¿Cuántas veces utilizamos esta expresión para decir a alguien que debe asumir su responsabilidad frente a algún acto realizado, sin escudarse o culpar a otro?
Su origen proviene de los ambientes marineros, ya que el palo al que se refiere el dicho no es otro que el madero que se encuentra en las embarcaciones y sostiene las velas. Este debe resistir los envites del viento sin ayuda alguna.
En algunos lugares, y con el paso de los años, la frase ha ido transformándose a un lenguaje coloquial del lugar, cambiando incluso parte de su estructura. Así podemos encontrar esta misma expresión dicha cómo «que cada uno aguante su vela», lo que ha llevado a pensar que la vela a la que se refiere es una vela de cera y no la de un barco, como sería lo correcto.