19. «El que corta el bacalao»

¿Cuántas veces nos habremos encontrado con la situación de pedir un favor a alguien y nos ha contestado que no puede hacérnoslo porque él no es el que corta el bacalao?

Esta expresión nos ayuda a designar y señalar quién es el que manda o toma las decisiones en un lugar determinado y tiene su origen en los tiempos en el que el bacalao, salado y convenientemente desecado, era uno de los alimentos más comunes, fáciles de adquirir y, sobre todo, transportar a otras partes del mundo; gracias a los largos periodos que duraba sin echarse a perder.

Era común enviarlo hacia las colonias españolas repartidas en todos los rincones del planeta (desde el Caribe y América del Sur hasta Filipinas, pasando por África).

En estos lugares se servía como alimento a los trabajadores (normalmente eran esclavos) que eran utilizados para faenar en las plantaciones y estos, a la hora del rancho, se colocaban en una fila e iban esperando turno para que se les diera la ración correspondiente de bacalao, la cual era cortada, normalmente, por el capataz o encargado de la plantación.

Otras fuentes indican que su origen se encuentra en los tiempos de hambre y penuria en España, dónde el bacalao era el alimento básico y de los más baratos que se podía adquirir. A la llegada a los hogares, el patriarca de la familia era la persona destinada a cortarlo y repartir las raciones.

También se señala el origen de la expresión en los establecimientos conocidos como tiendas de ultramarinos o colmados, en el que el bacalao debía ser cortado con un cuchillo largo y afilado y cuya tarea era reservada al propietario o encargado del comercio, quedando esta práctica vedada a los aprendices que solían trabajar allí. Ese tipo era el que cortaba el bacalao y, por lo tanto, el que mandaba y tomaba las decisiones allí.