29. El mejor espía del mundo

Se llamaba Richebourg, era de origen francés y medía tan sólo 58 centímetros. Fue precisamente esta característica la que le permitiría alcanzar grandes logros como espía.

Fue reclutado para combatir en la Revolución Francesa y cruzar las líneas enemigas con objeto de conseguir e intercambiar información. El método utilizado era de lo más rocambolesco: Richebourg era cuidadosamente afeitado y vestido de bebe, metido en un carrito y tapado para dejar ver sus facciones lo mínimo imprescindible, así disfrazado pasaba la frontera acompañado de una anciana y sin despertar la más mínima sospecha.

Tiempo más tarde la táctica se fue perfeccionando y el carrito en el que iba Richebourg se dejaba junto a oficiales del gobierno o guardias para que lo vigilaran un momento mientras la cuidadora se excusaba diciendo que tenía que ir a hacer un recado. Era entonces cuando el espía intentaba captar información entre las charlas despreocupadas de los oficiales que no sabían que no estaban en presencia de un inocente bebe.