14. El origen del corrector líquido

En un mundo en el que prácticamente todos los documentos están en soporte electrónico y corregir algo es tan fácil como pulsar una tecla, parece que el corrector líquido es algo de un pasado muy lejano. Sin embargo, hasta no hace tantos años fue algo muy utilizado por oficinistas y estudiantes.

Su inventora fue Bette Nesmith Graham (1924-1980), una mujer divorciada y madre de un hijo, que en 1946 tuvo que ponerse a trabajar para poder subsistir.

Fue contratada como secretaria en el Texas Bank and Trust y allí se dio cuenta de lo difícil que era borrar los errores cometidos a la hora de mecanografiar en los principios de las máquinas de escribir eléctricas.

Para ganarse un sobresueldo se ofreció para pintar las ventanas del banco durante sus vacaciones de verano. Se percató entonces de que los desperfectos que podía haber en los marcos de las ventanas quedaban corregidos tras pasarle una capa de pintura blanca.

Elaboró una mezcla casera con pintura blanca y agua y estuvo durante un tiempo probando en secreto ese líquido en los documentos de su trabajo.

Durante cinco años, y con la ayuda del profesor de química del colegio de su hijo, consiguió desarrollar en 1956 un compuesto capaz de corregir cualquier fallo en un documento sin dejar apenas rastro y secándose al instante.

Inicialmente intentó vender el invento a la empresa IBM, pero el conglomerado informático declinó la oferta, así que decidió crear su propia empresa y comercializar el producto bajo el nombre de Liquid Paper.

En 1968 el producto ya era altamente rentable y en 1979 decidió vender la empresa a Gillette Corporation por la suma de 47,5 millones de dólares. Bette Nesmith Graham falleció un año después a la edad de 56 años y el importe de la venta fue heredado por su hijo, Michael Nesmith, que donó el 50% de dicha cantidad a obras benéficas.

En Europa al corrector líquido se le conoce como Tippex, que era el nombre de la empresa alemana que empezó a comercializarlo en el Viejo Continente.