La tiritera que nos entra cuando tenemos frío no es más que un mecanismo de defensa, que pone en marcha nuestro organismo, en el que se contraen y relajan, rápida y repetidamente, algunos de nuestros músculos.
Ello viene provocado por nuestra condición de seres homeotermos, es decir, nuestro cuerpo regula y mantiene constante su temperatura.
Con esos espasmos musculares se pretende generar calor y así evitar que nuestros órganos internos bajen de los 37 grados; la temperatura óptima para funcionar perfectamente.