Imagínense que esta mañana amanecí acompañada.
Ni se crean que se me pasó un francés para la cama por la noche.
Mi compañero de cama es muy pero muy especial.
Es bastante oscuro pero no es un africano.
Es bastante ágil y no trabaja en el circo.
Se queda calladito esperándome por la noche.
Cuando está enojado es extremadamente hiriente.
Cuando está tranquilo, ni siquiera me doy cuenta de que durmió conmigo.
Si lo ignoro, no se enoja.
Sí, sí, sí, es afgano pero no, no, no es un humano.
Es mi amigo el escorpión de primavera.
Nota: no me han picado aún pero cada mañana toca chequear los zapatos antes de ponérselos.