Éste es, posiblemente, uno de los dichos castellanos más famosos y que más combinaciones erróneas tiene a la hora de decirlo. La forma incorrecta por antonomasia confunde ambos términos y degenera en un «no mezcles los churros con las meninas».
Pero ni son churros ni son meninas los protagonistas de la expresión. Realmente a quienes se refiere el dicho es a dos tipos diferentes de ovejas: las churras y las merinas. Las churras son unas ovejas que proporcionan una exquisita carne y una rica leche. Las merinas son famosas por la lana blanquecina y densa que dan.
Mezclar ambos tipos de oveja es un error desde el punto de vista de la productividad de estos animales, ya que el resultado que obtendríamos es un ovino cuya carne y leche no sería tan sabrosa ni una lana de tan buena calidad. Así que, como dice el dicho, lo mejor será no mezclar nada y seguir disfrutando de ambas por separado.