La tradición de lanzar arroz a los recién casados proviene de Oriente. Allí el grano de arroz es símbolo de prosperidad y fertilidad, por lo que, al finalizar la ceremonia, se les desea a los contrayentes un futuro lleno de prosperidad e hijos.
Un precepto chino dice:
«Qué tengáis tanta prosperidad como para poder repartir arroz en todos los días de vuestra vida. Que os sobre para poder dar a los que no tienen».
«Que poseáis tanto arroz como para poder tener un gran número de hijos».
En las bodas del antiguo Imperio Romano, al llegar la medianoche, a los novios se les lanzaban nueces que, al rebotar sobre la piedra del asfaltado, producían gran estruendo.
En las Islas Célebes (Indonesia) se cree que si el alma del novio no recibe una ducha de arroz, se escapará volando después de la boda y jamás regresará.