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La vida es la muerte segura

Esquilo (525 a. C.-456 a. C.), dramaturgo griego nacido en Eleusis, cerca de Atenas, fue el primero de los grandes trágicos griegos, predecesor de Eurípides y Sófocles. Participó en las cruentas batallas de Maratón, el 490 a. C. y Salamina, el 480 a. C., en la que los griegos lucharon contra los persas. Autor de unas noventa obras, sus tragedias se representaban en forma de trilogías, con un nexo común, y a éstas les seguía un drama satírico. Su muerte pudo ser uno de los argumentos de sus tragedias pues corriendo el año 456 a. C. Esquilo paseaba por la campiña siciliana cuando un tortuga, desprendida de las garras de un águila, cayó sobre su cabeza, provocándole la muerte instantánea.

Milón de Trotona fue campeón griego de lucha en seis ocasiones durante el siglo VI a. C. Las crónicas hablan de él como un hombre de extremada fuerza y muchos escritores clásicos como Cicerón, Herodoto o Vitruvio hablan de él en sus crónicas, aunque puede tratarse de un personaje histórico. Se dice de él que extendía el brazo con los dedos y la palma abiertos y que no había ser humano que lograra doblegarlo. También se contaba que para prepararse para los Juegos Píricos cargaba sobre sus hombros un ternero. Ya anciano murió de una forma curiosa mientras paseaba por un bosque. Unos leñadores habían dejado un árbol rajado y Milón trató de entreabrirlo utilizando la fuerza de sus manos. Cuando retiró la cuña una de sus manos quedó aprisionada en el tronco y al caer la noche los lobos le devoraron.

Horacio Nelson (1758-1805), almirante de la Armada real inglesa y uno de los más célebres marinos de la historia, que logró la gloria venciendo a la armada franco-española en la batalla de Tragalfar, padecía mareos cada vez que se subía a un barco. Y toda su vida estuvo marcada por las enfermedades o los accidentes en los barcos en los que navegaba. En 1780 durante un viaje al Caribe padeció fiebre amarilla; sólo diez de los 87 tripulantes sobrevivieron a la enfermedad. En otros viajes sufrió paludismo, escorbuto y tuberculosis, además de constantes estados depresivos. En 1781 el cólera le afectó durante la asedio a la fortaleza española del Castillo de la Inmaculada Concepción en Nicaragua, debiendo regresar moribundo a Jamaica. En 1794, durante una operación en Calvi (Córcega), perdió la visión de un ojo tras recibir un disparo en la cara. El 25 de julio de 1797 durante una expedición a Santa Cruz de Tenerife un disparo de cañón le reventó el brazo, perdiendo el codo y la mitad inferior de esta extremidad. El 2 de abril de 1801 durante la primera batalla naval de Copenhague, en el marco de las guerras napoleónicas, tuvo que dirigir la batalla en unas condiciones meteorológicas terribles, que le provocaron mareos «hasta morir». En octubre de 1805, durante la batalla de Trafalgar, de la que resultó vencedor, mientras se hallaba en la cubierta de su barco Victory, Nelson fue mortalmente herido por una bala de mosquete. La bala le había atravesado la columna vertebral a través de su brazo izquierdo. Con el fin de evitar que la tripulación se desmoralizara no se avisó a la armada inglesa. Sus oficiales tumbaron a Nelson en el camastro de su camarote donde se le fue informando puntualmente del devenir de la batalla. Cuando fue informado que las naves enemigas habían arriado las banderas y que su armada no había perdido ningún navío, exclamó: «Gracias a Dios, he cumplido con mi deber». Su muerte se produjo en el momento de mayor gloria.

El archiduque Francisco Fernando de Austria-Este (1863-1914), heredero del trono austro-húngaro, era un hombre de formas exquisitas y refinado tacto. Ese talante se reflejaba también en su forma de vestir. Al príncipe imperial no le gustaba que ninguna arruga estropeara el corte perfecto de su uniforme pero esta manía pudo costarle la vida. El 28 de junio de 1914 se encontraba junto a su esposa, la condesa Sofía Chotek, en la ciudad de Sarajevo cuando el joven nacionalista Gavrilo Princip disparó contra el archiduque. Los allí presentes trataron de desabotonarle los prietos botones de su uniforme para tratar de taponar la herida. Cuando alguien acercó un cuchillo para rajar el traje, el archiduque había fallecido desangrado. Aquel atentado fue el detonante para el comienzo de la Primera Guerra Mundial.

Clement Laird Wallandigham (1820-1871), abogado norteamericano natural de Ohio, había desempeñado un destacado papel a favor de la Confederación durante la guerra civil americana. Al terminar la guerra se dedicó a la abogacía logrando grandes éxitos como letrado, fama que se fue acrecentando a medida que iba ganando todos los pleitos en los que actuaba. Fue senador demócrata por Ohio entre 1845 y 1846 y luchó fervientemente a favor de la abolición de la esclavitud. En 1871 defendía en Lebanon, su ciudad natal, a Thomas McGehan acusado del asesinato de un hombre durante una disputa en un bar. En su defensa, el abogado pretendía demostrar que el asesinado se había disparado accidentalmente a si mismo el tiro cuando estaba arrodillado. Para ello, Vallandigham se puso de rodillas ante el jurado y empuñó el arma utilizada en el crimen. Después de una convincente perorata, el letrado apretó el gatillo con tan mala fortuna que nadie había retirado las balas del cargador. Vallandigham cayó fulminado pero con aquella muerte logró demostrar que su defendido era inocente. McGehan fue absuelto: el jurado determinó que, efectivamente, se había tratado de una muerte accidental.

Boris Vian (1920-1959) fue un polifacético cantante, escritor, poeta e inventor, autor de numerosas obras la mayoría de las veces transgresoras y controvertidas, a la par con su arisco y difícil carácter. En 1946 escribió una de sus mejores obras, Escupiré sobre vuestras tumbas de la que había logrado vender sus derechos para el cine. En 1955, con la salud muy deteriorada, ganó la palma de oro del festival de Cannes y la vanidad le pudo. En 1958 comenzó el rodaje de su película para la cual Vian había realizado la adaptación cinematográfica, pero los constantes enfrentamientos con el director y el productor hicieron que quedara relegado del rodaje. El 23 de junio de 1959 se estrenó su película pero Vian no fue invitado de modo oficial con lo que acudió al cine de incógnito. Cuando acabó la película y se encendieron las luces de la platea sentado en su butaca estaba el cuerpo sin vida de Vian. Había fallecido de un paro cardiaco.

En febrero de 1923 un joven ayudante de establo conseguía el sueño de convertirse en jockey. Frank Hayes convenció al propietario del pura sangre Sweet Kiss para que le dejara participar en una carrera en el hipódromo neoyorquino de Belmont Park. Las apuestas, lógicamente, iban en su contra (20 a 1). En el momento en que comenzó la carrera Hayes sufrió un ataque de corazón letal y su caballo Sweet Kiss ganó la carrera con un cuerpo de ventaja sobre el segundo clasificado. Hayes fue el único jockey muerto de la historia de las carreras de caballos que ganaba una carrera.

El tercer presidente de la República francesa, Félix Fauré (1841-1899), era un sencillo curtidor que fue escalando puestos en el escalafón social hasta convertirse en un reputado comerciante de pieles. Bajo su mandato se produjo el escándalo Dreyfuss. Fauré disfrutaba de una gran popularidad entre los franceses. Esta se acrecentó cuando se conocieron las circunstancias de su muerte. El político se encontraba en un célebre prostíbulo parisino cuando murió de un ataque instantáneo. A la prostituta con la que Fauré estaba disfrutando aquella tarde le dio un ataque de nervios. Lógico, teniendo en cuenta que se le había muerto un cliente en acto de servicio. Pero el problema es que la mujer tuvo que esperar varias horas con el cadáver entre sus brazos hasta que un equipo médico pudo seccionar el pene del malogrado presidente que, después de tan solaz disfrute, había quedado aprisionado en las partes más íntimas de la infeliz prostituta.

Natalie Wood, de nombre real Natasha Nilolaevna Zakharenko, era hija de unos emigrantes rusos emigrados a California. Desde muy pequeña se convirtió en una estrella del cine con películas tan célebres como El fantasma y la señora Muir, Rebelde sin causa, Esplendor en la hierba o West Side Store, el musical en la que bailaba pero cuya voz corresponde a Marni Nixon. La actriz tenía fobia al agua y el 29 de noviembre de 1981, mientras rodaba en el Pacífico Proyecto Brainstorm, un accidente marítimo la precipitó al mar desde el yate donde se encontraba. Natalie Wood pereció ahogada.

La primera agencia de detectives de la historia fue la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton fundada en 1850 por Allan Pinkerton (1819-1884). Su trabajo consistía en investigar y seguir a sospechosos o tratar de desenmascarar a personas que suplantaban su personalidad. El despegue de su agencia se produjo durante la guerra civil americana. Pinkerton fue nombrado director del Union Intelligence Service en 1861. Estando en ese cargo descubrió un complot que trataba de asesinar al presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln. Sus agentes habían logrado infiltrarse como soldados de la Confederación y abortaron el atentado en Baltimore (Maryland). Gracias a esta operación su agencia despegó como la espuma. En el periodo de máximo apogeo de la agencia, Pinkerton contó con más agentes que los que disponía el ejército. Pero para evitar que se convirtiera en una contra agencia que pusiera en peligro la seguridad del país, algunos estados prohibieron que pudiera trabajar en su territorio. Su lema era «We never sleep» («Nunca dormimos»), término que acabo generando la definición «detective privado». En la actualidad es una rama de la agencia internacional Securitas AB. La muerte de Pinkerton fue poco detectivesca. Cayó al suelo mientras paseaba, se mordió la lengua y la gangrena le produjo una infección mortal.

Jack Daniels es una famosa destilería y marca de güisqui norteamericana caracterizada por sus botellas rectangulares y su etiqueta negra. Fue fundada por Jasper Newton Daniel (1850-1911). Daniel fundó su empresa de destilación cuando apenas contaba 16 años. Su muerte estuvo relacionada con un olvido. Daniel había olvidado la combinación de su caja fuerte y furioso comenzó a darle patadas con tanta fuerza que se lastimó varios dedos. A las pocas semanas, la herida se infectó y el destilador murió a consecuencia de la infección de la sangre.

Cristóbal Colón, tras la gloria del descubrimiento, falleció camino de Valladolid tratando de obtener el reconocimiento de Fernando el Católico y su corte itinerante. Colón había arribado a España en 1504 después de su funesto cuarto viaje. Al saber que el rey se encontraba en la ciudad castellana trató de viajar hasta allí pero no pudo hacerlo hasta dos años más tarde. Cuando llegó a Valladolid el 19 de mayo de 1506, enfermo y cansado, Colón falleció al día siguiente ratificando su testamento a Pedro de Inoxedo, escribano de cámara de los Reyes. Firmando como almirante, virrey y gobernador de las islas y tierra firme de las Indias descubiertas y por descubrir, lo legó todo a su hijo Diego, a su hermano Bartolomé y a Juan de Porras, tesorero de Vizcaya.

El 5 de mayo del 840 fallecía en Ingelheim del Rin el emperador Ludovico Pío (778-840), conocido como Luis I el Piadoso, tercer hijo de Carlomagno, emperador de occidente y rey de los francos. La muerte le sobrevino por el miedo cerval que le produjo el presenciar un eclipse solar. Sorprende que un hombre tan valeroso muriera por un hecho tan extraordinario pues Ludovico vivió durante su reinado guerras y disputas familiares intensas. Además, viviendo todavía su padre fue el valiente conquistador de la ciudad de Barcelona en el año 801. Desde ese momento se creó el condado de Barcelona en el seno de la Marca Hispánica. Ludovico se enfrentó violentamente a sus hijos cuando quiso dividir entre ellos su vasto imperio.

A Robet Leach le gustaba cortejar con la muerte. El 25 de julio de 1911 decidió tirarse en caída libre desde las cataratas del Niágara introducido en un barril de latón. Quería demostrar que podía sobrevivir a una caída de 52 metros. Sobrevivió con múltiples contusiones y realizó otras muchas demostraciones. Gracias a ello se ganó la vida explicando sus sensaciones en múltiples conferencias. Pero irónicamente, mientras paseaba por un pueblo de Nueva Zelanda resbaló en la calle con la piel de una naranja. La caída provocó la rotura de una pierna que, por una serie de complicaciones, tuvo que ser amputada. Falleció al poco tiempo debido a las complicaciones surgidas en la operación.

En 1897 el luchador turco Yusuf Ismael regresaba a Turquía después de una exitosa gira por Estados Unidos. El barco en el que viajaba naufragó después de colisionar con otro buque. El capitán y la tripulación lograron con gran pericia que toda la tripulación se salvara de morir ahogados. Todo menos el robusto Ismael que falleció ahogado. Se había negado a desprenderse de unos cinturones de oro que llevaba atados en la cintura, fruto de sus victorias durante la gira norteamericana.

Tennessee Williams, el seudónimo de Thomas Lanier Williams III (1911-1983) fue uno de los grandes dramaturgos estadounidense, ganador del Premio Pulitzer en 1948 por su obra de teatro Un tranvía llamado Deseo y en 1955 por La gata sobre el tejado de zinc. Ahogado en el alcohol y las drogas, falleció en la habitación de un hotel atragantado con el tapón de un bote de pastillas. Su hermano denunció que se trataba de un asesinato pero los múltiples medicamentos hallados en la habitación descartaron esa suposición.

La vida de la gran bailarina californiana Isadora Duncan (1878-1927) estuvo repleta de excesos. Llevaba una vida bohemia que compartía con sus múltiples amantes aunque su verdadero amor, con el que vivió un romance a lo largo de su vida fue la danza. Y su muerte estuvo a la altura de su vida, que transcurría a un ritmo de vértigo. La bailarina había adquirido una fabulosa mansión en Niza. Era el año 1927 y la Riviera francesa era un destino para ricos millonarios que deseaban disfrutar del remanso de la zona. Circulando por una de las calles de la ciudad, la bufanda de seda que siempre distinguía a Isadora Duncan se enredó en la llanta de su lujoso deportivo. Como narró la prensa de la época, la bailarina se precipitó con violencia contra la calle. Fue arrastrada durante varios menos hasta que el chofer se detuvo, a causa de los gritos que venían de la calle. Se reclamó ayuda médica, pero quedó probado que se estranguló y murió instantáneamente.

James Garfield (1831-1881) fue investido vigésimo presidente de los Estados Unidos el 4 de marzo de 1881. El 2 de julio de ese año, un abogado al que habían denegado un puesto consular disparó contra el presidente cuando se encontraba en la estación de trenes de Washington. La herida no era grave pero tuvo que estar postrado varias semanas en cama porque no se podía extraer la bala. Garfield decidió llamar a Alexander Graham Bell, el inventor del teléfono, que había inventado también un detector de metales. El 6 de septiembre se encontró con Garfield e inició las pruebas pero los muelles del lecho donde se hallaba tumbado el presidente interferían la lectura del detector de metales. Unos días más tarde, cuando lograron extraerle la bala la mejoría del presidente fue evidente pero el 19 de ese mismo mes el mandatario fallecía víctima de una septicemia (envenenamiento de la sangre). Los metales le habían provocado a Garfield una infección que acabó con su vida.

El 4 de junio de 1969 dos jóvenes cubanos viajaban de La Habana a Madrid en un DC-8 de la compañía Iberia. A diferencia del resto del pasaje, Armando Socarrás Ramírez y Jorge Pérez Blanco lo hacían escondidos en el tren de aterrizaje. Después de varias horas de viaje, el avión aterrizó en el aeropuerto de Barajas y los operarios de la compañía de bandera española realizaron el control rutinario a la aeronave. Un hombre cayó sobre la pista prácticamente congelado. Había logrado sobrevivir atravesando el Océano Atlántico a más de 8800 metros de altitud, a temperaturas atmosféricas muy por debajo de las mínimas para sobrevivir, casi sin oxígeno y en un estado de semiinconsciencia. El joven cubano llevaba una indumentaria liviana: una camisa, un pantalón y unas zapatillas deportivas. Fue llevado de inmediato al hospital donde se recuperó de una conmoción aguda. A los médicos les contó que Jorge había caído al vacío en el momento en que el avión iniciaba la aproximación a Barajas. Al poco tiempo se localizó el cadáver.

El compositor austríaco de origen judío Arnold Schönberg (1874-1951) padecía de triscaidecafobia, una enfermedad caracterizada por el miedo compulsivo al número 13. Lo curioso es que nació un día 13 en Viena y falleció un día 13 en Los Angeles, trece minutos antes de que el reloj diera la medianoche.

Atila el Huno (406-453), el poderoso líder de la tribu asiática de los hunos, conocido como «el azote de los dioses», era un hombre rudo, complejo y cruel que abusaba del terror para acobardar a sus enemigos exteriores y en la corte. En el año 453 contrajo matrimonio con una bella germana de nombre Ilico. Después de la ceremonia se celebró una gran fiesta que se prolongó hasta altas horas de la noche. A la mañana siguiente Atila apareció muerto en el lecho nupcial. Una hemorragia nasal le había provocado una asfixia mortal. A los pocos días se celebró las exequias fúnebres. Sus soldados, para rendirle homenaje, siguiendo la tradición de los hunos, se cortaron el cabello, se desgarraron las ropas y se hirieron la espalda. En pocas horas se construyó un dique en el río Volga y colocaron al finado en el interior de un sarcófago recubierto de hierro, el material que simbolizaba su fuerza, y de oro y plata, símbolos de la grandeza de sus conquistas militares. Todos los que asistieron a su entierro fueron ejecutados para que nadie pudiese desvelar el lugar donde se había celebrado el enterramiento. Tras su muerte, en menos de una década, el imperio humo se descompuso para gran alivio del Imperio Romano.

A las cinco de la madrugada del 13 de septiembre de 1598 moría Felipe II en el Monasterio del Escorial después de 53 días de agonía. A finales de julio el rey Prudente, el más poderoso del planeta, había sufrido unas fiebres tercianas que le obligaron a reposar en la cama. El rey sufría dolores muy intensos y no había forma de aliviar aquellos males. Tanto es así que resultaba incluso difícil cambiarle de ropa. La muerte le sobrevino finalmente por una pitiriasis, una erupción cutánea provocada por una invasión masiva de piojos.

Fritz Kart Batel, conocido en el mundo gastronómico como François Vatel, era un chef francés de origen suizo que trabajaba al servicio del príncipe Luis II de Borbón-Condé. Fue el inventor de la crema Chantilly, postre que ideó para un banquete que su señor ofreció en honor del rey Luis XIV en el castillo de Chantilly el 21 de abril de 1671. Aquel banquete, cuyo coste superó los 50 000 ducados, tenía un significado muy especial para el príncipe, casi en la ruina. Junto a más de dos mil invitados, Luis trataba de reconciliarse con el monarca francés después de una serie de años de desencuentros con el fin de ofrecerle sus tropas y obtener a cambio una buena cantidad de ducados con los que llenar sus cada vez más exiguas arcas.

Para satisfacer al rey, la preparación del banquete había sido muy minuciosa, pero Vetel enloqueció cuando pensó que el pescado que debía utilizar para uno de sus platos se iba a retrasar unas horas. Como no quería afrentar a su señor se suicidó clavándose una espada en el corazón. Unos minutos después su ayudante personal lo encontró muerto. Iba a avisarle que el pescado ya se encontraba en la cocina dispuesto a ser cocinado.

El 12 de febrero de 1771 moría en Estocolmo el rey Adolfo Federico, un hombre débil, amante del arte y del buen comer. Tanto le gustaba que su muerte se produjo a consecuencia de una apoplejía y por excesos durante una cena de gala de catorce platos en la que el monarca se sació de caviar, langosta, mazapanes y otras exquisiteces prohibitivas para el pueblo sueco.

El 15 de julio de 1974 Christine Chubbuch se suicidó en directo por televisión. Era la presentadora del informativo de la cadena norteamericano WXLT. Durante la preparación del programa informó a sus compañeros que ese día ella redactaría las entradas de las noticias, algo a lo que no estaba acostumbrada y que provocó gran asombro entre sus compañeros. Cuando llevaba ocho minutos en antena, después de varias noticias de sucesos, leyó esta noticia: «Para mantener la política del canal 40 de traerles lo último en materia de sangre y entrañas, y a todo color, aquí tienen otra primicia: un intento de suicidio». Sin pensárselo dos veces tomó un revolver que llevaba escondido bajo la falda, se apartó el pelo y apuntó detrás de la oreja. Apretó el gatillo y del impacto la cara le quedó completamente desfigurada. Los espectadores y el equipo técnico quedaron impactados. Inmediatamente el editor del informativo dio la orden de oscurecer la imagen.

Un epitafio es una inscripción que se pone, o se supone puesta, sobre un sepulcro o en la lápida colocada junto al enterramiento. Entre los epitafios más famosos de la historia destacan: «Disculpe que no me levante» (Groucho Marx), «Ya decía yo que este médico no valía mucho» (Miguel Mihura), «Feo, fuerte y formal» (John Wayne); «Si no viví más fue porque no me dio tiempo» (Marqués de Sade); «Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo» (Miguel de Unamuno); «No es que yo fuera superior, es que los demás eran inferiores» (Orson Welles); «Aquí yace Moliere, el rey de los actores. En estos momentos hace de muerto y de verdad que lo hace bien» (Moliere); «Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito el hombre que respete estas piedras, y maldito el que remueva mis huesos» (William Shakespeare); «Libre por fin. Libre por fin. Gracias Dios Todopoderoso. Soy libre por fin» (Martin Luther King); «Verdadero acero, hoja afilada, Arthur Conan Doyle. Caballero patriota, médico y hombre de letras» (Arthur Conan Doyle); «Lo hizo a la manera difícil» (Bette Davis); «Estuve borracho muchos años, después me morí» (Francis Scott Fitzgerald); «Volveré y seré millones» (Evita Perón).