DEL DIARIO DE LA VEJEZ

DE MILLÁS

Comida con gente de la profesión, en torno a alguien que acaba de recibir un premio. Todo el mundo se muestra deprimido por la falta de horizonte. Circulan nombres de periodistas conocidos que se han quedado en el paro, se especula sobre los medios que están a punto de cerrar, se formulan los lugares comunes sobre internet y el futuro del papel. A mi lado hay una mujer de unos cuarenta años con la que he coincidido en otras ocasiones, aunque no sé quién es ni para qué medio trabaja. En un momento en el que el resto de los comensales se encuentra enfrascado en una discusión sobre el mundo árabe, ella hace un aparte y me pregunta qué pienso de la amniocentesis. Al observar mi gesto de sorpresa, explica que se trata de un método de diagnóstico prenatal. Le digo que sé lo que es, pero que no tengo opinión. Me informa de que está embarazada, su primer embarazo, de alto riesgo, por la edad. No sé qué decir. Ella pide disculpas y fingimos incorporarnos a la conversación general. Me quedo triste por la mujer. Además, la amniocentesis me ha traído a la memoria la colonoscopia, para la que ya tengo cita. Dicen que el colonoscopio puede tomar muestras de tejido sobre la marcha, para analizar luego su malignidad.