo recordará como era y volverás a la normalidad. Confía en lo que te digo.
—Pero ella es una mortal. ¿No lo entiende? —El buen doctor no podía haber olvidado este pequeño detalle tan fácilmente.
—Comprendo perfectamente las implicaciones, créeme. Entiendo el peligro que ella correrá.
—No estoy tan seguro que lo entienda. Si pierdo el control, en serio podría mutilarla seriamente, posiblemente hasta matarla. En el calor de la pasión, la cautela es mi menor preocupación. No se sabe lo que haré. ¿Morderla? ¿Chuparle toda la sangre? ¿Matarla? La sola idea era repugnante. Samson continuó:
—Después de tan larga abstinencia, ¿cómo puedo estar seguro de que puedo controlar mi cuerpo?
—¿Qué es ella para ti? Nada, sólo un mortal, un ser humano. Toma lo que necesitas de ella, y sigue adelante con tu vida. Es necesario que tengas sexo con ella tan pronto como sea posible, de lo contrario, esta oportunidad podría escaparse. ¿No ves? Es como si fuera enviada a ayudarte. Hazlo, y deja de preocuparte por las consecuencias. Quién sabe, incluso ella podría disfrutarlo, teniendo en cuenta tu reputación…
Drake tuvo la audacia de reírse.
Samson asintió con la cabeza. Tal vez podría hacerlo. Sabía lo que era capaz de hacer en la cama. Siempre había mantenido su reputación. Sería cuidadoso, trataría de ser amable para que ella pudiera disfrutarlo. Tendría que asegurarse de eso. Era lo menos que podía hacer, darle una noche de placer por excelencia, un bonito recuerdo. Y si su médico pensó que era así de sencillo, tal vez lo era. Por una vez estaba de acuerdo con su psiquiatra. Maldita sea, él solo quería tenerla sin remordimientos, y ahora tenía el permiso de su médico para hacerlo.
***
Delilah se hundió en la tina con agua tibia y deseó haber comprado baño. Estaba de humor para un largo y caluroso baño y las burbujas habrían sido perfectas. Le dolía el cuerpo de la tensión. Trató de no pensar en el matón que la había agarrado, y trató de concentrarse en su salvador.
No había sido capaz de disfrutar de sus besos ya que, estaba más preocupada en su lucha con él. Demasiado tarde. Ya lo había arruinado. Con su suerte, él encontraría una participante más dispuesta en la stripper, que había sido obviamente, contratada para tal fin. Los hombres pueden ser como cerdos.
Si ella no hubiese sido tan mojigata, tal vez él habría enviado a sus amigos y a la stripper de viaje… ¡Ah!, ¿qué estaba pensando?
Soñadora. Romántica empedernida.
Hombres magníficos como él, no caían con pequeñas y aburridas auditoras como ella. Y además, estaba demasiado hambrienta por un poco de cariño. Bueno, tal vez mucho. Probablemente no había salido mucho últimamente, bueno, tal vez ni siquiera un poco. Dios, ¿a quién quería engañar? No había estado con un hombre hacía más de un año e incluso antes que eso, apenas y había salido.
¿Por qué un hombre como él estaría interesado en ella? Probablemente tenía todo tipo de mujeres desmayándose por él. Tenía el aspecto de un soltero perfecto. Sí, ya se había percatado de que no llevaba anillo de casado. Y era obvio que así era. Viviendo en una vieja casa victoriana en Nob Hill con un chofer privado y limusina, sólo olía a dinero, dinero viejo. Incluso no siendo de San Francisco, ella sabía que Nob Hill era un área muy cara.
Se había dado cuenta de la elegancia de la casa con su rico mobiliario, las pinturas antiguas en las paredes, la cara cristalería en la que había servido el brandy. El cuarto de baño en el que se había cambiado de ropa, había mostrado el mismo estilo elegante. Parecía que había comprado ya sea la casa en excelentes condiciones o restaurado cuidadosamente cada detalle de la época de la misma.
Pero el dinero ni siquiera figuraba en su atracción por él. El hombre expulsaba atractivo sexual de cada poro de su cuerpo. Y a ella le encantaría lamerle cada gota.
¡Genial!
Ahora no sería capaz de dormir toda la noche. Estaría pensando en el Príncipe Azul. Príncipe azul que la había besado, porque pensaba que ella era una stripper. ¿Se habría atrevido a hacerlo, incluso si hubiera sabido que era una simple auditora?
El trabajo. Se había olvidado por completo de él. Quería mirar los archivos que había enviado a su servidor virtual, sin que John se diera cuenta. A regañadientes, Delilah salió de la bañera y se secó. Unas pocas horas de trabajo en la computadora probablemente la cansarían después de todo, para que ella pudiera dormir un poco antes de que regresara a la oficina por la mañana.
Mientras su computadora portátil arrancaba, se asomó al refrigerador. A excepción de las sobras de la cena de anoche, estaba vacío. Metió la caja en el microondas durante un par de minutos.
Delilah se conectó a su servidor virtual y descargó los archivos. Largas filas y columnas de las transacciones, quedaron a su vista. Esto podría tomar un tiempo. Comió de la pasta sobrante, directamente desde el envase.
Tres horas más tarde, ella estaba molida. Sus ojos le dolían e incluso frotándolos cada dos minutos, no los hacía permanecer abiertos por más tiempo. Es hora de acostarse.
Pero su merecido descanso no vendría.
Se tiró a la cama.
Se dio la vuelta.
Se acostó de un lado, boca arriba, boca abajo.
No servía de nada. El sueño no estaba destinado a venir. Un sonido la asustó. No podía ver nada en la oscuridad. Pero sentía un gran peso sobre su cuerpo, presionándola sobre el colchón. Unas manos la tocaban. Unos labios la besaban. Una lengua caliente le lamía el cuello. No era desagradable, pero era desconocido.
Un cuerpo manteniéndola abajo, muslos fuertes encerrándola. Una mano apartando su pelo del cuello. Una boca besando su cuello. Hasta que de pronto…
¡No!
Dientes afilados como hoja de afeitar, se aferraban a su cuello y le perforaban la piel. Líquido tibio le corría por el cuello. Pero la sensación no era dolorosa. ¡Era agradable…!
A continuación, un fuerte sonido repetitivo.
¡Bip! ¡Bip! ¡Bip! La alarma. La despertó bruscamente. Ella se levantó. Era de día. Se llevó la mano a su cuello, donde ella había sentido la mordida, pero su piel era suave, perfecta como siempre. Ninguna herida. No había sangre. Sólo otro mal sueño.
Por lo menos había dormido, aunque no mucho. Probablemente sólo tres o cuatro horas en total.
Una mirada al reloj le dijo que ella tenía que llegar a la oficina, y pronto. Finalmente, había encontrado varias operaciones en los archivos que había revisado toda la noche, que no tenían sentido. Quería confirmar su hipótesis accediendo a la documentación original en papel. Tenía el presentimiento de que estaba en lo cierto.
Después de una ducha apresurada, Delilah se vistió rápidamente y echó un vistazo a la ropa con la que había regresado, la de Samson. Por lo menos tendría una razón para volver a verlo. Bueno, era una excusa. Podía llevarle la ropa. Tal vez él la invitaría a entrar. Intentaría ir por la noche después del trabajo, esperando que estuviese en su casa. Solo, en su casa.
Un vistazo por la ventana le hizo saber que todavía estaba lloviznando. Sería mejor llevar su paraguas al trabajo hoy. Mientras buscaba en el armario del pasillo, escuchó un golpe en la puerta.
—¿Quién es? —preguntó.
—Gregory, del piso de abajo. Tengo una entrega para usted.
A ella le gustaba el hecho de que hubiese un servicio de conserjería en el edificio. Le hacía sentirse más segura, especialmente después del ataque de la noche anterior.
Delilah abrió la puerta y ni siquiera podía ver la cara de Gregory detrás de las dos docenas de rosas de color rojo que llevaba.
—Buenos días, señorita Sheridan.
El fuerte olor casi la abrumaba. Eran hermosas y tan rojas como la sangre.
—¡Guao! ¿Está usted seguro de que son para mí?
Sabía que nadie la conocía. Además, no era su cumpleaños o San Valentín o algún día especial por el estilo.
—Sí, el señor que les trajo me dio su nombre. Y esto.
Le entregó un perchero con ropa envuelta en plástico. Su ropa.
Samson. ¿Cómo había conseguido limpiar y secar la ropa tan rápido? ¿Samson estaba abajo? Su corazón se agitó con entusiasmo y sus manos le sudaron.
—Creo que hay una tarjeta con las flores. —Gregory dejó el jarrón con las flores en la mesita de noche en el vestíbulo, antes de irse.
—Gracias.
Después de haber cerrado la puerta y colgado su ropa en el armario, buscó la tarjeta. ¿Por qué él iba enviarle dos docenas de rosas rojas?
La tarjeta estaba escrita a mano, en bonitas letras antiguas.
Mis más sinceras disculpas por lo de anoche.
¿Me harías el honor de ir conmigo al teatro esta noche?
¿Puedo recogerte a las 7:00?
SAMSON WOODFORD.
P.D. Mi asistente Oliver, está esperando abajo por su respuesta.
Las mariposas en su estómago empezaron a bailar. Tuvo que sentarse. Le estaba pidiendo salir.
En una cita.
¡Una cita!
¿Qué debería hacer primero? ¿Ir abajo y hablar con su asistente, o terminar de alistarse para el trabajo? Oh Dios, estaba nerviosa. Las mariposas en su estómago estaban revoloteando. Lo harían durante todo el día, estaba segura de eso.
Un joven estaba esperando pacientemente en el vestíbulo del edificio.
—¿Señorita Sheridan?
—¿Es usted el asistente del Señor Woodford? ¿Oliver? —Estaba vestido con un traje formal oscuro de negocios, así como el conductor de Samson de la noche anterior.
—Sí, señora. Me ha pedido que espere por su respuesta.
Su corazón se agitó—. Por favor dígale al Señor Woodford que estaría encantada de acompañarlo esta noche.
—Él estará feliz de escuchar eso.
Ella asintió con la cabeza y se fue a las puertas dobles para irse camino al trabajo.
—Ah, ¿señorita Sheridan?
Se volvió curiosa por ver qué más quería.
—¿Sí?
—El Sr. Woodford también me ha pedido, que le ofrezca llevarla a donde necesite ir.
—Ah, eso no es necesario. Sólo voy a trabajar. No está tan lejos. Gracias.
—Por favor, permítame. La limusina está afuera.
Galantemente abrió la puerta para ella y la llevó al coche. ¿Por qué Samson la malcriaba de esa manera? ¿O estaba soñando otra vez? Esto no podía ser real.
Delilah le dio a Oliver la dirección de la oficina y se acomodó para un suave viaje. El ruido de la ciudad no penetraba en el coche. Era casi como un pequeño refugio seguro. ¡Qué lujo! En algún lugar, en algún momento, tendría que pagar por este lujo, de alguna manera. Nada era gratis. No en su mundo.
***
A pesar de que ya había luz de día afuera, Samson estaba despierto. Estaba cansado, pero no quería dormir todavía. Tenía que saber si Delilah aceptaría su invitación al teatro.
Después de volver de la oficina del Dr. Drake, había pasado el resto de la noche revisando los informes de las distintas ramas de su empresa, Scanguards.
Cuando había sido convertido en vampiro en el inicio del siglo XIX, se había dado cuenta muy rápidamente, de que incluso un vampiro necesitaba dinero para vivir. En un capricho, había empezado prestando sus servicios, para proteger a los viajeros de la noche. Resultó que la seguridad, era una empresa rentable. También significó que siempre habría una gran cantidad de maleantes y delincuentes de la que podría alimentarse, mientras al mismo tiempo protegía a un rico viajero o a un cargamento valioso.
Más tarde, había convertido su empresa de un solo hombre en una compañía, y contrató a otros vampiros con ideas afines. Como un vampiro, finalmente alcanzó el éxito que no pudo alcanzar como ser humano. Era irónico que, como un vampiro, él fuese capaz de proteger las mismas vidas que muchos de sus colegas vampiros querían destruir. Fue la forma de Samson, de preservar su humanidad.
Ahora su empresa extendida por todo el país, proporcionaba los guardias de seguridad y guardaespaldas a corporaciones, celebridades, dignatarios extranjeros y otras personas. Mientras mantuvo la sede de la compañía en Nueva York, decidió retirarse a San Francisco para vivir una vida más tranquila y más normal. Tan normal como podría ser la vida de un vampiro.
Muchos de sus empleados eran vampiros, en su mayoría trabajaban como guardias de noche o guardaespaldas. Había preparado varios directivos humanos, que se convirtieron en la cara diurna de Scanguards y así poder tratar con el público. Muy pocos de sus empleados humanos lo conocían o lo habían visto, y Samson no reconocería a muchos de sus empleados humanos, si se topaban con él en la calle. A él le gustaba de esa manera.
Se mantuvo fuera del día a día del negocio, pero le gustaba estar al día mediante la revisión de todos los informes importantes de las diversas ramas. Sólo intervendría si las cosas empezaban a desviarse. Siempre había pequeños problemas en alguna parte, pero confiaba en sus directores para cuidar de las cosas pequeñas. No le gustaba manejar problemas pequeños.
Ricky, Amaury y Thomas trabajaban para él. Ricky estaba a cargo de la contratación de vampiros, Amaury trataba los bienes raíces y Thomas era el jefe de Informática. Su amistad no se interponía en el trabajo; bueno, la mayoría de las veces por lo menos. Milo había comenzado a juntarse con ellos, desde que él y Thomas se habían convertido en pareja casi nueve meses antes.
Las cortinas oscuras de la habitación de Samson, lujosamente decorada, estaban extendidas mientras él se sentó en su cama de cuatro pilares y ojeaba los informes, cada pocos segundos mirando su teléfono celular. Había enviado a su asistente Oliver, al apartamento de Delilah hace más de media hora y todavía no había recibido un mensaje de texto, en respuesta.
Oliver era humano. Era los ojos y oídos de Samson durante el día; uno de los muy pocos humanos que sabían que Samson era un vampiro. Samson había salvado a Oliver de una vida de crímenes, y su protegido le pagaba con lealtad y dedicación.
Carl, que era un vampiro, era su chofer, mayordomo y asistente personal en la noche. Los empleados personales de Samson, ganaban más que muchos directivos de grandes empresas. No es que fuese extraordinariamente generoso, pero conocía la naturaleza humana y de los vampiros muy bien. Si al personal se les pagaba muy bien y se trataban aún mejor, serían leales. Y la lealtad era primordial para él.
¿Qué detuvo a Oliver tanto tiempo? ¿Delilah no se había levantado aún? Miró el reloj antiguo sobre la repisa de la chimenea. Eran pasadas las ocho de la mañana, y él estaba muy cansado. Como un vampiro, podía quedarse despierto durante el día, pero con una capacidad reducida. Sus sentidos no eran tan agudos, y su energía era más baja que lo normal. Por supuesto que no podía salir a la calle, porque los rayos del sol lo reducirían a cenizas. Pero podía moverse dentro de la casa, siempre y cuando la luz directa del sol no lo tocara.
Un zumbido lo alertó de un mensaje en su celular. Lo vio.
Ella dijo que sí.
¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!
Samson no podía recordar cuál había sido la última vez que había estado tan entusiasmado por ver a una mujer. O entusiasmado con lo que fuera. Se aseguraría que fuese perfecto. ¡Cuánto la deseaba! Ya podía imaginar las cosas que haría con ella, la forma en que la tocaría, cómo iba a sumergirse en ella hasta que estuviera completamente gastado. Este sería su real, pero tardío, regalo de cumpleaños.