Preguerra y lombrices

Cada día el sentimiento antiamericano crece en este país y eso nos pone en una situación difícil porque cualquier mono ojiazul es potencialmente un gringo. En diez minutos me voy para una reunión de seguridad porque es inminente el ataque de Estados Unidos a Irak. Otras ONG ya están haciendo planes de evacuación para salir corriendo el día que empiece la guerra. Como siempre, MSF por lo pronto no tiene intenciones de evacuar porque somos expertos en vivir dentro de las bocas de los lobos pero, por ejemplo, mañana van a subirle un metro al muro que rodea la casa y a construir un búnker por si las moscas. Cuando uno nace en un país cicatrizado por la guerra y se viene a vivir a uno totalmente destruido por el mismo motivo, no le queda más opción que decir, pregonar y repetir que la guerra no es la solución.

La primavera está llegando y este frío perro está desapareciendo. Los árboles de durazno, los cerezos y los albaricoques están cargados de flores olorosas y rosadas. La luz está cada vez más fuerte y desde las 5:30 a.m. ya entra por las ventanas. Qué dicha tan grande para esta gallina. Cada vez me levanto más temprano y más contenta y cada vez recupero más mi productividad. Es que para esta maleza del trópico el frío y la oscuridad son muy dañinos.

Les cuento, además, que tengo el récord en toda la misión de la menor cantidad de enfermedades. En siete meses sólo he tenido una sinusitis, y mis compañeros franceses viven agripados, diarreicos, eczemáticos y enlombrizados.

Lo más gracioso fue que, un día, Isabel la administradora apareció con los ojos rojos de llorar, y cuando le preguntamos qué le pasaba, miró al piso con cara de vergüenza y de asco extremos y nos confesó que le había salido una lombriz. Yo me reí como nadie. Claro, es que para nosotros, los amibiásicos y lombricientos colombianos, tener lombrices no es una tragedia, pero para Isabel era como si unos extraterrestres la hubieran invadido y su cuerpo estuviera poseído. Yo supongo que tengo el intestino cargado de bichos y en mis tripas hay una convención de Lombrices sin Fronteras. Yo tengo:

• Amibas de Medellín

• Lombrices de Jericó

• Tenias de Kabul

• Áscaris de Bamiyán…

Y quién sabe cuántas especies más estén habitando este cuerpecito mío. Lo importante es que mientras no me molesten, no les paro bolas. Puede que cuando llegue a Medellín me tenga que meter en un autoclave para esterilizarme.