Estas condiciones de aislamiento extremo y fundamentalismo islámico hacen que uno viva la vida con sensibilidades diferentes. Por ejemplo, hoy estoy muy, pero muy feliz porque estoy sentada en la oficina trabajando como una mula pero oyendo vallenatos. Hace unos cuatro días me llegó un computador portátil que me mandó mi hermano Sergio de Estados Unidos cargado de programas rápidos y de música. Y es que vivir en una jaula cuando uno nació libre no es nada fácil. Renunciar, aunque sea temporalmente, a lo que uno conoce es muy dramático. Y a van casi seis meses desde que salí de Colombia y desde entonces he tenido que cambiar por completo cada uno de mis hábitos. La comida, la vestimenta, la actitud corporal y el idioma.
Pero bueno, les quería contar lo que se discutió en la reunión de seguridad de hace tres días. Básicamente estamos esperando a que la guerra empiece el lunes. Hasta hace un mes y durante ocho años Saddam Hussein se negó a que MSF entrara a su país a socorrer a los kurdos y a otro montón de desplazados internos que tiene. Pero, claro, él no es pendejo y sabe que para la opinión mundial le conviene dejarnos entrar porque cuando los civiles empiecen a pagar los platos rotos de esta estúpida guerra, MSF va a estar ahí, no sólo para tratar pacientes, sino para servir de testigo. MSF Bélgica ya está en Bagdad evaluando la temperatura; MSF Francia ya se situó en la frontera con Irán preparándose para abrir campos de refugiados, y MSF España está esperando a ver qué pasa. MSF Francia está achiquitando los equipos médicos que tiene en otros países con el único propósito de tener un batallón listo para entrar cuando el desastre empiece. MSF es un poquito militar en ciertas actitudes y por ende con el creciente sentimiento anti-Occidente decidieron desde París achicarnos la jaula aún más. Mejor dicho, los grandes líderes religiosos musulmanes cada viernes en la mañana azuzan a los afganos hacia la guerra santa. Porque desde la óptica musulmana (y desde cualquier óptica), Estados Unidos está atacando antes de buscar una solución pacífica al conflicto. Y sí, muchachos, sí hay talibanes rondando por el mundo musulmán dispuestos a matarse y a morir por su religión, así que hay que tenerles miedo. Ahora están viviendo en Pakistán. Son como una enfermedad que permanece latente por años y que cuando el sistema inmune baja, se despierta. Esto es lo que va a pasar con ellos: apenas las fuerzas internacionales bajen la guardia, se van a despertar y a reorganizar. En términos prácticos estamos esperando múltiples ataques a las ONG dentro de Kabul. A partir de ayer, la hora de entrada es a las 7 p.m.; ya compramos un stock de comida para veinte días en caso de emergencia; otra vez tenemos los movimientos dentro de la ciudad muy restringidos, y el día que la guerra empiece, no nos van a dejar salir ni a la calle esperando a ver cuál es la reacción de los afganos. Muchas ONG se están yendo porque tienen miedo. Y o, por mi parte, nací en la boca del león y ya sé a qué le huelen los dientes, así que miedo pocón pocón.
Pero volviendo a Afganistán, en veinticinco días empieza la primavera y hay una fiesta de Nauruz. Se esperan otro millón doscientos mil retornados de todas partes del mundo, especialmente de Pakistán e Irán. Irán prevé una ola de desplazados iraquíes, por lo cual ya empezó a empujar a los refugiados afganos hacia la frontera. En quince días vamos a abrir nuevamente la cliniquita en la estación de tránsito de la frontera. Vamos a estar ahí para recibir a los retornados. Luego les cuento cómo son de crueles los países anfitriones con los refugiados.